Una tarde, un viejo y venerado maestro, que solían llamar Próspero, se despedía de sus discípulos pasado un año de clases.
edunamphApuntes13 de Noviembre de 2016
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Una tarde, un viejo y venerado maestro, que solían llamar Próspero, se despedía de sus discípulos pasado un año de clases.
En su enseñanza y en su carácter había un sentido más profundo. Dominaba en la sala un bronce primoroso que figuraba al Ariel de la tempestad, había un entusiasmo generoso y desinteresado en la acción, la espiritualidad de la cultura, en la vivacidad y gracia de la inteligencia.
Junto a una estatua que presidían cada tarde, en los coloquios, y que había procurado despojar a la enseñanza de toda austeridad, les hablará renuevo para que sea una despedida en un convenio de sentimientos y de ideas.
Menciona que hay que tomar conciencia al conquistar nuestros deseos, primero hay que tener fe en nosotros mismos, y la juventud que hicimos es un gran tesoro, hay que hacer que el activo sentimiento de su posición permanezca ardiente y eficaz. Hubo una vez en que los atributos de la juventud humana se hicieron los atributos del pueblo, y menciona el ejemplo de Grecia, cuando los dioses regalaron el secreto de su juventud inextinguible.
Animados por el sentimiento, hay que abrir los horizontes, con una noble ambición de hacer sentir nuestra presencia en ella desde el momento en que la afrontemos con la mirada de un conquistador, quizá la influencia de la juventud, son en la marcha de las sociedades menos efectivas e intensas que deberían ser. América necesita grandemente su juventud, por eso les ha hablado, por que le interesa la orientación moral de su espíritu. La energía de su palabra y su ejemplo pueda llegar hasta incorporar fuerzas vivas del pasado a la obra del futuro.
El sabio maestro, al mencionar las aptitudes que están en el corazón de los jóvenes resalta de que hay que estar conscientes en la mente y en el sentimiento, el entusiasmo, la esperanza, la alegría, los cuales unidos a la razón, la salud y la edad, convierte a los jóvenes en los responsables de renovar la sociedad, a fin de transformar lo que deban transformar, defender lo necesario y sembrar los primeros arbores del futuro.
El profesor hace referencia al Calibán, tiene un símbolo del egoísmo, contrario al de Ariel, del no tener razón y de los espíritus cortos e interesados y puede llevar al hombre a alejarse de la senda de la rectitud y la ética, empobreciendo su espíritu. Piensa el maestro una gran preocupación por los intereses opuestos al espíritu de la democracia. Donde este espíritu domine, siendo la entronización de Calibán, Ariel no puede menos que ser el vencido de ese triunfo.
También se hace referencia a El rey hospitalario, que cuenta la experiencia de un rey amado por su pueblo y justo, y quien trabajaba para él, incluso haciendo que su casa fuese “la casa del pueblo”, es decir, que los súbditos podían pasar a su palacio como quisieran.
Y el rey tenía una sala secreta, en donde solamente el podía estar ahí, en donde podía pasar sus horas meditando y creando. Cuando el Rey murió, la estancia quedó clausurada para siempre. De esta forma, el autor plantea la necesidad de conservar un espacio de la psique y de la mente, para poder estar en paz consigo mismo, al tiempo de tener un lugar para albergar a los extraños que vamos conociendo, pero sin perder nuestra intimidad, necesaria para tener un lugar interno donde refugiarse.
Señala con un gran énfasis los dos distintos tipos de vida que existen: las que se apegan al utilitarismo y al idealismo. También, hace una referencia acerca de la importancia de educar a la Democracia, fortaleciéndola en sus aspectos morales e intelectuales, a fin de que el ejercicio de ella se encuentre orientada siempre hacia el idealismo, y no hacia el utilitarismo, que puede llevar a corromperla o sacarla de la senda de la ética. Por lo que las nuevas generaciones tienen una gran responsabilidad.
Finalmente el profesor, al
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