El bien comun

Desde la perspectiva de la ética, nos podemos referir como bien común ,a la acción que se lleva acabo para el beneficio de muchas personas, las cuales tengan casi los mismos ideales o creencias morales; comúnmente esto se debe a que uno de los puntos más importante los cuales deberían considerarse son: el respeto y el aumento de los valores que se inculcan en la propia comunidad, estableciendo como un modelo de forma de vida ideal, y que es transmitida por la educación .Pero el punto ,el cual es más importante para la ética, es encontrar la mejor manera de vivir, para obtener como resultado, la felicidad de las personas.

No se puede determinar con exactitud aquello que hace feliz, y lo que es bueno para las personas, sin antes conocer lo que quieren y valoran dentro de su comunidad, que puede ser variable, según su construcción cultural, lo que nos conduce a analizar y tomar decisiones pensando en todos, y desde este enfoque, el bien común se forma por los bienes que las personas comparten propiamente en común y que se relacionan entre sí, como la interpretación de la justicia, los valores que más destacan y las virtudes cívicas, como fundamentos para el buen vivir y la felicidad que las personas pueden lograr a través de ellos.

La buena comunidad se transforma en una asociación solidaria entre las personas, cuyo bien son las relaciones mutuas entre ellas, y a partir de estas relaciones las personas consiguen su bienestar, aunque no siempre sea tan sencillo encontrar el bien común, por la diferencia de opiniones, pero sin embargo, se puede llegar a un pleno acuerdo por medio del dialogo y una actitud pacipativa. En este punto de vista, podemos considerar la educación y el conocimiento como bienes comunes, como una herramienta colectiva, de cooperación y progreso para todos, sosteniendo el bienestar de los seres humanos en su relación con otros.

Aristóteles nos presenta este paradigma de la felicidad, de una forma donde tiene que ser analizadas las aspiraciones que tienen las personas en sus acciones cotidianas, referidas a las actividades laborales, la actividad política o la vida familiar, y revelar el ideal de vida que se expresan a través de estas acciones cotidianas. El modelamiento de las costumbres o la organización de las relaciones comunitarias, muestra un aspecto distintivo del paradigma, que es el sustancialismo, que conciben la moral como un ámbito en el que, lo principal no es el discurso sobre las normas justas, sino el de los fines, los bienes y las virtudes comunitariamente vividos.

La ética de la virtud no se dirige exclusivamente hacia los grandes problemas como violencia, destrucción de la naturaleza, injusticia, etc. Se orienta menos a las estructuras e instituciones que a las personas, menos hacia las normas que hacia los valores. Los grandes problemas se analizan a partir de la actitud de la vida de uno. Esto no significa que sea individualista. Para Aristóteles la jerarquía de los valores termina en la sociedad política.

Se fija en las normas y reglas, pero a partir de los valores y de los ideales. En la ética no se trata solamente del actuar del hombre, sino también de la finalidad de su práctica. Para lograr la finalidad debemos respetar ciertas reglas. Las reglas están en función de lograr la buena vida. Todo depende de la manera en que se formulan las preguntas. Una de ellas es: ¿qué debo hacer?, ¿Cómo debo vivir? La ética de la virtud se plantea la segunda, es definir una actitud hacia el bien.

Toda ética o moral no parte del cumplimiento ciego de normas abstractas sino de una actitud racional y voluntaria del hombre. Se ha confundido a menudo el concepto de virtud con la mediocridad.

Autonomía y conocimiento de sí mismo son dos aspectos complementarios de una sola realidad. Hemos comprobado que el hombre como ser autónomo toma conciencia de sí mismo y se realiza en la tarea cultural

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