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Analizar historias de vida

ALEXANDRA MICApuntes18 de Mayo de 2017

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FACULTAD LATINOAMERICANADE CIENCIAS SOCIALES

MÉTODOS CUALITATIVOS

Maestría en Antropología 2016- 2018

        Alexandra Morales

Sábado 15 de abril de 2017. El portón con dibujos de dos hombres en pose de pelea me da la bienvenida a la propiedad de la Familia Torres, en el barrio “La Ferroviaria Alta”; al fondo y con una estructura de lata, el gimnasio de la marca Ecuador Full Wrestling se impone entre los pequeños departamentos contiguos. Ingreso al departamento de Gerardo Torres, me recibe con un caluroso saludo y me invita a tomar asiento en la mesa de su comedor, en donde no falta un crucigrama y el diccionario que ayuda a resolverlo – Por que yo no quiero que me gane el amigo alemán- dice mientras ríe, refiriendose a la enfermedad de Alzheimer. Comentamos sobre la situacion actual, temas como el clima, la política y preguntas sobre la familia  hace la conversacion amena.

“Don Gerardo”, es un hombre de estatura media, su cabello y barba canosa son las únicas que dan fe de sus 77 años, puesto que su cuerpo fornido conservado por la halterofilia y su pelo en pecho que se asoma bajo su camisa, apuestan menos edad y más salud, a pesar de su adicción a la Cola Cola y al cigarillo.

Este culto al cuerpo por parte de Don Gerardo, se debe a que durante su juventud, fue conocido como “El Relámpago Torres”, uno de los mejores luchadores de la “Época Dorada del Catchascan quiteño”,y  que junto con “El Indio Comanche”, “Fortunato el hermoso” y demás, otorgó momentos de alegría durante las exhibiociones de lucha libre realizadas en la Plaza Arenas o en el Coliseo “Julio Cesar Hidalgo”, convirtiéndolo en una leyenda viviente del catchascan quiteño y por lo tanto en el custodio de las memorias de este deporte- espectáculo,así como de los movimientos, llaves,contrallaves, entre otros movimientos que caracterizan a este deporte.

Gerardo Torres comenzó su carrera bajo el nombre de “El Vengador”, “El As Negro” o lo que se les ocurría. Fue el Dr. Oswaldo Reyes, dueño de la empresa de aquel entonces, quien lo bautizó como “El Relámpago Torres”, nombre que se le fue otorgado en honor a su rapidez y a su poderoso trío de patadas voladoras seguidas, que hasta la fecha nadie ha logrado superar. Fue conocido también por la nitidez en su técnica, tomando en cuenta que en el catchascan están los luchadores técnicos y los rudos: los primeros hacen gala de su nombre, utilizan sus técnicas de tal manera que no van en contra de las reglas; los rudos por su parte, son los que se valen de todos los medios necesarios con tal de ganar. Bajo este contexto “El Relámpago” fue conocido como el “Caballero del ring ecuatoriano”. Durante la venida de los luchadores mexicanos, en el año de 1959, hace mención de su amistad con “El Huracán Ramírez, de sus entrenamientos y de como por vanidad, regaló todas sus fotos que hacían memoria de estos momentos.

Ya con anterioridad, le he pedido a Don Gerardo que me cuente desde el principio sus experiencias y vivencias, tales como el inicio de su gusto por el catchascan hasta la actualidad, para lo cual y de “mil amores” como dice él, desempolva sus recuerdos así como su recopilación de fotos, recortes y demás, prende un cigarrillo, mira hacia la pared y comienza con su historia.

La entrevista en su totalidad se realizó en torno a la historia del catchascan quiteño, esta será divida en varios subtemas, como por ejemplo: el gusto que se adquiere por el catchascan, la hisotoria de su llegaba a suelo quiteño, los entrenamientos en los años 60, los ultimos momentos del catchascan y las diferencias que mantiene el catchascan moderno con el de la primera generación.

La entrevista empieza con Don Gerardo comentando sobre como inició su gusto por la lucha libre y comienza con su relato a los 12 años a sus doce años, época en la cual menciona, “mi papá, un hombre de campo, no es que sabía nada, ha oído con amigos que va a haber lucha libre, en ese tiempo en la Plaza Arenas, (…) ese era el mejor escenario de Quito: para los toros, para cualquier espectáculo era la Plaza Arenas. Entonces me invita y nos lleva a mí y a mi mamá (…), mi papá temblaba. A mí también me impresionó, unos tremendos musculados que se pegaban, me impresionó y me gustó, dije – Yo si quisiera ser así-” (Torres, entrevista 2017). Tanta fue la emoción de esta experiencia que empezó a asistir constantemente, sin faltar a ni una sola de ellas, no recuerda bien los nombres de todos sus antepasados de la lucha pero lo que si recuerda bien, es que al finalizar toda la presentación, subía al ring con otros tantos niños que querían emular esta experiencia pero haciendo su propia versión de cada lucha. Así fue formándose su afición y además que se dio a conocer entre los luchadores por ser “el guambra[1] que se sube al ring”.

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