Acerca de los sofistas

U.E. Colegio Los Arcos                                

Caracas,18 de noviembre de 2015.

Catedra: Ensayo de Filosofía

Carlos E. Bozzelli S.

Acerca de los sofistas

El comienzo de la filosofía se dio con los llamados filósofos presocráticos. Ellos se ocuparon, esencialmente, de determinar el principio fundamental de todas las cosas, específicamente de las cosas materiales. En otras palabras, indagaron acerca de cuál era el origen de todo el mundo material, de la naturaleza. El hecho de que algunos principios establecieran que el ser es estático, por ejemplo, o que por el contrario todo cambia sin cesar negando la posibilidad de alguna estabilidad en el orden de la naturaleza, creó cierta desconfianza ante este primer momento de la filosofía. Por lo tanto el cambio sobrevendría más adelante con el surgimiento de una nueva corriente de pensamiento llevada adelante por algunos sujetos que fueron conocidos con el nombre de sofistas. A continuación, se hará una revisión acerca de las diferencias más resaltantes de los sofistas con respecto a la filosofía precedente.

Aparte de esa desconfianza apuntada en el párrafo anterior, también nació la necesidad de comenzar una profunda reflexión sobre el sujeto, sobre el hombre mismo, entre otras cosas por el creciente interés y desarrollo de la civilización y de la cultura. No deben olvidarse, como causa de esta circunstancia, las amplias relaciones de los griegos con otros pueblos, como Persia, Babilonia, Egipto. Esto produjo que ellos comenzaran a preguntarse acerca de las distintas maneras de vivir, los códigos religiosos, la ética, las convenciones sociales. De este modo, los sofistas se diferenciaron de la filosofía anterior principalmente por el objeto centro de su estudio. Es decir, estos nuevos pensadores ya no se ocuparon del mundo de la naturaleza, sino que su preocupación giraba en torno al hombre y su civilización. Al respecto, afirma Frederick Copleston, en su libro titulado Grecia y Roma, lo siguiente: la sofística “trataba del microcosmos más bien que del macrocosmos. El hombre empezaba a adquirir conciencia de sí” (Copleston, 1946)

Por otra parte, otra diferencia importante de la sofística estuvo en el método. La filosofía anterior era de orden deductivo, ya que a partir de un principio general del mundo y su naturaleza, se procedían a explicar los fenómenos concretos. En otras palabras, los presocráticos iban de lo general a lo particular. Por el contrario, los sofistas se concentraban en acumular primero una serie considerable de observaciones sobre hechos particulares, y a partir de allí inferían las conclusiones teóricas, aunque también de tipo práctico.  Por ejemplo, de la enorme diferencia que advirtieron entre las opiniones que lograron reunir acerca de alguna cuestión, concluyeron que nada puede saberse con absoluta certeza.

En tercer lugar, hay que apuntar la enorme diferencia entre los presocráticos y los sofistas en cuanto a la finalidad de cada corriente. Los primeros intentaron llegar a verdades objetivas y necesarias. En cambio, los sofistas no buscaban verdades objetivas y últimas, ya que sus objetivos eran prácticos. Por esta razón fueron los sofistas los responsables de la educación en las ciudades griegas, porque ellos trataban de enseñar cómo vivir por un lado, y cómo gobernar por el otro. De esto se desprende que tuvieron un especial interés en la educación, en la política, en la ética. Fueron ellos los primeros en preguntarse: ¿Cuál es la mejor manera de vivir para el hombre? ¿Cómo debe proceder ante tal situación? Al respecto, afirma Copleston:

Los sofistas eran profesores itinerantes, que iban de ciudad en ciudad, con lo que reunían un valioso caudal de noticias y experiencias, y su programa de enseñanza era bastante variado: gramática, interpretación de los poetas, filosofía de los mitos y de la religión. Pero sobre todo profesaban la enseñanza de la retórica (Copleston, 1946)

Así pues, hablar con elocuencia era de una capital importancia en tiempos de los sofistas, ya que no se podía hacer una carrera de político ni de hombre de asuntos públicos si no había talento, buenas maneras y capacidad persuasiva en el hablar. En este sentido, los sofistas enseñaban el arte de la palabra.

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