Una Historia De Dos.
H.A.A1 de Junio de 2012
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UNA HISTORIA DE DOS
Hacía frío, estábamos en pleno invierno. Un fin de semana bastante aburrido y decidí ir a casa de una amiga a dormir. Tuve que llamar a mi padre para avisarle pero como no tenía saldo tuve que llamar de un locutorio. Y allí estaba él, la persona que dio un giro de ciento ochenta grados a mi vida. Llamé, fui a pagar y resultaba que conocía a mi hermana y estuvieron bromeando entre ellos. Mi hermana le quitó el móvil, y yo lo cogí y se lo devolví, y sí nuestras manos se tocaron, aunque la verdad no le di importancia al principio. Fueron pasando los días y fuimos hablando. Cada vez había más confianza entre nosotros, hasta que un día le propuse de quedar y pasar una tarde juntos. Él aceptó, y yo bien contenta me fui a dormir.
Los nervios me atacaban, cuando llegué encontré a dos amigos suyos que me dijeron que él tardaría un poco en llegar. Tenía miedo de que no viniera y me puse triste, pero me animaron diciéndome que él también estaba muy contento de haber quedado conmigo. No paraba de dar vueltas y caminar de un lado a otro. Al girarme un momento lo vi a lo lejos de la calle, era él. Venía sonriendo y agachaba la mirada, saludó a sus amigos y me decepcioné al ver que no me hizo caso, será por la vergüenza, no le gustaré… me preocupé demasiado hasta que su amigo le dijo: -¿Pero salúdale al menos no?- Vino avergonzado, me agarró de la cintura suavemente y me dio dos besos. Esas mariposas en el estómago me mataban, pero a la vez me encantaba esa sensación.
Fuimos a dar un paseo, recuerdo que estábamos muy juntos el uno al otro y en ningún momento se nos cruzó ni una mirada. No paraba de mirar al suelo, no podía levantar la mirada ya que sabía que si la levantaba me atacarían los nervios aún más. De repente, sentí como me cogía la mano suavemente. Los dos muertos de vergüenza no parábamos de hablar de tonterías sin sentido con tal de no quedarnos en silencio. En un instante decidió parar, me cogió las dos manos y se me quedó mirando. No podía levantar la mirada y cada vez tenía más y más nervios, pero decidí hacerlo y en ese momento nuestras miradas se encontraron al fin, fue una mirada especial, diferente a la que tenía con los demás chicos. Se acercó cada vez más y más, cerré los ojos y poco a poco fui notando como nuestros labios se rozaban. Fue una sensación nueva, era como estar volando, no quería que eso acabara, fue como si el tiempo se detuviera unos segundos. Después le di un fuerte abrazo y me sentí la chica más feliz del mundo, desde ese momento mi vida cambió por completo.
Ése seis de febrero se podría considerar uno de los mejores días de mi vida, fueron pasando los meses y cada vez estaba más enamorada de él, era como haber encontrado un sentido a mi vida, se llenó el vacío que tenía en mi corazón gracias a él. Pero no siempre iba a ser un camino de rosas, también hubieron muchas espinas en medio que nos hacían mucho daño y aun así permanecimos el uno al lado del otro y luchamos para superarlas juntos.
Un día mi familia se interpuso en la relación ya que no querían que siguiera con él. Tuvimos que dejarlo, por mucho que nos doliera era imposible seguir juntos. Estuve una semana sin comer, sin hablar a penas con nadie. Todo me recordaba a él, cada vez que abría mi facebook tenía que entrar en su muro y ver como estaba, él apenas se conectaba y siempre que lo hacía ponía estados tristes. No podíamos más, se nos acabó la paciencia necesitábamos vernos, hablar, saber qué tal nos iba a los dos, así que quedamos para vernos el fin de semana.
Lo estaba deseando, por fin lo iba a ver, por fin iba a poder abrazarle y decirle que le necesito en mi vida, que no quiero que desaparezca de ella jamás. Llegó la hora pero él no llegaba, comencé a preocuparme y no paraba de repetirme esta frase: - No hace falta que me espere más, mejor me voy, si
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