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UNA FLOR EN EL PANTANO

JuanIgnacioDocumentos de Investigación10 de Enero de 2020

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UNA FLOR 

EN EL PANTANO

        

                     

ES LA CARA DE LA MISERIA,  

EN LA CLASE BAJA…,

¿MÁS BAJA, QUE OTRAS BAJAS…?

LAS MADRES Y ABUELAS

NO SIEMPRE BUSCAN

LAS HIJAS SEAN DIGNAS…

¡OTROS MOTIVOS  IMPULSAN!

                                                        Autor: JUAN IGNACIO ARIAS ANAYA

ÍNDICE

CAPITULO    1      UNOS ABUELOS NADA BUENOS                                     3

CAPITULO    2       UNA NIETA DIFERENTE                                                 22  

CAPITULO   3       ¡QUÉ VIDA!                                                                      45

CAPITULO   4      NUEVA VIDA                                                                     61

CAPITULO   5      QUIEN MAL ANDA…                                                        80

CAPITULO   6      EN LA ENCRUCIJADA                                                     104

CAPITULO   7       PREMIO Y CASTIGO                                                      123

CAPITULO   8      TODO ACABA                                                                  139

CAPITULO   9       ¿POR QUÉ….?                                                                155

CAPITULO   1

UNOS ABUELOS NADA BUENOS

El abuelo Severiano apenas si podía con su alma.

Por su edad y tantas cosas extrañas como debió pasar cuando era joven,  ya no levantaba el pico, como decía su mujer, ni siquiera para regañar.

Todos sabían, y este conocimiento era una ciencia,  fruto del consenso unánime de parte todos, muy pronto iba morir,  dado había cumplido sus buenos setenta años. Su constitución, contradecía el pronóstico.

En su físico, el hombre era un verdadero  toro.

Nunca había enfermado. Su aspecto era inmejorable. Su salud a toda prueba.   Sólo desdecía de él la singular flojera, la cual iba  acompañada  con  desidia para siquiera intentar salir de  la inacción, pues hacer algo no gustaba, ni importaba, por ser mejor seguir quedando como estaba,  con tal  llevar una vida regalada, prácticamente sin hacer nada.

Como si con ello, pensaba quien creía a conciencia  pronto moriría, engañara la Parca, la cual a su parecer, sólo estuviera aguardando a ver cuándo pudiera hacer acto de presencia para llevar con ella,  quien por ser viejo,  al parecer estaba desahuciado…  

Como quien dice, jugaba al viejo truco de engañar la muerte, para durar un poco más de tiempo vivo. Era feliz con ello... Al grado reír moviendo rítmicamente la enorme panza, afirmando,  eso sí,  ser muy listo…

¿Cómo no…? ¡Si la muerte venía y regresaba a su morada sin llevarlo…!

¡Saliendo siempre chasqueada una y otra ocasión, dado él, así repetía, estaba hecho de madera antigua…! ¡Y es sabido, tal tipo de manufactura, siempre será respetada por  la Huesuda!

Al parecer, era feliz viviendo como vivía.

A  últimas fechas no se crea, no las tenía todas consigo. Él también  lo creía, si por el hecho de  cumplir tal edad, seguramente estaría muy cerca ya de  su deceso.  Más presintiendo luego tantos años, posiblemente el hoyo donde iría a reposar en cuanto acabara sus días, ya estuviera excavado de antemano.  Había visto caer a su alrededor, infinidad de amigos.

¡Él seguía en pie…! No era inmortal… ¡Pero casi, casi…!

Al menos de eso estaba convencido. Nadie sabía dónde había pasado el tiempo antes venir a quedar en esta familia. De eso no había hablado nada. Y cuando de morir comentaban, siempre afirmaba no tener miedo de quedar por ahí,  cuando terminara su tiempo. Menos temía  no lo fueran enterrar…  De que sería inhumado, que ni qué…

¡Ni modo quedara ahí, para apestar la vecindad…!  

Como fuera, ya no quería hacer esfuerzos, ni intervenir en nada.  

Por tal motivo, prefería no entremeter en lo que llamaba la vida familiar.  

Si en otro tiempo mandó, sin importar hubiera sido en otro lugar, eso había pasado a ser sólo un recuerdo. Ahora ni para eso quería molestar…

Sólo quería pasar aplastado.  Diría su mujer con quien había arrejuntado…

¡A él pesaba mover hasta las piernas…! Se notaba sobre todo cuando pasaba viendo a todos afanar en algo, sin meter las manos para nada…  

Era cuando su mujer gritaba…

-  ¡Grandísimo huevón…! ¡Flojonazo de primera…! ¡Bueno fueras para ponerte a trabajar, no para estar echadote,  calentando la poltrona…!

Que de poltrona sólo tenía el nombre, pues sólo era una silla con el asiento de palma tejida, la cual había convertido en su asiento preferido…  

A lo cual en seguida replicaba, para aclarar por qué hacía…, lo que hacía…  

- ¿Qué decía…?  ¡Por eso precisamente había arrejuntado con ella…!

¡Ya mucho había laborado mientras pudo hacerlo, como para seguir sobando el lomo, ahora cuando ya iba morir…!  

¿Hablaba holgazaneaba…? Pues claro… ¡Para eso tenía mujer!

¡Era ella quien debía consentir sus caprichos y buscar tenerlo contento y satisfecho…! ¡Él era el hombre…!  Gracias eso, podía hacer cuanto antojara. Ella debía sólo admitir, más valía respetar sus decisiones.

Ser macho significa tener derechos. ¿Acaso no había aprendido, así debe comportar una mujer que se respete? A ver… ¿Para qué le había servido tanta experiencia como tenía en tratos con varones, si cuando ahora que  tenía uno de planta, lo trataba con la punta del tacón…?

Y seguía tan campante realizando su faena…  

¡La cual consistía en no hacer nada!  Sólo ver y renegar, contra quienes no respetaban sus canas, ni admitían su valía…  Por no gozar de cuanto en otro tiempo había gozado con otras damas, que trataban mantener feliz a él, por hacer felices en la cama a ellas… Esa era su situación, admitida a regañadientes por quienes en esa casa eran los únicos que no laboraban… ¡Los niños, que ya no eran tales…!

¡Dos de ellos, por el simple hecho  ser hombres…!  Esos también tenían sus ideas. Su pensamiento era, se fregaran los demás. En ese hogar, si así se pudiera calificar la covacha donde hacinaban,  siendo sinceros, ninguno de cuantos vivían, siendo de sexo masculino, hacía gran cosa, para salir de la inopia, que agravaba conforme el tiempo pasaba…  

Bueno…,  en cambio las integrantes de tan singular familia, por ser de género femenino,  eran otra cosa…  Por ser viejas, les había tocado sufrir.

Como el caso de  Bernarda, quien  si hasta eso, a pesar ser la más  pequeñita, todos los días salía para ayudar en casa una vecina, la cual daba para ella cuanto sobraba de su mesa, gracias lo cual, hasta llegaban a comer en ocasiones, un trozo de jamón o qué sé yo, una alita de pollo, o un pedazo de bistec, de esos que en las casas ricas, los patrones, acostumbran comer a diario. Con eso pareciera, su dieta estuviera balanceada. Así iban viviendo.

Esa buena mujer cuando la contratara, había llegado al mercado en las inmediaciones de la vecindad, buscando como dijo, quién ayudara en las labores simples de su casa.  

Más de alguna chica apuntó, pensando sería ocasión para ganar un poco, comiendo además más surtido, a cuanto en los cuartos de la vecindad, la generalidad comía…  Al menos dos chamacas habían presentado queriendo obtener el puesto. Al parecer, aquella señora quería alguien en particular, las desalentó, alegando mil pretextos. Siguió buscando. Por ahí anduvo indagando, hasta dar con Bernarda, a quien pidió, sin siquiera pedir alguna referencia, fuera a su casa, donde la enseñaría en hacer actividades, que de otra manera jamás aprendería… Con ella habló bonito, haciendo ver las ventajas que obtendría.

Pintó tan bonito el panorama, cuanto la niña entusiasmó, sabiendo podía si accediera,  ser un cambio de vida.  Entusiasmada aceptó ir en cuanto avisara la abuela.  Esta ni caso hizo a tal petición.

¿Qué tenía qué decir, si iba ganar un poco?

Sólo fijara bien, pues no iba consentir volviera diario con las manos vacías.

Trajera lo que pudiera, aunque fuera robando a la patrona…  Fue la única condición que puso, para otorgar un permiso que a Bernarda en adelante tanto ayudaría…   Así comenzó a conocer, lo que era vivir en diferente forma, no como hasta ese día había vivido.  

...

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