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ARGUMENTOS PARA CATALOGAR AL EMBRION HUMANO COMO SER


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  2.801 Palabras (12 Páginas)  •  392 Visitas

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ARGUMENTOS BIOLÓGICOS Y FILOSÓFICOS

QUE APOYAN QUE EL EMBRIÓN HUMANO ES PERSONA.

I. Argumentos filosóficos RGUMENTOS

( L. Honnefelder)

Todas las soluciones relevantes consideradas por los miembros del Consejo de Europa para resolver las cuestiones que este asunto se basan en dos presunciones: que el embrión humano es una manifestación de la vida humana, y que ésta debe ser protegida desde su origen en la concepción.

“Estaba asumido como premisa general aceptada, que la dignidad humana y la identidad del ser humano tenían que ser respetadas tan pronto como la vida humana comenzase. Es en este sentido que la Convención usa el término ser humano. Esto debe entenderse en su sentido más amplio: comprende la vida humana desde su concepción hasta su muerte”

Cfr. Steering Committee on Bioethics (CDBI): Draft Bioethics Convention. Revised Draft of the Explanatory Report (May 1996 versión), nº 19

Si el ser humano posee un valor absoluto, de acuerdo con la interpretación axiológico-metafísica, también lo tiene el ser humano aún no nacido. Si “humano” se refiere a una especie natural a cuya índole corresponde comenzar a vivir en un momento determinado y terminar su vida en otro momento dado, entonces el predicado “ser humano” y el valor atribuido al correspondiente ser han de aplicarse desde el comienzo de la vida hasta la muerte. Siendo la expresión “ser humano” implícitamente deíctica, ya que denota una especie existente en la naturaleza, las cuestiones acerca de en qué consiste la vida de los individuos de tal especie, entre qué extremos se extiende dicha vida y qué individuos pertenecen a tal especie, no son cuestiones de convención lingüística o valorativa, sino preguntas acerca de la realidad que implican leyes naturales que debe investigar la ciencia empírica.

Sólo si –como hace J. Locke– discutimos el carácter implícitamente deíctico del término “ser humano”, la existencia de las especies naturales y la continuidad diacrónica de los respectivos individuos –tómese la perspectiva nominalista– entonces la extensión del predicado “ser humano” y el juicio de valor a él adscrito se convertirá en un problema para los defensores del enfoque metafísico[8]. Mas como tal interpretación nominalista de la especie natural “ser humano” no se encuentra ni en el uso lingüístico del mundo vital ni en los descubrimientos de la ciencia empírica, parece claro que el peso de la prueba descansa sobre los oponentes de la primera interpretación y no sobre sus ponentes

El estatus de embrión

Si los seres humanos tienen derecho al status de persona por ser seres humanos, este status se les debe atribuir durante su existencia como tal. Incluso un ser humano no nacido –esto se deriva del enfoque metafísico– posee el status de persona porque es un ser humano vivo que lleva consigo todo el potencial para desarrollar el modo de vida que es

característico de los individuos de la especie natural “ser humano”. Pero, ¿cómo se puede defender esta conclusión contra la objeción de que esta noción de “potencial” es demasiado imprecisa, ya que se refiere igualmente al óvulo y al espermatozoide antes de que se unan, y no deriva del hecho de que el embrión se convertirá en una persona actual

El argumento de la potencialidad. Ambas objeciones ignoran la diferencia cualitativa existente entre la mera posibilidad de convertirse en ser vivo y la capacidad actual relativa al ser vivo existente. Distinguir entre ambas como simples formas, débiles o fuertes, de potencialidad, es ignorar la diferencia esencial entre convertirse en ser vivo, y la capacidad de desarrollarse hacia una forma completa, en un ser vivo ya existente, el potencial necesario para lo cual está implícito en él mismo[16]. La relevancia de esta distinción no ha sido cuestionada en la tradición filosófica desde Aristóteles a Descartes y Leibniz, aunque esa diferencia oscile entre una potencialidad lógica y real, pasiva y activa, subjetiva y objetiva, formal y real. Para el segundo modo de potencialidad hay un objeto de referencia identificable, siendo éste un ser vivo existente al que la potencialidad está adscrita, y el proceso de desarrollo de este ser vivo existente se efectúa gracias a esa potencialidad. En el otro caso, no habría tal objeto de referencia, pues el ser vivo debería nacer para que se le pueda adscribir el potencial de desarrollo: nacimiento y desarrollo son dos procesos distinto

Sin embargo, el potencial real que pertenece a un individuo identificable a través de las capacidades que desarrolla está determinado, en el caso de los seres vivos, por su naturaleza. Dice Aristóteles que “lo que es una cosa cuando está totalmente desarrollada es lo que siempre denominamos su naturaleza, ya se trate de un hombre, un caballo o cualquier otra cosa”[18]. Paralelamente, en el embrión humano, la ceguera es la expresión de una cualidad aún no desarrollada, mientras que en el topo dicha característica se encuentra en la naturaleza de su especie. En consecuencia, y tomando un ejemplo usado por los oponentes al argumento de la potencialidad, es correcto decir que el Príncipe de Gales tiene la posibilidad de convertirse en el Rey de Inglaterra, aunque no lo es ahora. Ahora bien, este ejemplo no es relevante, pues la función de rey no es algo que el príncipe pueda desarrollar por sí mismo y que, por tanto, pueda considerarse como una potencialidad propia, sino que es algo que se le impone desde fuera, con base en normas contingentes e institucionales debidamente establecida

El argumento de la continuidad. Esto también se corresponde con el modo en que el hombre se hace cargo de sí mismo. Si tratamos de explicar –como hace Locke– nuestra propia identidad a través del tiempo en función de la unidad de los estados de conciencia tal como es captada por nuestra memoria, la conclusión es justamente la opuesta a la que Locke deduce de ese fenómeno, pues nunca nos atribuimos una historia que se retrotraiga solamente hasta el comienzo de nuestra vida consciente; más bien distinguimos nuestra propia identidad desde el momento en que ese niño que fuimos comenzó a vivir al ser concebido por sus padres. Nos identificamos en cualquier momento de nuestra vida consciente con el ser vivo que somos y, por ello, sabemos que le debemos nuestra identidad

diacrónica personal a un comienzo temporal que está fuera de nuestro control y que fue determinado por otro.

El argumento de la no disponibilidad. Por otra parte,

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