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San Agustin


Enviado por   •  3 de Abril de 2015  •  1.474 Palabras (6 Páginas)  •  346 Visitas

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“SAN AGUSTÍN DE HIPONA”

BIOGRAFÍA

Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pueblo que hoy se conoce por Souk-Ahras (Argelia). Hijo del pagano Patricio y de la cristiana Mónica, fue educado en la fe de su madre. Se le denominó como el "profesor africano" comienza a visitar asiduamente la catedral atraída por la fama del Obispo Ambrosio, gran orador. Decide abandonar la enseñanza y se retira con sus amigos a una hacienda en Casiciaco. Allí descansa, reflexiona, escribe y comparte su preparación para el bautismo, de manos de Ambrosio. Después de la muerte de su madre se dirige a su pueblo natal, Tagaste, reparte su herencia entre los necesitados y funda un monasterio donde convive con los amigos que le han acompañado. Su plan de vida está cifrado en la oración y la convivencia.

En el año 391 viaja a Hipona, los fieles le reconocen, lo aclaman y piden al Obispo Valerio que le haga sacerdote. Su fama se extiende por todo el Imperio Romano. La influencia de su acción pastoral a favor de los necesitados, el brillo de su predicación y la sabiduría de sus escritos marcan un camino que la Iglesia siguió durante más de dieciséis siglos. Sus escritos le convierten en uno de los más importantes filósofos de la Antigüedad, especialmente las Confesiones, De Civitate De¡, la correspondencia y los sermones.

Es considerado uno de los grandes maestros de la espiritualidad medieval dentro del periodo de la Patrística por su obra De Civitate Dei (De Ciudad de Dios) donde desenvolvió sentimientos, conductas y doctrinas en torno a la historia del género humano, el problema del mal y el destino ultraterreno del hombre, sobre la justicia y el estado. Todo ello, a raíz del doloroso saqueo de Roma por el visigodo Alarico y sus huestes en el año 410, Agustín oyó de los romanos acusaciones dirigidas contra los cristianos a quienes se les imputaba el debilitamiento del Imperio y la pérdida del favor de los dioses. Para responder a esos extendidos rumores, San Agustín se apresuró a componer uno de sus libros más robustos y enjundiosos, La ciudad de Dios, el cual parte de la confirmación irrebatible de la fragilidad de lo humano.

FILOSOFÍA JURÍDICA

Uno de los grandes méritos de San Agustín por lo que a su doctrina jurídica se refiere radica en el hecho de haber sido el primer pensador que dentro del ámbito cristiano ofrece una teoría iusnaturalista completa. En el esquema agustiniano hay que distinguir la ley eterna, la ley natural y la ley humana o temporal.

La ley eterna, es la «razón divina o voluntad de Dios que manda conservar el orden natural y prohíbe que se perturbe». La ley eterna afecta, por tanto, a todos los seres pero mientras que los seres irracionales la cumplen de un modo necesario, sin posibilidad de elección, el hombre en cuanto ser dotado de racionalidad la acepta libremente.

La ley natural no es algo distinto de la ley eterna, sino según San Agustín la ley natural es, la ley propia del hombre que le sirve para discernir lo justo de lo injusto y tiene, en todo caso, un carácter objetivo.

Por último, están las leyes humanas o temporales. Éstas encuentran su fundamento y su razón de ser en la ley natural y por ello no podrán separarse de ella si quieren ser auténticas leyes. Obviamente, las leyes establecidas por el legislador humano deben cambiar según lo exijan las circunstancias históricas pero, en ningún caso, puede producirse una desvinculación de las leyes positivas respecto de la natural, pues en ese caso la ley promulgada por el legislador carecería de valor y no tendría carácter obligatorio.

El esquema que propone San Agustín es excesivamente rígido, pues si se afirma que «no es ley la que no es justa» ello implica negar la existencia de la práctica total de las leyes positivas. De cualquier modo, lo cierto es que la doctrina de San Agustín en torno a la ley y la clasificación de la misma en eterna, natural y temporal tuvo una influencia decisiva en el pensamiento cristiano que se desarrollará durante toda la Edad Media.

Entre los intérpretes de la obra de San Agustín se han suscitado largas discusiones sobre si su actitud es voluntarista o intelectualista. El punto de partida de tal discusión se encuentra en la definición de ley eterna formulada por San Agustín, en la cual la razón y la voluntad aparecen conjuntamente tratándose de determinar si prevalece una u otra o si ambas pueden conjugarse armónicamente.

En cuanto a la teoría agustiniana de la justicia, puede decirse que San Agustín utiliza el término justicia con dos sentidos: en primer

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