Historia De Dos Ciudades 1
elpipelon10 de Junio de 2013
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“Historia de dos ciudades” – Charles Dickens
Parte 1
Esta novela es sin dudas conmovedora, un relato precioso que tiene varias historias que se van contando entretejidas y que sorprenden al lector gratamente con un final agridulce. En cuanto a Hegel y su concepción del arte en el mundo, según mi parecer y las abstracción que hice de las lecturas, el individuo quisiera vivir aventuras irrepetibles y experiencias inconfundiblemente personales, quisiera moverse en un mundo sensible y concreto, lleno de significado, como cuando le cuentan las fantásticas historias de los personajes de la antigua mitología llenas de dioses, y protegido por valores capaces de rescatar el causal transcurrir de las cosas por las que pasa y a las que la mayoría son indiferentes. El individuo quisiera que su vida fuera
Verdaderamente suya, es decir, quisiera vivir poéticamente, sin embargo, se mueve en la prosa.
La novela moderna para Hegel debe ser la historia de este individuo que ya ha sido dejado por los dioses pero que debe ser incapaz de renunciar a la poesía de la existencia. La novela ocupa el lugar del poema épico de la tradición, generando que la continuidad de la vida esté considerada como rica de sentido y de poesía.
Teniendo este concepto armado, en esta novela: “Historia de dos cuidades” la prosa de la vida a mi modo de ver son varias situaciones. El principal es el amor, tan cotidiano y real, a veces intangible y subvalorado. El amor profundo que le profesa Sydney Carton a Lucía Manette al dar su vida para que ella pase el resto de la suya al lado de su amor. También el amor que no es correspondido del mismo Carton pero que no por eso deja de existir. Por otro lado me parece también que nos trata de enfrentar con nuestros actos de venganza, en cuanto Alejandro Manette al querer escribir su historia de su encarcelamiento, termina involuntariamente condenando a su yendo por “venganza” contra los familiares del yerno, elemento que se analizará más adelante cuando se toque el tema de colisión. Dickens enmarca muy bien las historias, época de la revolución francesa, la toma de la bastilla y demás, pero logra de manera majestuosa tomar lo “cotidiano” y cambiarlo de la prosa de la vida a poesía (metafóricamente hablando). Son esas pequeñas situaciones que con un lenguaje preciso, una forma de narrar que solo este escritor tuvo, es que se logra transformar los eventos más sencillos en una obra de arte. Es decir, que como dice Grimferrer, con solo palabras se escribe un texto, pero no una novela en el sentido corriente. Es decir falta la genialidad del escritor que con el alma y su inteligencia trabajen en pos de una verdadera novela.
Elementos como la cárcel son muy frecuentes de Dickens, la descripción de las ciudades es fenomenal aunque lúgubre. Sin embargo, si analizamos bien son elementos cotidianos: hay una cantidad impresionante de personas en la cárcel, muchas de ellas injustamente condenadas, otros con penas que no satisfacen a la comunidad por sus fechorías, pero es un elemento que es familiar para nosotros sin necesidad de haber estado en una de ellas. Lo mismo las ciudades, vivimos en una de ellas, pero a veces para que tiene que pasar algo asombroso en ellas para las notemos. Sin embargo, Dickens logra con esa cotidianidad, eso es que común para nosotros ponerlo en poesía, que al leerlo, la “audiencia” no solo se transporte a Londres o París sino que además no sean la realidad exacta de esas ciudades, sino la actual de la época de Dickens. Toma esa prosa de la vida, lo cotidiano, lo que es universal y lo vuelve individual.
En el estado general del mundo que nos expone Hegel, lo que él llama el tiempo de los héroes, se dice que se presenta como un tiempo en que la virtud constituye el fundamento de las acciones. Los héroes son individuos que, desde la autonomía de su carácter y de su albedrío, toman sobre si el todo de una acción y la realizan; en ellos, la ejecución de lo recto y lo moral se presenta como un sentimiento individual. De modo que no pasa como en el común de los hombres y la sociedad en la que hay una ley preestablecida y universal, sino que la individualidad de estos personajes es la ley para sé misma, es decir, que cada uno está ahí para sí mismo y saca de sí su voluntad y su fuerza para la acción. Y así mismo como en el estado heroico el sujeto se halla en conexión inmediata con todo su querer, hacer y llevar a cado, de igual manera asume individualmente las consecuencias que se siguen de su acción. Todo esto parece estar hablado directamente de un personaje, personaje que termina siendo el héroe de toda la historia, pero que a su vez nos deja con un sin sabor, como una victoria Pírrica, en la el precio que se tiene que pagar por la felicidad de una familia sea la muerte de un inocente que voluntariamente accede a dar la vida por otro ser humano siendo él inocente. Sabemos bien que se trata de Sydney Carton. Él es quien lleva sobre sus hombros la felicidad y unión de Carlos Darnay y Lucía. El sabe muy bien lo que hace, nace de sí mismo la idea de intercambiarse. Individualmente es una decisión que no le costó tomar, su amor era más fuerte y representa muy bien lo que para Hegel es un héroe. No inculpa a nadie, aunque sabemos que Darnay de no haber hecho ese viaje, las peripecias y fatídico destino de Carton no hubiesen sido necesarios.
Por otro lado, a diferencia de la individualidad y época heroica, nosotros hacemos la distinción entre persona y familia. La época de los antepasados fluye hacia los descendientes, y una generación entera sufre por el primer delito; el destino de la culpa y de la prevaricación se hereda. A nosotros esa condenación nos parecería injusta como un destino ciego. Entre nosotros las acciones de los antepasados no ennoblecen a los hijos y nietos, de igual manera que los delitos y castigos de los progenitores no deshonran la descendencia, y menos todavía pueden mancillar a su carácter subjetivo. Pero en la antigua totalidad plástica el individuo no está aislado en sí sino que es miembro de una familia o tribu. Por eso, el carácter, la acción y el destino de la familia es asunto de cada miembro. Y lejos de renegar de las acciones y del destino de sus padres, por el contrario, cada miembro partículas los asume voluntariamente como suyos. Esto lo vemos claramente en Dickens, cuando narra el pasado de la familia de Darnay y cómo Manette sin querer condena a su yerno a una muerte segura. Es Darnay quien esta vez carga a sus espaldas los delitos de sus antecesores, por quienes es encarcelado a pesar de ser inocente de lo que se le acusa, pero por tener tal apellido, ser descendiente de estos hombres que tanto mal le hicieron al médico, es el merecedor de tal castigo en la sociedad de entonces, que aún a pesar de que el mismo Manette es quien aboga por él, no le es retirado ningún cargo por los que se le acusa. Así pues, en ese estado actual del mundo en ese entonces, en general se puede actuar por si mismo bajo uno u otro aspecto, pero cada individuo, por más que haga y deshaga, pertenece a un orden dado de la sociedad, y no aparece como figura autónoma, total y a la vez individual y viva de esta sociedad sino solamente como un miembro limitado de la misma.
A los individuos en este estado general se les abren estados especiales como las colisiones y complicaciones que incitan a los mismos individuos a exteriorizar lo que son y se muestren como figuras determinadas. El conflicto y relaciones de colisión en esta novela son variados y abundantes. Con ello, el estado del mundo que primeramente es armónico en sí, es llevado a la diferencia y oposición frente a sus individuos. La colisión determina la esencia de la situación, la cual conduce a reacciones y bajo este aspecto representa el punto de partida y la transición a la acción auténtica. Es decir que se presenta como una situación, que hace que el o los personajes se vean enfrentados a la misma y decidan actuar de una forma u otra pero que es el hecho el que les crea la necesidad de ejercer una acción. Bajo este aspecto, la colisión tiene su fundamento en una lesión que no puede permanecer como tal, sino que tiene que ser reparada. La colisión es quien perturba esta armonía y lleva a la disonancia y oposición a este ideal unitario en sí.
Hay varios puntos de corte a lo largo de la novela, que tornan la historia extraña de tal forma que nos hacen indagar sobre lo que está sucediendo. Iniciando con la liberación del señor Manette, el médico que ha sido encarcelado en la Batilla sin justa causa. Los que no nos imaginamos es toda la historia que hay de tras de esa privación de la libertad, quienes fueron los implicados y mucho menos que más adelante un descendiente de los ultrajadores es quien se casa con su hija adorada. Por supuesto no es un mal hombre, pero carga con el peso de las acciones cometidas por su ascendencia. Por eso éste es un tipo de colisión que se encuentra y es que derecho ligado a la naturaleza como lo dice muy bien Hegel, y pone como ejemplo los descendientes de reyes y enemistad entre hermanos.
Otra fuente de colisión son los sentimientos de Carton por Lucía, que no puede corresponder. Ella concuerda con que no es suficiente para ella, cosa que Carton toma bastante bien y lo acepta no sin eso desaparecer su amor y aprecio hacia ella. Aquí hay un muro de separación, de por sí ajeno a los sentimientos, pero separa a Carton de aquello que estaría dispuesto a alcanzar. Otro buen ejemplo es aquel que consiste en que Manette ha hecho algo (al escribir su relato sobre su prisión) sin saber, sin la intención, algo que luego se muestra como una lesión de poderes morales que por esencia merecían ser
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