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ALIENACION


Enviado por   •  29 de Abril de 2013  •  4.470 Palabras (18 Páginas)  •  455 Visitas

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La Alienación

El gran problema que vive el hombre contemporáneo es el de enajenación o alienación. Las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales están de tal manera diseñadas para que el individuo viva en un constante autoenajenamiento lo que gradualmente lo va llevando a la adquisición de ciertas psicopatologías, siendo quizá la más importante y la menos estudiada, la que se refiere al alma o al espíritu.

a) La alienación en Hegel, Feuerbach y Marx

Por lo que toca al sujeto de la enajenación, mientras en Hegel es la Idea (o espíritu), y en Feuerbach es el hombre en general, en Marx es el obrero también en general. La actividad en que se enajena este sujeto es espiritual en Hegel, ya sea la del Espíritu en cuanto tal o la del hombre como espíritu; en Feuerbach, se trata ya de una actividad humana, la actividad de la conciencia; en el joven Marx, es el trabajo. Pero en Hegel o en Feuerbach se trata de una actividad teórica (de autoconocimiento del Espíritu en Hegel, o de conciencia de sí del hombre en Feuerbach); en Marx la actividad en la que el obrero se enajena es práctica, material: es el acto de la producción (Sánchez Vázquez, 2003).

En los tres autores encontramos la objetivación del sujeto; pero mientras que en Hegel esta objetivación tiene un carácter universal (la objetividad es natural, histórica o cultural), en Feuerbach se trata de la objetivación del sujeto en un producto de su conciencia (Dios), en tanto que en Marx se trata de la objetivación práctica material del sujeto en los productos de su trabajo. Así, pues, en los tres casos la enajenación es siempre objetivación del sujeto en un producto suyo (de diverso carácter: en Hegel, se trata siempre en definitiva de un producto del Espíritu; de la conciencia humana en Feuerbach, o de un producto material en Marx). Si bien en Hegel la enajenación es siempre objetivación, en Feuerbach y en Marx no puede decirse lo mismo. Ciertamente en Hegel toda objetivación es Enajenación; en Feuerbach sólo se da esta última cuando el hombre produce este objeto que es Dios. La objetivación es entonces enajenación. Sin embargo, Feuerbach deja abierta la puerta a una objetivación no enajenada: la que se daría en una verdadera relación del hombre consigo mismo. El producto de la conciencia no sería ajeno, extraño u hostil al hombre. Así sucedería al sustituir el amor a Dios por el amor al hombre, el culto a Dios por el culto a la humanidad. En Marx, la distinción entre objetivación y enajenación es capital: la objetivación deja de ser enajenada cuando, al desaparecer la fuente de la enajenación, el trabajo se convierte en verdadera manifestación del ser del hombre (Sánchez Vázquez, 2003).

Finalmente, también son distintos los modos de apreciar el valor de la enajenación; es positiva para Hegel, pues se da en el proceso de autoconocimiento del Espíritu; es negativa, destructora, para Feuerbach, ya que impide al hombre tener una verdadera conciencia de sí, y es negativa también para el joven Marx ya que empobrece al obrero como hombre tanto física como espiritualmente. Sin embargo, en Hegel, como en Marx, habría un elemento de necesidad en su aparición y desarrollo, ya sea para asegurar el proceso de autoconocimiento del Espíritu (Hegel), ya sea para crear las condiciones que hacen posible el paso a la superación de la enajenación (Marx) (Sánchez Vázquez, 2003).

Para Marx el punto de partida en su análisis sobre la alienación era el siguiente: “El obrero empobrece tanto más cuanto más riqueza produce, cuanto más aumenta su producción en extensión y en poder. El obrero se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías crea. A medida que se valoriza el mundo de las cosas se desvaloriza, en razón directa, el mundo de los hombres. El trabajo no produce solamente mercancías; se produce también a sí mismo y produce al obrero como una mercancía y, además, en la misma proporción en que produce mercancías en general” (Marx, 1962).

Este punto de partida se da por medio de un hecho económico, a saber: “Lo que este hecho expresa es, sencillamente, lo siguiente: el objeto producido por el trabajo, su producto, se enfrenta a él como algo extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha plasmado, materializado en un objeto; es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo, como estado económico, se manifiesta como la privación de realidad del obrero, la objetivación como la pérdida y esclavización del objeto, la apropiación como extrañamiento, como enajenación” (Marx, 1962). El trabajo del obrero queda plasmado en un objeto, el objeto da vida a éste y por ese simple hecho ocurre lo siguiente: se realiza el trabajo ya que se objetiva en algo extraño a él; y, al mismo tiempo, el obrero se esclaviza al objeto ajeno a él, aunque producto de su esfuerzo, y, por tanto, se enajena en él.

b) La alienación propiamente dicha

"El problema —escribe Marx— de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica, es un problema puramente escolástico" (Marx, 1955). Esto es, en la vida, en la psicología, el criterio que prevalece y en donde nos damos cuenta de lo que la gente quiere o demanda, es en la práctica. Ésta es el única y verdadero criterio de verdad o, por lo menos el punto de partida para acercarnos a la misma.

Al no poder explicar la economía política la verdadera razón del divorcio entre capital y trabajo, no podrá tampoco explicar 1a razón histórica de la alienación del trabajo, fenómeno que tiene su raíz en la oposición capital-trabajo (dentro de la sociedad capitalista).

Esto también se refiere a una crítica de las relaciones sociales de producción: estas relaciones se perfilan como un cuadro de contradicciones, patentes en el antagonismo de capital y trabajo, o en su forma más concreta, hombre vs. mercancía; contradicciones que la sociedad capitalista —y con ella la economía política burguesa— sintetiza dialécticamente en ese engendro que Marx llama "el hombre mercancía", donde uno de los opuestos reales ha dominado al otro. "A base de la economía política misma y con sus propias palabras, hemos demostrado que el obrero degenera en mercancía..." "El

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