A La Costa

De profesión: MERETRIZ.

Raúl entró en el recinto, tembloroso, e indeciso pero con la curiosidad propia de las hormonas a esa edad. Tenía 18 años y ya todos sus amigos eran “hombres”; él aun no. Con más miedo que deseo, tocó el timbre y enseguida una voz gritó del otro lado: -Quien?- Vengo por lo de las chicas… Un amigo me dijo que… Y click! El ruido metálico de la puerta no se hizo esperar. Sin terminar la frase ya una mujer madura, regordeta y con exceso de maquillaje le había abierto la puerta y lo había tomado del brazo.

-¿Primera vez que vienes?

-S-s-si…

-Ok, tranquilo, la vas a pasar chévere. Aquí hay unas chicas expertas con los principiantes.

La mujer tan sólo dio un par de palmadas y ante sus ojos desfilaron 12 muchachas. De todas las razas y tallas, altas, gorditas, flaquitas, rubias, morenas, etc, pero todas con una característica en común: Un pasado oscuro y un futuro más que incierto. Todas vestían ropa interior o vestidos muy cortos y transparentes.

Raúl se decidió a la velocidad del rayo. Tal vez por esa ansiedad característica de los “primerizos”. Escogió a Laura.

El ambiente olía a incienso barato y la decoración era de mal gusto. La iluminación era precaria, como para esconder las intenciones de los ocupantes del recinto, pero sólo con ver las siluetas de las personas se sabía quienes eran y a qué se dedicaban. Todos sabían por qué estaban allí. Unos eran los compradores, los usuarios, los clientes, los “pollos a desplumar”; y las otras eran las burritas, las “chicas malas”, las bichas, las perras, las expertas.

Raúl fue conducido, tomado de la mano de Laura, por un pasillo largo por el que pudo contar con tan sólo un vistazo no menos de 18 puertas pertenecientes a 18 cuartos. 18 guaridas. 18 mundos de 3x2 mts. 18 ocupantes dedicadas a lo mismo. 18 casos diferentes. 18 motivos distintos, pero 18 realidades iguales.

La puerta final era la de Laura. Al abrirla, el olor a orines con jabón azul y perfume barato del largo pasillo desapareció para darle paso a otro menos agradable. Un olor a humedad, a sudor y a cigarrillo lo impregnó todo, incluso la ropa del nervioso Raúl.

Rápidamente Laura condujo a Raúl al minúsculo baño de la habitación donde le bajó los pantalones y la ropa interior, para frotarle su ya erecta masculinidad con una crema jabonosa y azul que sacó de un envase usado de bebida energizante.

-Es un jabón especial que preparamos aquí, te lo deja bien limpio para que te lo pueda comer.

-O-ok- Balbuceó Raúl, a punto ya de eyacular.

Acto seguido, Laura lo tumbó en la cama, que tenía un colchón con forma de alfombra voladora y con una sábana casi transparente. Enseguida “lo montó” y tan sólo con dos vaivenes ya Raúl había hecho erupción.

-Tranquilo papi- Dijo Laura. -La primera vez siempre es así. Pero te voy a dejar que descanses 5 minuticos para que pruebes otra vez, sin tanta ansiedad.

Ya en media hora Raúl había salido del cuartucho y del local hecho “Hombre”. El dinero por el “servicio” reposaba en la mesita de noche y Laura se fumaba un cigarro plácidamente acostada sobre la ahora húmeda sabana. Pensando en un próximo cliente y esperando la llamada para el próximo “desfile”.

Laura tiene 32 años, de los cuales se ha pasado la mitad ejerciendo esta profesión. Cada noche de su vida, el desfile y la ruleta anterior se repiten una y otra vez. Es un cuento de nunca acabar y que muy probablemente se repetirá con su hija de 15 años, la cual, al igual que ella, abandonó la escuela, creció sin conocer a su padre y ya se inició en las relaciones sexuales y en el consumo de alcohol y drogas. ¿Cuantas Lauras estarán naciendo en este preciso instante?

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El relato anterior fue de mi invención. Disculpen lo tétrico del mismo, pero me encontraba escuchando THE DOORS, y después U2 mientras lo escribía.

Cada vez que nos referimos a una prostituta, meretriz, caminadora, jinetera, o simplemente PUTA, nos reímos, bromeamos, hacemos chistes y decimos: “Esa es la profesión mas antigua del mundo”, es que esas mujeres son “Mujeres de la vida fácil”, o vamos donde "Las chicas malas”.

Pero, ¿Alguna vez te has detenido a pensar si REALMENTE ES FÁCIL SER PROSTITUTA? ¿Son realmente “malas” estas mujeres? (personalmente hablando, no en lo que ejercen). ¿Hemos pensado en los traumas que se esconden detrás de esa persona de risa fácil, manos expertas y caderas salvajes? ¿Acaso es culpable una persona de éstas por no haber tenido una familia que la orientara adecuadamente, o que hasta la incitara a esto para que trajera el sustento a la casa?

Por supuesto que también existen las personas que trabajan esto por “comodidad y vagabundería”; hay de todo.

Hablando de ese tema con unas “profesionales” del tema en la 1.0, me surgió esta inquietud, y por eso escribo esto. Y antes de abordar el tema, puse una encuesta que decía así:

¿POR QUÉ CREES QUE PROLIFERA TANTO LA PROSTITUCIÓN?

Las respuestas de los lectores del blog, fueron las siguientes:

• Porque el sexo vende, 50%; Sí, definitivamente esto es cierto, EL SEXO VENDE. EL 80% de las personas que entran a Internet, por tan sólo citar un ejemplo, lo hacen buscando sexo (bien sea en imágenes, en videos, para contactar a otras personas, para masturbarse, para investigar, etc). Este número lo digo con conocimiento de causa, pues cuando me encontraba haciendo mis blogs, hace algunos meses atrás, me encontré con esa interesante estadística. Y no sólo eso, sino que también en Internet, entre un 80% y 85% de los sitios (páginas web) que existen, son de contenido sexual (educativo, pornográfico, de contactos, foros, etc). Los Raitings de programas y canales suben como la espuma cuando les agregan temas de índole sexual o cuando ponen imágenes o cuerpos insinuantes en sus contenidos; y los libros y revistas con estas temáticas generan millones y millones de ganancias en la industria. Viendo estas estadísticas, podríamos decir entonces que sólo nos queda un 15% de Internet libre de sexo y un 20% de personas que buscan otras cosas en Internet, además de sexo.

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