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A LA OTRA ORILLA


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2012  •  5.664 Palabras (23 Páginas)  •  442 Visitas

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Era extraño imaginar cómo sería una vida así, me detuve un momento a reflexionar ante su respuesta inmediata y lamentable, cuando pregunte ¿como estas hermano mío?, con rostro pálido y desolado de un ser triste y acongojado, casi sollozando y con una voz quebrada de desdicha me dijo; hermano, por favor ayúdeme, porque estoy PASANDO LUCHAS Y PRUEBAS, repitió de nuevo, si hermano estoy en luchas y pruebas, en luchas y pruebas, desde que vine a los caminos del señor, todo me ha ido mal, le contare, que mis amigos todos me dejaron en medio de un sin fin de problemas, mi familia me criticó, jamás pensaron que yo sería un “loco fanático”, como ellos dicen de los seguidores de Cristo. Me quede callado ante terribles palabras que jamás espere de un servidor del maestro de maestros Jesús de Nazaret, bueno pensé quizás nunca debí decir nada, para no revivir en tan angustiado hombre tantas cosas desastrosas.

Esa noche le pedí que se calmara, diciendo: “Dios tiene una palabra para tu vida cree solamente, jamás desconfíes de su gran poder, recuerda que cada movimiento aquí en la tierra repercute en los cielos, y si hoy hermano mío activas tu fe todo lo que te está sucediendo será para bien…” . Sé que en ese momento estaba tan dolido como para creerme lo que estaba diciéndole, sentía su negativismo, su falta de confianza en Dios del cual me habían invitado a predicarles.

Por fin llego la hora, es mi turno dije, el director del servicio anuncio mi nombre diciendo, tenemos con nosotros en esta noche al hermano Alex Ramírez, el será el expositor de la palabra, como casi siempre el director advirtiendo, no se duerman hermanos Dios nos hablara en esta noche, al que se ¡duerme le vamos a multar¡ recuerde que al que se duerme se lo lleva la corriente, entre otras cosas un poco graciosas que advertía el director del servicio; me precipite un poco, pasaron miles de ideas por mi mente, me dije acá no me jugaré el título de evangelista o predicador o maestro o quizás pastor, como en algunos lugares me presentan, era la hora que me sentía más motivado no importando ningún epíteto o apelativo ministerial antecediendo a mi nombre, lo único que pasaba por mi mente, y cada vez se me hacia mas fuerte las palabras estoy en LUCHAS Y PRUEBAS “luchas y pruebas”, ¡ayúdeme¡.

Parado al frente de muchos hermanos en mi interior sabia que uno de ellos, está quebrado emocionalmente, me presenté, presenté el titulo del mensaje, “calmando las tempestades”, mi base bíblica fue Marcos 4:35-41. Fue una noche intensa, predicaba cada vez más fuerte, sabía que algo sobrenatural sucedería en la vida de cada persona oyente, les narre la historia de Jesús con sus discípulos en alta mar, cuando empezó la tempestad, vientos fuertes, olas grandes, gritos desesperados, y una tranquilidad tremenda en un sueño profundo del maestro de maestros, Jesús de Nazaret.

Es ahí en medio de todo este mensaje donde lance las palabras que Dios hablaba a mi corazón, hermanos míos pueden estar pasando un sin fin de tempestades, muchos problemas, terribles enfermedades, grandes deudas, rupturas matrimoniales, decepciones sentimentales, momentos de crisis fatales, y me prepare para decirlo, si a una gran voz lo que el cielo me dictaba, grite… ¡Hermanos! las luchas las pruebas no son toda una vida, no lucharemos toda nuestra vida con terribles problemas, no pasaremos toda nuestra vida en terribles pruebas, solo son circunstancias que debemos pasar, momentos difíciles que pronto pasarán… jamás desconfíes de Dios, espera, nunca el señor tarda más de lo que puedas soportar, los problemas son murallas, dice Dios: “atrévete a mirar a través de ellas al otro lado está esperando tu sanidad, tu solución, esfuérzate un poco más, persevera hasta el fin que todo pasara. Solo son circunstancias…

Ahí llegaron a mi mente miles de palabras del cielo y una de las tantas frases que puedo recordad fue: sigue remando, sigue esforzándote en la barca, así vengan tus tempestades A LA OTRA ORILLA está tu más grande bendición. Es tiempo de cruzar a la otra orilla.

PASEMOS AL OTRO LADO

Se que era y es un personaje demasiado popular él no podía estar en un velorio porque el muerto resucitaba, tampoco en un hospital porque los enfermos se levantarían a seguirle, y qué decir de las fiestas en las que se encontraba, jamás faltaba nada él lo suplía todo. La biblia me dice que caminaba, si solo caminaba, era un ermitaño, no tenía una morada donde reposar su cabeza, pero si recibía en muchos de los casos la hospitalidad de la gente que le seguía.

En sencillas palabras era un hombre ministerialmente muy popular, constantemente, dondequiera que iba, se encontraba rodeado por las multitudes que acudían de todas las partes del país donde se encontraba, buscando ser curados de sus enfermedades. Tal era la situación que no tenían tiempo ni de comer (Mr. 3:20), a lo que hay que añadir las largas sesiones de enseñanzas junto con las explicaciones posteriores en la casa que se hospedaba.

No es de extrañar, por lo tanto, que él maestro estuviera realmente agotado, rendido físicamente, así que, sus discípulos "le tomaron como estaba" para ir al otro lado del lago del mar de Galilea con la finalidad de descansar del bullicio de las multitudes;

Es aquí donde deseo llegar, muchos recordarán este pasaje bíblico que se los describo a continuación: "Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?" Marcos 4:35-41.

Aunque seguramente fueron los discípulos los que se encargaron de despedir a la multitud, fue el Señor mismo quien dio la orden de pasar al otro lado. Sabes hermano mío, te voy a invitar a leer con mucha atención los detalles que vienen a continuación.

Primero Jesús ordena a sus discípulos a pasar a la otra orilla, debemos darnos cuenta que los discípulos se encontraban plenamente inmersos dentro de la voluntad de Dios; acababan de terminar una serie de estudios sobre el Reino de Dios con el mismo Señor

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