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Apologia De sócrates

jhancar9912 de Septiembre de 2014

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En la “Apología de Sócrates” Platón escribe la manera en la que Sócrates se defendió desmintiendo con fundamentos y pruebas las acusaciones de las que lo culpaban Melito, Licón y Anito. Melito lo hacia en representación de los poetas, Licón en representación de los oradores y Anito por los políticos y artistas; cada cual representando a un sector de la sociedad. Ellos consideraban a Sócrates peligroso para la sociedad ateniense porque él era un hombre que pensaba y que se cuestionaba. La apología muy interesante puesto que es una reflexión acerca de muchos temas en los que Sócrates estaba interesado, además de que lo hacía y lo decía para defenderse; lleva varias fases y habla de temas diversos de los cuales se le acusaba; todos estos temas los abordó de manera muy inteligente; puesto que su objetivo principal era persuadir a los jueces a que le dieran votos a favor y lo absolvieran. Al inicio aborda las primeras acusaciones, posteriormente hace un auto-análisis de la actitud que tomó durante toda su vida y explicó porqué era él así; Sócrates se condenó a sí mismo a la multa por obedecer a la ley aunque después los jueces al dar el veredicto lo acusaron como culpable (sólo por 6 votos), y así termina la apología dónde Sócrates hace una reflexión acerca de la muerte y de cómo no tenía miedo de morir, y así lo hizo por defender sus principios e ideas, por lo mismo es que después de morir, es como si Sócrates se hubiera convertido en héroe griego de la época, por la valentía con la que murió, la sabiduría que mostró al morir siendo un hombre justo, y que lo hizo por defender sus principios. Ahora se verán algunos de los temas principales que abordó Sócrates durante su defensa.

Al inicio pide a la audiencia que lo escuchen con cuidado y vean que dice cosas justas y verdaderas, después procede a responder y defenderse frente a sus primeras acusaciones. Lo primero de lo que lo acusan es que él es un impío porque es un hombre sabio que indaga lo que pasa en los cielos y en la tierra y que sabe convertir un argumento débil en el más fuerte, además de que dicen se dedicaba a la enseñanza y que cobraba por ello, lo cual es falso. El refuta estas acusaciones mencionando primero que él no enseña nada ni cobra nada, simplemente hay jóvenes que le acompañan y conversan con él, pero él no les enseña, sin embargo lo que responden estos jóvenes cuando les preguntan que qué es lo que Sócrates enseña, ellos dicen que indaga sobre el cielo y la tierra, al no poder explicar y comprender de qué es lo que Sócrates habla y conversa.

Sócrates explica y fundamenta lo anterior por lo siguiente: él conversaba con la gente de todos los sectores de la sociedad, por la siguiente cuestión: su amigo Querefón le dijo que el Oráculo de Delfos había dicho que no había nadie más sabio que Sócrates; él al escuchar esto no lo podía creer porque él estaba conciente de que en realidad no sabía nada. Ahora Sócrates intrigado por las palabras de la Pitonisa emprendió una búsqueda por encontrar la sabiduría en los hombres que se creían sabios, o que eran conocidos como tal. Empezó a entablar conversaciones con políticos, artistas, poetas, oradores; y se dio cuenta de que a pesar de la fama que tenían de sabios ninguno poseía verdadera sabiduría por lo que Sócrates les hacía ver y les decía que no eran sabios solamente que se creían sabios; Sócrates creía ser un poquito más sabio al saber que en realidad no sabía nada, ni presumía de ningún conocimiento; al hacer esto se ganó el desdén y desagrado de la gente con la que conversaba; puesto que es comprensible que a uno no le guste que le diga alguien que no sabe nada; sin embargo esta es la tarea que hizo Sócrates y le ganó mala fama.

Ahora las siguientes acusaciones que se le adjudican a Sócrates es el hecho que de: corrompe a los jóvenes, que no cree en los Dioses del Estado y porque en lugar de ello pone nuevas divinidades llamadas demonios.

Al hablar y refutar la acusación de que corrompe a los jóvenes, entabla un diálogo con Melito; y prueba que él no corrompe a los jóvenes puesto que fue llevando a Melito a indagar en el tema y concluir que si hay alguien que puede corromper a los jóvenes no es solamente él, y que cualquiera puede ser y que él no lo hace, además de que en lugar de corromperlos la gente puede o no hacerlos hombres de bien; además le remarca que no está de acuerdo en que lo hayan llamado directamente al tribunal, porque según la ley primero hay amonestaciones y si se vuelve a caer en la misma falta, pues ya habrá un juicio pero así como se lo hicieron a él es injusto.

En el tema de religión y creencia de los Dioses, lo acusan de no creer en los Dioses del Estado y así creer e los demonios. Él dice en su defensa (en diálogo con Melito su principal acusador), que él sí cree en los Dioses pero en el supuesto caso en el que creyera en los demonios; pregunta y afirma que los demonios son los hijos de los Dioses, o los hijos bastardos de los Dioses con ninfas o algún otro ser, él dice que se le hace absurdo que se pueda creer que hay hijos de los Dioses (en los que supuestamente él cree); pero que no hay Dioses, con esta afirmación refuta la acusación religiosa que se le imputa.

Más adelante menciona que él sólo pretende tener comportarse de manera justa, y verdadera y que él no cesará de ser filósofo y cuestionarse aún así lo destierren o lo condicionen a no volver a conversar, dice que no lo cumplirá aún así muera. De esta manera se ve aquí cómo Sócrates estaba tan convencido de sí mismo y de los principios que seguía hasta decidir morir por ellos, de manera digna, sin rogar, implorar, ni envolver a su familia en ello. Hay algo interesante que menciona, que puedo definir con el término de conciencia. Él menciona que hay una “voz” que le habla y le dice lo mejor que es lo que debería hacer, dice él que es una voz divina de los Dioses que lo han escogido para mostrarle el camino de la justicia y de la verdad, y no falsa sabiduría a los hombres. Menciona a todas las personas que gustaban de conversar con él, entre los nombres estaba el de Platón.

Por último cuando se le condena menciona que no tiene miedo de la muerte, porque no se puede temer algo que se desconoce, y se cree que la muerte es un mal; por lo tanto, él dice que no sabe quién será más dichoso si él al morir o la gente en seguir viviendo, puesto que cómo el se imagina la muerte es que se encontrará con todos los personajes griegos inmortales e importantes, como Homero, Hesíodo; con los cuales podría conversar, así dice que si la muerte es así “el moriría gustoso mil veces”. De esta manera así concluye solamente pidiendo una cosa: que si sus hijos en algún momento se creían algo que no eran, los hostiguen y hagan lo mismo que él hizo con los ciudadanos.

Así de esta manera concluye la Apología de Sócrates, dando un ejemplo de sabiduría, valentía, e inteligencia; pude ver qu todas sus reflexiones y analogías son tan válidas hoy como en el tiempo de Sócrates, aunque supongo en su tiempo no se comprendía tanto, asimismo puedo decir que es un texto muy interesante y que es básico conocer para poder comprender más el pensamiento de Sócrates y de Platón, además de básico también para el estudio de la filosofía.

La apología puede dividirse en tres partes, cada una de las que tiene su objeto.

En la primera parte, la que precede a la deliberación de los jueces sobre la inocencia o la culpabilidad del acusado, Sócrates responde en general a todos los adversarios que le han ocasionado su manera de vivir lejos de los negocios públicos y sus conversaciones de todos los días en las plazas, en las encrucijadas y en los paseos de Atenas. Sócrates, se decía, es un hombre peligroso, que intenta penetrar los misterios del cielo y de la tierra, que tiene la magia de hacer buena la peor causa, y que enseña públicamente el secreto. Sócrates responde que jamás se ha mezclado en las cosas divinas; que su enseñanza no era como la de los sofistas que exigían un salario, si bien sobre este último punto no había acusación. En fin, en apoyo de esta enseñanza popular, esforzándose en hacer ver a los unos su falsa ciencia, y a los otros su ignorancia, invoca una misión sagrada recibida del dios de Delfos. ¿Era este el camino de congraciarse, teniendo en frente los resentimientos profundos que hacía mucho tiempo había excitado su punzante ironía? No; toda esta justificación, que elude los cargos más bien que los rechaza, sólo podía servir para aumentar la desconfianza de los jueces, prevenidos ya en su contra.

Así es que su verdadero valor y su interés aparecen por entero en la consecuencia moral, que Sócrates procura deducir con tanta profundidad como ironía. Dice que [44] ha conversado sucesivamente con los poetas, con los políticos, con los artistas y con los oradores; es decir, con los hombres que pasan por los más hábiles y los más sabios de todos; y como ha visto en los unos y en los otros, en medio de su exagerada pretensión a una sabiduría y a una habilidad universales, igual incapacidad para justificarlos hasta en el dominio limitado de su respectivo arte, declara que a sus ojos la sabiduría humana es bien poca cosa, o más bien, que no es nada si no se inspira en la única verdadera sabiduría, que reside en Dios, y que sólo se revela al hombre por las luces de la razón.

Pero los enemigos de Sócrates no se contentaron con acusaciones generales, y formularon, por boca de Melito, estas dos acusaciones concretas: primero, que corrompía a los jóvenes; segundo, que no creía en los dioses del Estado y que los sustituía con extravagancias demoníacas. Estos dos cargos se llamaban y apoyaban el uno al otro, porque

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