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ANÁLISIS DEL DECÁLOGO DEL ABOGADO


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  1.741 Palabras (7 Páginas)  •  447 Visitas

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El Decálogo del Abogado, conocido también como los “Mandamientos del Abogado”, es aquello que debe cumplir un abogado en el ejercicio de su profesión.

El Decálogo tiene como fin aspirar la jerarquía del ministerio del abogado, pero tanto la abogacía como su ejercicio, sus necesidades e ideales cambia en ella en medida en que pasa el tiempo, teniendo como notas determinantes de cambio, las exigencias de libertad humana, y los requerimientos de la justicia social.

Es por ello, que se analizan los siguientes “Mandamientos”:

1) Estudia: El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.

Este primer mandamiento se refiere principalmente, que ningún abogado podría decir con seguridad conocer todas las disposiciones, ni decir que su opinión, tuvo en cuenta la plenitud de la normativa.

Existen las posibilidades de error, y es por ello que la Abogacía, así como cualquier arte se aprende con sacrificio y perpetuo aprendizaje. Así como el mundo se encuentra en constante evolución, los cuerpos normativos lo hacen de igual forma, cada día en beneficio del individuo; por lo que el Abogado debe prepararse para todos los cambios que sufre la sociedad.

Es por ello, que como Abogados, debemos sentirnos en plena capacidad de defender a todas aquellas personas que sienten que se les ha vulnerado sus derechos, aplicando los conocimientos y leyes necesarias, para que de esta manera obtengamos los mejores resultados.

2) Piensa: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

Al momento de ejercer la Abogacía, es importante tomar en cuenta que en los procedimientos que debe seguir el Abogado, tanto escritos como orales, el Abogado debe interpretar negativa o positivamente las acciones, para que de esta manera se puede aplicar razonadamente las normas en favor del individuo afectado.

Así mismo, cuando los Abogados entregan sus trabajos al Juez, este debe escoger alguna de las dos soluciones propuestas, o encontrar una tercera mejor.

El abogado transforma la vida en lógica, y el juez la lógica en justicia. Pero su lógica no es pura, su pensar es al mismo tiempo inteligencia, intuición, sensibilidad y acción. La lógica del derecho se alimenta de las sustancias de la experiencia humana.

Es por ello que se dice que la jurisprudencia la hacen los abogados, porque el pensamiento de los jueces es posterior, lo primero corresponde al pensamiento del abogado.

3) Trabajo: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.

Respecto a los casos en que trabaja el abogado, la mayoría responde a los no judiciales, y se refieren a aquellos en los que dan consejos, orientaciones e ideas en materia de familia.

Luego suceden los de rutina, ya sea gestiones, tramites, entre otras.

Después, aquellos con mayor demanda, aquellos de trabajo más intenso, pero que todo hombre inteligente y laborioso este acostumbrado a ellos.

Y los menos frecuentes responden a la esencia de la abogacía, no se caracterizan por su magnitud económica, sino por el esfuerzo físico e intelectual que demanda superarlos.

4) Procura la justicia: Tu deber es luchar por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.

El derecho no es un fin, sino un medio.

En la escala de valores no se encuentra el derecho, sino la justicia que es fin en si, y por lo que el derecho es medio de acceso.

Los asuntos no se dividen en fáciles o difíciles, grandes o pequeños, sino en justos o injustos.

Los incidentes, dilatorias, apelaciones inmotivadas pocas veces son justas y ayudan a ganar muchas veces la batalla, pero lo que cuenta al final es la guerra.

El abogado se pone en día de prueba o muestra su calidad autentica, el día que puede decir a ese cliente con dignidad de su investidura y sencillez afectuosa de su amistad, que la causa es indefendible.

5) Se leal: Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.

Siempre se confunde la abogacía y la defensa. Ella no es dogmática, sino un arte y como ella, no tiene dogmas. Es escéptica e investigativa.

El abogado, una vez investigados los hechos, y estudiado el derecho, acepta la causa y entonces se transforma el abogado en defensor.

Allí sus argumentos son ad probandum (reservado solamente para lo que hay que probar) y su posición es terminante y se hace enérgico e intransigente en sus actitudes.

Antes de aceptar la causa tiene libertad para decidir, pero cuando dice que si su ley no es más de la libertad, sino la de la lealtad.

La duda es para antes y no después de aceptar la causa. Tiene como límite al tener la convicción de haberse equivocado al aceptar. Entonces, renuncia a la causa con la máxima discreción posible.

Pero el mayor día de lealtad es al momento de honorarios, pero esto es algo que pertenece ya al fuero de la conciencia.

Frente al Juez, también se debe lealtad, porque

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