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Aporofobia, el rechazo al pobre


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2020  •  Tareas  •  2.046 Palabras (9 Páginas)  •  148 Visitas

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APOROFOBIA, EL RECHAZO AL POBRE
ADELA CORTINA

El concepto de Aporofobia es relativamente reciente, agregado a la Real Academia Española en 2017 y utilizado desde hace 20 años lo hace una palabra nueva dentro de nuestro lenguaje castellano. Pero, ¿exactamente qué es?  Adela Cortina, filosofa española lo define de la siguiente manera, del griego aporós, que es la forma de nombrar a los pobres, y fobeo que refiere al fobia o rechazo, la aporofobia puede definirse como la disposición personal o social en contra de personas pobres, el cual va desde invisibilización a vandalismo y crimen sobre ellos. Adela Cortina, dentro del libro El rechazo al pobre expone desde su punto de vista filosófico y cultura europea el rechazo que al pobre o homeless ha sufrido desde hace años y últimamente marcado con la crisis de la migración en Europa en los últimos 5 años gracias a la guerra vivida en Siria. Esta necesidad de nombrar un fenómeno (lastimosamente negativo) y volverlo a parte del dialogo para objeto de análisis, critica y transformación cultural llevo a crear esta palabra; la necesidad del ser humano de encontrar significados y hacerlos parte de él es normal en el cotidiano vivir, nuestra curiosidad ha permitido realizar avances en tecnología, medicina, física, astrología, entre otras áreas de importancia social para todos, pero que ocurre cuando no podemos expresar una idea de forma clara y lo único que queda es señalarlo con el dedo: lo excluimos y sentimos que no es parte de nosotros. A veces en casos positivos, como en casos negativos. Algunos casos de ellos son las fobias que generan daños sobre nuestra sociedad, como la xenofobia, homofobia, cristianofobia, islamofobia, así como, el antisemitismo y la misoginia. Factores como la raza, la etnia o la nacionalidad de una persona provoque aversión no es tan significativo como el rechazo a personas en situación de pobreza, hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos (21). Usualmente como sociedad no rechazamos al extranjero, ya que invierte y genera efectos de valor sobre nuestra sociedad, no rechazamos a aquel que tiene dinero o que sabe sobrevivir de forma independiente. Rechazamos al extranjero pobre, aquel que llega a nuestro país en búsqueda de nuevas oportunidades que en su país no se dieron. Un ejemplo claro en nuestro continente es el efecto Venezuela, donde países como Colombia, Peru, Ecuador, Brazil han recibido más de 4 millones desde el año 2016. Otro ejemplo claro es el muro de Trump, para no permitir ingreso ilegal desde la frontera mexicana, idea bastante controversial a nivel mundial (y defendida por otros pocos). Según la revista Semana, los colombianos sufrimos de xenofobia y aporofobia, donde vivimos en una lucha permanente contra la diferencia (homosexuales, negros, indios, extranjeros, etc.) y se vive de forma diaria en redes sociales, medios de comunicación, en la calle, entre todos nosotros. Muchas veces omitido por parte de nosotros, pero es claro que existe un rechazo al pobre, aunque sea el de nuestra propia familia.

Una situación creciente de diferentes partes del mundo como la migración llevo a la sociedad a manejar un pensamiento xenófobo y aporófobo, despertó un escalamiento hasta las altas esferas gubernamentales en los países, partidos políticos e imágenes políticas empezaron a manejar conceptos de hostilidad e inhospitalidad, de forma conjunta con mensajes de odio y rechazo, en países desarrollados como países no desarrollados. El origen de esta problemática se vuelca a procesos de odio y opresión contra grupos sociales marginados desde formas de expresión cuya finalidad es promover el odio y la intolerancia. Estos tipos de discurso abren la brecha para tratarlos de forma tal como se incita en los mensajes de odio. Este desprecio puede ser económico, como social. Nos basta mirar de forma triste casos en las calles bogotanas, donde personas pobres en su afán de sobrevivir piden una limosna o solicitan un trabajo, y en la mayoría de casos son evitados y marginados, hasta el punto de ser convertidos en personas invisibles. Una situación particular se vivió hace un tiempo donde la periodista Claudia Palacios establecía que los pobres no deberían tener hijos en Colombia, argumentando que “si ustedes se siguen reproduciendo como lo están haciendo, sería aún más difícil verlos como una oportunidad para el desarrollo que como problema”. Un mensaje de odio o un mensaje que busca estigmatizar y culpar de una problemática a un grupo social es aporófobo. La diferencia es un elemento que marca esta fobia, como persona tratamos de estar junto a un círculo social que comparta las mismas ideas y pensamientos que nosotros, que se asemejen a nosotros y no poseen sobre nosotros algún factor diferencial. Esto puede verse de forma clara en la evolución humana, somos seres que tratamos de sobrevivir, que buscamos cazar, cosechar, crear, y llevar junto a nosotros circunstancias que nos hacen sentir cómodos, una misma lengua, una misma fisionomía, una misma forma de pensar, son puntos a favor en nuestra selección natural al sobrevivir. Colombia ha sufrido de forma negativa esta supervivencia, dada los conflictos armados que se iniciaron a finales del siglo XX muchas personas de las áreas rurales tuvieron que salir de sus hogares y trasladarse de forma forzada a ciudades para iniciar una nueva vida. Una situación que en vez de despertar sentimientos altruistas del resto de la población colombiana despertó sentimientos de odio y rechazo a estas personas, el simple hecho de llegar a una ciudad sin recursos ya lo hacía un marginado. Algo completamente opuesto cuando se recibe un futbolista, empresario, cantante, modelo, independientemente de su cultura no son pobres y por ello no deben ser rechazados.

El libro de Cortina cuenta de ocho capítulos, que van desde el diagnóstico de la actual situación, pasando por una discusión sobre neurociencias, donde se discute que el cerebro humano tiene por defecto cargado el chip de ser xenófobo, esto relacionado con nuestro deseo a sobrevivir y a rodearnos de personas que nos permitan crecer socialmente y no crear retrasos o daños sobre nuestra integridad (social y económica), hasta la propuesta filosófica y política de avanzar a la constitución de una hospitalidad cosmopolita, esto último relacionado a que todos los países de la Unión Europea deben crear estrategias contra factores sociales que no den un desarrollo a la sociedad, como por ejemplo el tráfico de inmigrantes. El contenido del libro se puede abordar desde tres perspectivas: como fenómeno social, como producto de una base biológica y como un problema específico de la ética. El primero caso abordado en la parte inicial del documento donde se establece la aporofobia como un factor social de rechazo y odio a aquellos que son pobres. El segundo relacionado con condiciones biológicas y neuronales que hacen al ser humano autónomo y egoísta. Una forma clara de ver esto es la teoría del gen egoísta, donde el gen es la unidad evolutiva fundamental, actuando desde un punto de vista genético y no desde los fenómenos de selección natural. Biológicamente podemos estar predispuestos a cumplir las normas del grupo para evitar el reproche, el castigo y la pérdida de reputación, y es lo que nos aconseja nuestra razón prudencial (98). Finalmente, la perspectiva ética donde se explora los límites de nuestra capacidad biológica y establece que nuestra conducta puede ser modificable y estructurada por nuestra racionalidad al momento de tomar decisiones. No somos unas máquinas programadas para seguir al pie de la letra nuestros genes y comportamiento, somos seres adaptativos y nos acomodamos a las circunstancias sociales y de ambiente que tenemos. Somos seres que se construyen con base a la sociedad, a las acciones de la misma y a las necesidades del control social. Por esto mismo, si la sociedad nos enseña a odiar, crearemos en nosotros este sentimiento; si la sociedad nos enseña a ayudar sucederá lo mismo. Esto se pudo observar con la actual situación que vivimos en el año 2020, donde el Covid-19 o Coronavirus trajo una nueva forma de pensar y hacer las cosas. El miedo de que otro nos quite lo que es nuestro es un sentimiento que se ha propagado, llevando a pensar en nuestra propia supervivencia que en un actuar altruista frente a los demás. “Con esta emergencia sanitaria, el miedo de que otro nos quite lo que es nuestro es un sentimiento que se ha propagado en toda Colombia; país con un índice de pobreza extrema de casi el 20% y que apenas se recupera de un conflicto armado de más de 60 años”, analiza el investigador binacional Armando Duarte.

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