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Zapatos De Fuego; Sandalias De Viento


Enviado por   •  26 de Marzo de 2015  •  3.166 Palabras (13 Páginas)  •  594 Visitas

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CAPÍTULO I: TIM, LOS OTROS NIÑOS Y UNA FIESTA FAMILIAR

Tim, hijo de un zapatero, que vive en un sótano con sus padres. Es gordito y tiene un gran complejo por ello, además es el más bajito de su clase. Sus compañeros se burlan de él. Un día, decide trabajar, porque se sentía desgraciado por las burlas y además tenía que soportar ser pobre. Antes de ir al colegio, iba al mercado a ayudar a las verduleras. Le pagaban con manzanas, plátanos, racimos de uvas o monedas. La señora de los quesos y huevos le daba dos monedas. Tim compraba dulces y lo regalaba a sus compañeros para que no lo molestaran, pero ello continuó. Por lo tanto, ahorró ese dinero y compró unos regalos para sus padres y para él una piruleta. Cuando llegó a su casa, su padre dijo: “Haremos un gran fiesta familiar” y comenzó a hablar sobre sus peripecias cuando era zapatero ambulante, tiempo en el que había visto y oído muchas cosas por lo que tenía muchas historias para contar.

CAPÍTULO II: TIM YA NO QUIERE SEGUIR SIENDO TIM Y LA HISTORIA DE UN REY MUY GORDO.

Un buen día, Tim se plantó ante su padre y le dijo:

-¡Dentro de poco será mi cumpleaños!

-¿Qué deseas que te regale? -preguntó su padre. -¡Oh, nada! -dijo Tim-. Sólo quiero dejar de ser Tim. -¿Te gustaría llamarte de otro modo? Voy, pues, a dedicarme a pensar en un bonito nombre para ti. Tal vez piense en un nombre nuevo que nadie ha usado todavía. Pero Tim siguió poniendo una carita muy triste y contestó: -No me entiendes, papá. No quiero tener otro nombre, me gusta mucho el de Tim. Pero desearía no continuar siendo yo mismo; preferiría ser otro chico. Le cuenta que en el colegio le hicieron una canción, se rieron, pero él se enfadó. Su padre le dice que debería haberse reído también y le cuenta la historia de un rey llamado Tim El Gordo, de quien se hicieron canciones para reírse, pero él también lo hacía. Como era alegre y listo, se casó con una bella princesa y tuvo seis hijas: tres esbeltas y altas y otras tres gorditas, pero igual siempre estaban contentos y se divertían mucho. Pero Tim continuó enfadado dijo: No soy rey y además de ser pobre debo soportar las burlas. Su padre piensa que desearía tener otros padres, pero él dijo que se sentía feliz con ellos. Se acerca el cumpleaños de Tim y sus padres le prometen un regalo muy especial. Pensó que debía ser algo maravilloso.

CAPÍTULO III: CIENTO NUEVO MINUTOS ANTES DE SU CUMPLEAÑOS Y LA HISTORIA DE UN HOMBRE MUY TONTO

Tim estaba muy emocionado esperando que llegara el día de su cumpleaños. Puso poca atención en la escuela y al llegar a casa lo mandan a comprar con las cosas anotadas en un papel. Tim dice que las recordará con la primera letra de cada palabra: SHAL (sal, huevos, arroz, limones), pero en el trayecto, al recordar que sería su cumpleaños, olvidó lo que debía comprar. Cuando llegó a casa, sus padres rieron mucho porque solo había recordado los huevos. Su padre se encerró para poder terminar el regalo de su hijo a tiempo, pero Tim estaba cada vez más ansioso y preguntaba a cada momento cuánto faltaba para su cumpleaños. Su padre respondía: Faltan ciento nueve minutos (como 16 horas). Tim no podía dormirse, así que su padre le cuenta una historia sobre un hombre tan impaciente que decidió que todos los días fuera su cumpleaños. Al principio se sintió contento, pero después empezó a aburrirse y un día preguntó: ¿Cuándo es realmente mi cumpleaños? Su mujer le dice que pasó hace una semana y que no lo había podido apreciar al celebrarlo todos los días. Entonces se dio cuenta lo tonto que había sido. Tim pensó, pobre hombre, tendrá que esperar un año entero para su cumpleaños, en cambio, el suyo sería al día siguiente. Su madre le cantó canciones y a la quinta se quedó dormido.

CAPÍTULO IV: ZAPATOS DE FUEGO, SANDALIAS DE VIENTO Y UN PLAN FANTÁSTICO

Tim solo tiene un deseo para su cumpleaños: dejar de ser pequeño y gordinflón. Pero sus padres tienen pensado otro regalo para él. La mañana de su cumpleaños, cuando Tim se levanta de la cama, ve dos mochilas listas con un par de zapatos de color rojo y unas sandalias. Pero no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas porque no veía ningún juguete. Entonces, su padre le dice Querido Tim: me dijiste un día que te hubiera gustado ser un rey y marcharte muy lejos de aquí, cabalgando sobre tu caballo, pero como no tengo dinero para eso, haremos un viaje de cuatro semanas: una travesía especial cargada de cuentos, historias y aventuras que harán que Tim aprenda a mirar la vida desde un nuevo punto de vista. Visitarán muchos pueblos y remendará zapatos para recibir comida y hospedaje. Tim se sintió feliz. Además, su padre le dice que le tiene otro regalo, un nombre nuevo: Zapatos de Fuego, así lo llamaría durante el viaje. La madre le da el nombre de Sandalias de viento al padre de Tim, quien les dijo que este era el mejor cumpleaños de su vida. Al llegar a su colegio, le cuenta a su maestro el gran regalo.

CAPÍTULO V: LA GRAN DESPEDIDA Y CIEN MILLONES DE CORAJES DIGNOS DE UN LEON

Pasó una semana, pero ya equipado y en compañía de su padre, parte, en cuanto llegan las vacaciones. Se despiden de la madre quien les dice que regresen sanos y salvos. Al principio, Tim tenía un nudo en la garganta, pero se pusieron a cantar con su padre para que se pasara. Tim le dice: Ahora empieza lo bueno. Su padre le dijo: Tim, somos dos hombretones y él respondió: “Tengo cien millones de corajes, al igual que un león, cien millones de fuerzas, lo mismo que un caballo” .Viviremos grandes aventuras. Se apresuran por llegar a la estación para que no los dejara el tren.

CAPÍTULO VI: EL VIAJE COMIENZA REALMENTE Y TIM VIVE UNA AVENTURA

Llegan a un primer pueblo. Descienden del tren y toman un atajo para llegar a un prado, donde había flores, mariposas. En la entrada del bosque había abetos, setas, moras, fresas e incluso vieron un conejo. Todo era muy bello. Buscaron un lugar, pusieron un mantel sobre el pasto y almorzaron. El almuerzo les dio sueño, así, el padre se durmió, pero Tim estaba tan emocionado que se quedó despierto, pensaba que era mejor vigilar por si venía ladrones. De pronto sintió un ruido y se asustó al pensar que era una serpiente. Su padre despertó y rió, pues era solo un ratón. Entonces el padre le dice ¿dónde has dejado tus cien millones de corajes, al igual que un león?

CAPÍTULO VII: LA TEMIBLE ALMA Y EL VALIENTE TIM

El primer día se quedaron en una granja en donde vivía una niña llamada Gisela, de la misma edad de Tim, que admiro mucho a Tim por recorrer el mundo y se sintió muy importante. La niña le mostró todos los animales de la granja y le dijo que las vacas aún estaban pastando, a las que no temía afirmó Tim. Por la tarde fueron hasta donde estaban y todas tenían nombres: Olga, Berta, Emma y Alma. La niña tomó la cadena de una, que era la que guiaba (Emma) y Tim tomó a la que siempre quedaba atrás: Alma. El niño pensó: Con esto demuestro lo valiente que soy. Alma se detuvo y negó a moverse. Al tirar la cadena, la vaca dio un tremendo mugido y sale corriendo arrastrando a Tim, que llama desesperado a Gisela. Ella va en su ayuda, cogió la cadena, dio unos azotes al trasero de la vaca y esta siguió obediente colina abajo. Tim iba detrás, pero ya no se consideraba un tipo tan estupendo. Por la noche le cuenta a su padre y se rieron alegres por la aventura.

CAPÍTULO VIII: TIM PASA POR UN PUENTE Y LA HISTORIA DE UN PEZ CENTENARIO

Al día siguiente, continúan su viaje. El padre encontró bastante trabajo y Tim se portó como un magnifico compañero de viaje y se mostró muy valiente. Los zapatos rojos adquirieron un tono gris a causa del polvo y comenzaron a deteriorarse por las piedras y zarzas del camino. A veces no conseguían trabajo y se sentían cansados, hambrientos y sedientos, pero Tim no se quejaba nunca y cantaban una alegre canción para animarse. Ascendieron a una alta montaña y llegaron a un torrente, sobre el cual había un tronco para cruzar. Tim cae al agua y mientras esperaba se secaran sus pantalones, su padre le contó la historia de un pez centenario que era muy astuto y nadaba hacia ciento veintidós años. Cuando cumplió 123 empezó a aburrirse tuvo la curiosidad de saber cómo era vivir fuera del agua. Entonces se dejó pescar, pero se empezó a desesperar fuera del agua, se soltó del anzuelo y cayó nuevamente en el agua. Luego contó a los otros peces que la tierra era espantosa. Cumplió entonces 125 años hasta que un día nadó a un torrente y un niño gordo se sentó sobre él, lo que hizo que el pez muriera de susto. Tim le dijo: Me estás engañado, no me he sentado sobre ningún pez. Entonces rieron y los pantalones ya estaban secos.

CAPÍTULO IX: LAS TINIEBLAS DEL MIEDO, EL CONEJO MIEDOSO Y LAS ESTRELLAS

Continuaron su viaje y no tuvieron un buen día. Anocheció y en medio de un bosque la noche llegó. Se dieron cuenta que se habían desviado del camino. Tim se asustó y tomó la mano de su padre. Se habían perdido y Tim recordó una palabra que aprendió de su maestro: TINIEBLAS y dijo estamos rodeados de ellas. Su padre dijo no, las tinieblas se extienden sobre nosotros cuando estamos solos y tristes, lo que no sucede con ambos, pues estaban juntos. Entonces Tim le pide le cuente una historia. Le habló sobre un conejo que tenía miedo durante el día y la noche. Un día casi lo atrapa un zorro y un búho, por lo que no salía de su madriguera. Un día vio una terrible lechuza que lo miraba y le decía que se alegraba de verlo por ahí, no sabes cuantas ganas de comerme un conejito. El sintió terror, pero cuando volvió a levantar su vista, vio las brillantes estrellas, y le dijo a la lechuza que estaba demasiado flaco, que tal vez sería mejor comerse 7 palomas y le señaló 7 bellas estrellas y voló hacia ellas para atraparlas, lo que permitió al conejo huir hacia su madriguera donde estaría seguro. En tanto, Tim y su padre, llegan a un pueblo, pero preparó una mullida cama en un trigal. Miraron las estrellas y el padre mostro el grupo de 7 estrellas con las que el conejito había engañado a la lechuza.

CAPÍTULO X: TIM SIGUE SIENDO GORDO Y LA HISTORIA DE UN CORDERITO NEGRO

Por la mañana fueron al pueblo y Tim vio unos niños jugando a la pelota, los que se rieron de su gordura. Llegó triste donde su padre y le dice que tiene un aspecto espantoso. Su padre le señala que tiene aspecto de Tim y que no existe en el mundo otro Tim Zapatos de Fuego, solo que es un poco gordo y tiene que acostumbrarse a eso y le contó la historia de un rebaño de corderos blancos y solo uno negro, al que le decían que era feo, lo que lo puso triste, se apartó de ellos y se escondió. Trató de volverse blanco sumergiéndose en un río, pero nada. Pensó que Dios se había equivocado y se dirigió al cielo. El portero no lo dejaba entrar por ser tan negro, pero se achicó y pasó entre sus piernas. El segundo guardián, le tuvo lastima y lo dejo pasar el tercero dijo “que cosa más bonita” y lo condujo a Dios, quien se sintió feliz de haber creado un hermoso cordero negro, el se sintió feliz y volvió al prado. Los otros corderos se volvieron a reír, pero el corderito negro pensó que Dios lo había hecho así solo a él. Así que le dijo a los otros que era feliz así y lo quisieron. Su padre le dijo que aburrido sería el mundo si fuésemos todos iguales. Tim volvió donde los niños y uno dijo podría ser un buen portero. Tim les explicó a los niños el motivo de su viaje y todo lo admiró y lo bautizaron como “el gordinflón vagabundo”, pero no se ofendió y pasó un día estupendo. Luego se despidieron hasta el próximo año.

CAPÍTULO XI: EL GORRO MÁGICO Y UNA HISTORIA SIN FIN

Al llegar al siguiente pueblo, se encontraron con una carta de la madre. Fueron a la oficina de correos y había un gran paquete con ropa limpia, un enorme pastel, una salchicha, una piruleta, una caja de cigarros y un bello gorro de la lana rojo para Tim.

Luego el padre escribió una carta y Tim un dibujo con los paisajes que habían recorrido, con dos caminantes, uno muy alto y delgado y el otro pequeño y redondito.

Luego Tim le dice a su padre que cree que está enfermo. –él dijo yo también, así que un buen remedio para esa dolencia era ponerse el gorro de lana y el fumar un cigarro.

Tim estaba muy triste, extrañaba a su madre. Luego paso ante ellos un auto muy elegante con un hombre y una niña. Tim se puso d mal humos y sintió envidia. Paso un avión y Tim dijo si pudiera volar. Su padre dijo: yo querría, yo desearía, si yo pudiera. Así se llamaba aquel muchacho. ¿Quién dijo Tim? Un niño pobre muy pobre, muy pobre. Se llamaba yo querría, yo desearía, si yo pudiera, pero esta historia no tiene fin.

El inicio de la historia es divertido, pero su final no. Todo lo que deseaba el niño se hacía realidad, incluso una vez le salió una barba por desearlo, pero no bastaba no desearlo para no tenerlo. Así que tuvo que esperar que se cayera sola. Era un niño muy desgraciado, pero al fin aprendió a ser precavido con sus deseos, entonces se quedó en un rincón pensando lo que podía desear, como no se le ocurría nada, se aburrió y su vida se volvió triste, porque ya no había nada con que ilusionarse.

¿Y cómo termina? Ya te he dicho que esta historia no tiene fin. Todo el mundo puede tener deseos, pero hay que ser prudente para no perjudicarse.

CAPÍTULO XII: TIEMPO LLUVIOSO, MAL HUMOR Y LA HISTORIA DE UNA NARIZ

Llegaron a una granja y el padre tuvo mucho trabajo. Los granjeros tenían tres hijos y Tim jugó con ellos. Además montó sobre un caballo viejo. Cuando estaba sobre él, se sentía como un rey y le hubiera gustado quedarse, pero debían irse. Tim no quería, pero su padre no aceptó. Tim amenazó con enfermarse porque se mojaría con la lluvia. Estaba muy enojado. Su padre empezó a hablar bajito, como si hablara consigo mismo. Hubo una vez una mujer que se enojaba por todo y con todos en el pueblo. Tanto por lo bueno como por lo malo. Un día se enojó de vivir en ese lugar y se fue a otra ciudad, pero igual regresó enfadada. Con el tiempo su cara adquirió una expresión amargada. Se llenó de arrugas y su nariz se alargó. No era una nariz tan divertida como la de Pinocho, sino que era repulsiva y avinagrada.

Tim se tocó la nariz y le dice al su padre: Ya sé porque me has contado esta historia, pero sigo enojado. Su padre le dice “pero las narices siguen creciendo con la lluvia y podrías colgar en ella tu mochila. Tim ya no pudo contener la risa y le dice que ya no está enojado. Volvía a ser un alegre caminante.

CAPÍTULO XIII: EL TESORO ESCONDIDO Y LA HISTORIA DE UN CERDITO QUE QUERÍA TRAER SUERTE

Llevaban tres semanas de viaje. Cada vez tenían más ganas de regresar. Extrañaban a la madre. Deseaban llevarle un regalo. Tim exclama: si encontrásemos un tesoro. Una montaña de oro y piedras preciosas. Continuaron caminando y en el bosque encontraron un castillo en ruinas. Tim pensaba que ahí estaba el tesoro y empezó a buscarlo por todo el castillo, sin tener éxito. Pensó que ya otros se lo habían llevado, pues vio colillas de cigarros. Se lamentó y dijo: “siempre seremos pobres”.

Su papá le cuenta la historia del cerdito de la suerte. Había un cerdito gordo y rosado que se empeñó en ser el cerdito de la suerte porque pensaba que así sería rico, y se puso a buscar un tesoro. Entonces no jugó con los otros cerditos, ni comió ni durmió. Solo se dedicó a buscar el tesoro. Un día encontró una vieja olla llena de monedas de oro, perlas y piedras preciosas. Entonces, se las comió. Pero no se sintió feliz, porque le dolía su barriga. Luego sintió miedo pues cuando caminaba hacia un gran ruido y pensó que el granjero lo mataría o los ladrones se apoderarían de él. Y sintió que era tan desgraciado. Entonces escupió todo, volvió a comer lo que le correspondía, a jugar con los otros cerdos y revolcarse en el estiércol. Entonces dijo: ahora tengo suerte y soy feliz. El granjero se quedó con el oro y puso un lazo azul en la colita del cerdito en agradecimiento.

Tim pensó que no era buena idea tener un tesoro. Jugó con su padre y se cayó a un sótano. Cuando su padre lo rescató dijo: que pesado es ese saco de oro. El mejor tesoro del mundo se lo llevaremos a mamá.

¿Qué aprendió Tim con la historia del cerdito?

Que la riqueza no hace feliz y que el mayor tesoro no son las cosas materiales, sino que las personas.

CAPÍTULO XIV: UN DÍA ALOCADO Y LA HISTORIA DE LOS DOS HALCONES VAGABUNDOS

Estaban muy agitados porque debían ir a la estación de tren, ya que debían regresar. El padre se recuesta a descansar un rato en el bosque y Tim no pudo, así que se internó en él; pero se perdió y se asustó. Finalmente, encontró a su padre que aún dormía. Entonces, le dice, esta vez yo contaré la historia. Él le cuenta una historia de dos halcones vagabundos. Uno que se quedó dormido y el otro que se internó en el bosque sin permiso. Su padre le dice que siempre debe avisar donde irá y donde estaré para estar seguro.

CAPÍTULO XV: EL REGRESO Y EL FINAL DE LA HISTORIA SIN FIN

Tim y Danko regresan a su hogar. Los primeros en verlos fueron Leila; luego, el abuelo y la abuela, quien, al reconocerlos, derrama lágrimas de emoción.

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