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Los valores morales no son flores- actividad en clase

Leandro DuqueApuntes15 de Febrero de 2023

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  1. LOS VALORES MORALES NO SON FLORES- ACTIVIDAD EN CLASE

GRADO: Noveno                 Nombre: ________________________________            Docente: Margarita Arboleda Mejia

No entiendo por qué algunos colombianos- ¿Tal vez muchos?-se empeñan en pasar por alto el discurso sobre los valores morales como si se tratara de flores de mayo o adornos de navidad.  El asunto es grave y de urgente necesidad. Es probable que tamaño error se deba precisamente a tratar el problema de los valores morales como asunto de mero lenguaje y conceptualización. Trataré hacerles ver que la práctica de los valores morales es de extrema necesidad para salvar a Colombia, las ciudades, el campo y el hogar.

Los valores morales son nada menos que la calidad humana de la acción y, en el último término, de la persona; y de la calidad humana de la acción depende precisamente que la acción sea buena o mala moralmente. Ahora bien. Que una acción sea buena o sea mala es lo más decisivo en la historia y en la vida de cada persona, familia, pueblo o institución. La calidad moral de las acciones influye más, mucho más, que su dimensión material y científica. De la calidad moral depende la vida en cuanto humana. Pongamos un par de ejemplos para ilustrar esta verdad. Uno positivo: una pareja fiel y estable, que cultiva el amor conyugal y la paternidad responsable da origen a un hogar unido y feliz. Uno negativo: un esposo infiel acaba con su matrimonio, y el fracaso de un matrimonio constituye una tragedia tal que sólo quienes han pasado por ella pueden decir con verdad: sufren los esposos gravemente, padecen injustamente los hijos, se desajusta la sociedad. Los valores morales son, pues, algo más que flores. Constituyen el factor decisivo del crecimiento (valores) o destrucción (antivalores) de una persona y de un país. Representan el elemento clave en la madurez o ruindad de una persona, la causa de la felicidad (valores) o desgracia (antivalores) de un hogar, la raíz de todos los bienes o males de una Nación. Más claramente aún. Es frecuente hablar de los valores en sí o en abstracto, como si fueran sustantivos, concepto o flores. Pero a la hora de la verdad lo que existe son personas valiosas o antivaliosas en acción. De aquí su eficacia para el bien o para el mal. Veamos primero algunos hechos negativos que padece la Nación.

No existe la mentira, sino gobernantes que mienten y esto es fatal porque se convierten en una absoluta mediocridad y echan a andar el país de mal en peor. No existe la corrupción, pero sí existen políticos corruptos que compran votos, que cobran comisiones y que piensan en llenar primeros sus bolsillos que en hacer obras comunes, futuro y Nación. No existe la infidelidad, pero sí existen maridos y esposas infieles que acaban con los matrimonios, dan mal ejemplo a sus hijos y minan y socavan las bases y el ordenamiento de la sociedad. No existe la impureza pero sí existen secretarias que se entregan a sus jefes, niñas de colegio que salen a la calle exhibiendo y vendiendo sus cuerpos al mejor postor, novios que fabrican el amor y adultos –ellos y ellas-que reducen el amor a sexo. No existe el fraude pero sí estudiantes que se copian y no aprenden; votantes que dan su voto por los gamonales de turno que les ofrecen algún dinerillo y unos y otros pierden su conciencia y su pudor. Como se ve, los valores morales sí cuentan y más de la cuenta; más de lo que piensa y se imagina el común de los mortales. Un valor moral en acción no es una flor. No. Es una persona, es un líder, un ideal en carne viva, un ejemplo viviente para el bien de la Nación. Ejemplos tomados de la vida pública los encuentra usted en un Washington, un Bolívar, y en este siglo, un Gandhi, o un Mandela. En el campo religioso descuellan líderes que encarnan valores morales de la altura de un Hérlder Cámera, un padre Rafael García Herreros, una Madre Teresa de Calcuta o un Papa Francisco. Colombia necesita, con carácter urgente, hombres y mujeres valiosos (virtuosos) que salven del naufragio el campo, la educación, el hogar, los niños y los jóvenes.

Con carácter de urgencia. El campesino tiene que recuperar el campo y volverlo a cultivar, con dignidad, justicia y seguridad (valores morales). Los novios tienen que recuperar el verdadero sentido del noviazgo como preparación seria a asumir un proyecto de vida en el matrimonio, ver más allá del beso y de los genitales, de la aventura y del amor libre y la indecisión, y volver a pensar en el compromiso serio y definitivo, en el amor responsable y maduro; en el matrimonio religioso, estable y fiel a Dios. Los políticos tienen que aprender que la política no es un negocio ni un camino para el enriquecimiento ilícito, sino una forma honesta y desinteresada de servir a la Nación. Los colegios y universidades deben frenar el ansia de dinero y ocuparse más en investigar y en formar profesionales “competentes y honestos”. Espero que hayan comprendido y estén de acuerdo en que los valores morales no son flores ni tarjetas de navidad, sino que son personas, son ciudadanos, son líderes en acción. ¡Decídete ya!

Los valores morales obran observando un orden jerárquico. El ser humano a diferencia del animal, obra por motivos y nada hacemos sin motivos. Existe un motivo principal al que llamaremos sentido de la vida, aquel objetivo, persona o valor material o espiritual por el cual estoy dispuesto a vivir o a morir. Existen por ello dos motivos que tienden a prevalecer y que caracterizan a las personas como egoístas o generosas según opten por sí mismas o por los demás. En unos el EGO prevalece de tal manera que se anteponen y buscan sus propios intereses por encima de los demás empezando por los más cercanos y arrastrando en su egoísmo, a la sociedad entera, como el caso de Hitler o entre nosotros de Pablo Escobar. No sobra advertir que esta opción por sí misma o por los demás la suele hacer el individuo en el proceso de su adolescencia, cuando pasa de niño a hombre.

Lamentablemente la mayoría opta por sí mismo. Opción que no siempre es mala, cuando se busca sanamente la propia realización. El mal se da cuando nos buscamos intensamente, anteponiéndonos a los demás y a la sociedad.

El amor a sí mismo es malo cuando antepongo mi yo a Dios y a los demás, impulsado por el interés material, y caprichos egoístas. A partir de esta opción- por mí o por los demás-, el individuo concreta la búsqueda de su objetivo por todos los medios que resultan malos y buenos según estén al servicio del egoísmo o de la generosidad, así, el drogadicto o el alcohólico organizan su vida y todos sus actos en orden a alcanzar la droga o el licor, que le mitiguen la angustia existencial. Siendo claros: no existe más que un valor absoluto y verdadero, Dios, concretado en el amor y servicio a los demás; y un motivo absoluto falso o ídolo: el ego con sus intereses egoístas, ideologías, sexo, droga, licor.

Así obran los valores o antivalores en nuestra vida; dentro de una escala o jerarquía que establecemos en nuestra conciencia, al frente de la cual colocamos a Dios, valor absoluto a mi ego, ídolo que me esclaviza, siembra el caos por doquier. Si uno va decidiendo por uno mismo y se deja llevar en forma desordenada y desenfrenada por las ambiciones del corazón, se vuelve un esclavo de sí mismo, el ídolo que adora. Por eso se llama ególatra. Veamos algunos ejemplos: Bolívar a los 15 años reunía todas las condiciones para convertirse en un auténtico hijo de papi y mami: apellido, dinero, juventud, ambiente social…hasta que apareció en su horizonte un gran educador, Don Simón Rodríguez, quien lo llevó a Francia y le mostró un valor en acción: la democracia con el triple lema de libertad, igualdad y fraternidad. Y juró libertar a América. Indudablemente fue un hombre grande. Toda su vida quedó jerarquizada por el gran valor de la libertad a su Patria.

La Madre Teresa de Calcuta en su adolescencia sintió el llamado de Dios en su interior que la invitaba a salir de su amor propio y entregarse a los demás, los más pobres entre los pobres. Viajó a Calcuta, fundó la comunidad de las hermanas de la Caridad y encendió en pleno siglo XX, la antorcha del valor absoluto del servicio a los demás. Premio Nobel de la Paz. Toda su vida y cada uno de sus actos estuvieron jerarquizados por el ideal del amor a los demás. (Alfonso Llano Escobar, S.J)

Unos de los fallos principales del actual sistema educativo es que ha descuidado la formación de la voluntad y la capacidad de riesgo. Vivimos en una cultura hedonista, vana, sensiblera, que rehúye el esfuerzo, el sacrificio, el vencimiento de sí mismo. Todo lo que no produce placer o satisfacción inmediata es rechazado por inútil. De ahí que estamos levantando generaciones de jóvenes superficiales, incapaces de esfuerzo sostenidos, presas fáciles de vendedores y comerciantes que alaban su ego y doblegan su rebeldía para hacer de ellos meros consumidores. Es urgente una educación que rescate el valor del esfuerzo y del vencimiento. Son las tempestades y los vientos fuertes los que forman los mejores navegantes. Una vida excesivamente fácil levantan personas débiles a las que derrota cualquier dificultad o problema. Los grandes hombres labraron su vida en el sacrificio, acrisolaron su voluntad en el vencimiento, se levantaron y volvieron a levantar en sus caídas. El gran científico Pasteur sufrió de un ataque cerebral que lo dejo casi invalido y sobreponiéndose con tesón a este problema, siguió trabajando e investigando durante 28 años. Demóstenes era tartamudo y doblego su voz poniéndose piedritas en la boca y ejercitando su oratoria frente a un mar embravecido y así se transformó en el mejor orador de la antigüedad. Es lo que decía Bolívar (El arte de vencer se aprende en las dificultades).para que los centros educativos se conviertan en fraguas de hombres y mujeres responsables, libres y generosos deben incluir en su propuesta educativa la ejercitación continua del vencimiento de sí mismo, a que emprendan el combate diario contra la flojera y el egoísmo que los aprisiona contra el suelo e impiden que alcen sus alas en un vuelo de libertad ahí la importancia de actividades como el deporte las convivencias, el excursionismo….. Tan apropiadas para forjar corazones y ejercitar el aprendizaje del tesón, esfuerzo y vencimiento. Enseñemos a nuestros jóvenes a ser fuertes sin perder la ternura ni la compasión.

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