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Ética impía

Laura Camila Grimaldos VelandiaEnsayo8 de Septiembre de 2022

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Ética impía

Por: Laura Grimaldos

¿Alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida? ¿qué hacemos aquí? ¿por qué estamos aquí?, ¿para qué estamos aquí? ¿por qué somos lo que somos y por qué actuamos como actuamos?, ¿acaso te has preguntado también si existe un Dios? ¿quién es y qué hace? Estas son algunas de las preguntas que varias personas nos hemos planteado al menos una vez en la vida, y están más relacionadas de lo que nosotros quisiéramos. Cuando se habla de Dios, independientemente del que el lector tenga presente en su mente, se hace referencia a un enigma del cual sabemos absolutamente nada. Una de las principales características de este misterioso personaje es la imposibilidad de afirmar algo sobre él, pero lo que sí sabemos, es que es del que solemos hablar en aquellas charlas íntimas con nuestros amigos o familiares más cercanos, o con nosotros mismos, cuando nos preguntamos sobre el sentido de la vida. En muchas ocasiones, usamos esta imagen de Dios para explicar los enigmas del universo, y de acá nace otra gran pregunta que se plantea la filosofía, ¿por qué existe lo que existe y no otra cosa?

En algunas culturas se ve a Dios como el gran legislador del cual se sabe todo, o casi todo. Creen saber lo que él piensa acerca de nuestro mundo, del sexo, la política, la comida, la moda, entre otros. Justifican la moral, las normas, los decretos y conflictos que rigen a una sociedad, solo invocando su nombre. Él nos dice cómo se debe vivir, lo que se debe hacer y cómo hacerlo, y por supuesto, lo que no se debe hacer, en pocas palabras, “Dios es el sentido de la vida”. Ordena que las mujeres deben vestir decorosas, aborrecen cuando dos hombres practican sexo entren sí, o cuando ven a sus hijos masturbarse. Sin embargo, aun cuando se tiene una imagen de Dios en la mayoría de culturas, no todas son estrictamente iguales. De hecho, existen grandes diferencias en algunas de ellas, por ejemplo, en algunas culturas se comenta que no es del agrado de Dios que se ingieran bebidas alcohólicas, mientras que, para otras, se exige beber todos los viernes por la noche o los domingos por la mañana; en algunas es pecado el suicidio y el homicidio, y en otras, es una forma de ganarse la vida eterna.

El autor del libro “21 lecciones para el siglo XXI”, menciona que Dios es el nombre que, debido a su ignorancia, da el ser humano a los secretos desconocidos del cosmos. Cuando se le pregunta a un creyente sobre la existencia de su Dios, es común encontrar respuestas del tipo: “La ciencia no puede explicar el big bang, de modo que tuvo que haberlo hecho Dios”. Sin embargo, como lo menciona Yuval Noah, este actuar es como el de “un mago que engaña al público sustituyendo de manera imperceptible una carta por otra; los creyentes sustituyen con rapidez el misterio cósmico por el legislador mundano”. ¿Qué relación puede tener el no comer carne en semana santa con el big bang? “No comprendemos el origen del universo, por lo tanto, debes cubrirte el pelo en público y votar contra el matrimonio gay”. Noah menciona que no solo es inexistente la conexión lógica entre ambas cosas, sino que son contradictorias, puesto que, cuanto más profundos sean los misterios del universo, menos probable es que a quienquiera que sea el responsable de ellos, le importe en lo más mínimo el código de la vestimenta femenina o el comportamiento sexual humano.

Por otro lado, no se tiene ninguna evidencia de que todos esos libros sagrados (la Biblia, el Corán, el Libro Mormón o los Vedas), hallan sido escritos por su Dios respectivo o por la fuerza que describió las leyes del universo, “solo son narraciones inventadas por nuestros antepasados con el fin de legitimar normas sociales y estructuras políticas”, dice Noah. Sin embargo, hay que destacar que estas leyes han sido útiles para establecer un orden social y han tenido consecuencias positivas. Las religiones han inspirado odio y fanatismo en algunos, pero también amor y compasión en otros. Pero aquí es donde Noah se plantea algo importante, aunque los dioses puedan inspirar la piedad y misericordia en nosotros, la fe religiosa no debería ser una condición necesaria para el comportamiento moral. La gente tiende a pensar que es necesario creer en un dios que proporciona leyes concretas a los humanos, de lo contrario, la moral desaparecería y la sociedad se sumiría en caos. La idea de que se necesita creer en un ser sobrenatural para que nos haga actuar correctamente, implica que hay algo no natural en lo moral, pero en realidad es todo lo contrario, la moral de algún tipo es natural. Todos los mamíferos sociales, desde los chimpancés hasta las ratas, poseen códigos éticos que ponen límites.

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