Agustin
JarfpcSíntesis15 de Febrero de 2015
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La patrística intenta construir una síntesis filosófica entre religión y filosofía.Los primeros son los padres griegos de Oriente. Reinterpretan la filosofía de Plotino de la siguiente manera: El Uno, la fuente de todo conocer y de todo ser. Es Dios, el ser supremo, omnipotente y omnisciente.
El Nous es el intelecto de Dios con sus ideas conforme a las cuales Dios crea el mundo y provee lo necesario para sus criaturas.
El Ser. Es aquí el Verbo, el Logos, luego, el Hijo, Jesucristo.
El Alma. Son Jesucristo y el Espíritu Santo. Alma del mundo puesto que ilumina el caos y el mal del mundo.
La materia (hyle). Es el cuerpo, lo inferior. En ella reside el pecado, lo malo. Sin embargo, el cuerpo recibe con el cristianismo una consideración positiva por la esperanza de la resurrección.
La emanación se hace corresponder con la creación, pero mientras la emanación es un progreso de coexistencia eterna, la creación tiene un comienzo en el tiempo.
Retorno, equivale a la resurrección, la vuelta a Dios después de la muerte. El alma y el cuerpo del cristiano que no está en pecado vuelve a Dios, su origen y su fin.
Los padres griegos son Justino, Clemente, Orígenes, Gregorio de Nisa, San Gregorio Nacianceno y Juan Damasceno.
La patrística latina es menos especulativa e insiste más en la fe religiosa.
Tertuliano, S. Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín.
CONTEXTO FILOSÓFICO
El siglo IV no es especialmente fecundo en filosofía. Los principales movimientos filosóficos que encontramos en esta época son: el estoicismo, que defiende que la felicidad se ha de buscar y encontrar en el interior del hombre, el gnosticismo, que defiende la creencia en el poder salvador del conocimiento, y , especialmente, el neoplatonismo desarrollado por Plotino (205-279): el hecho de que la corriente platónica, impulsada por el neoplatonismo, fuera la más importante y ofreciera muchas similitudes con la doctrina cristiana, favoreció que el cristianismo construyera su doctrina fundamentalmente con conceptos platónicos.
Los cristianos estaban tomando el relevo. Hasta el siglo II no se habían ocupado de la filosofía, pero el contacto con la tradición griega les obliga a plantearse problemas filosófícos. Sus posturas, al respecto, son enormemente variadas, desde la de Tertuliano (rechazo total de la filosofía griega) hasta la de San Clemente, Orígenes y el propio San Agustín, que recogen con agrado muchos elementos de Platón, Aristóteles y los estoicos (principalmente).
Ante las críticas que le dirigían los filósofos paganos, el cristianismo utilizó el saber filosófico para apoyar los dogmas de la fe. Esta síntesis entre religión cristiana y filosofía dio lugar a la patrística; es decir, el pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia: Tertuliano, Orígenes, San Basilio, San Ambrosio, el propio San Agustín, San Jerónimos, San Isidoro de Sevilla, etc.
Estos pensadores utilizaron el neoplatonismo de Plotino y el estoicismo de Séneca para elaborar la primera filosofía cristiana, la cual se desarrolló inicialmente en permanente lucha con los restos del pensamiento clásico (especialmente el escepticismo académico) y con las múltiples herejías surgidas en el seno del propio cristianismo: maniqueísmo, pelagianismo, gnosticismo, arrianismo, etc.
La patrística anticipa muchos de los problemas que centrarán la reflexión filosófica de la Edad Media, ajenos al pensamiento griego, como el problema de las relaciones entre razón y fe, la demostración de la existencia de Dios, el enigma de la Creación, el sentido de la libertad humana (en conexión con los conceptos de culpa y de pecado) o la interpretación religiosa del curso de la historia como
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