Aprender De La Derrota

Aprender de la derrota

Von Clausevitz decía que los grandes generales se conocían en la derrota. Abraham Zaleznick, en Management of disappointment", analiza la importancia del desarrollo a través de las derrotas. El estudio psicológico de personas creativas, incluyendo lideres, sugiere que la preocupación por el éxito puede ser menos importante que el rol del fracaso en la evolución de una carrera, aunque en este mundo exitista estamos bombardeados permanentemente con el ejemplo de los que han tenido éxito y nadie quiere saber que les pasó a los perdedores. De hecho cada uno de nosotros ha sufrido o sufre dificultades y todos sabemos que en la medida en que las podemos enfrentar salimos fortalecidos. Pero enfrentar no significa vencer. Enfrentar significa ser capaz de analizar la situación y nuestra acción posible. Cuando mejor provecho hemos sacado, ha sido cuando hemos tenido la capacidad de mirar honestamente las debilidades y los errores que tenemos o hemos tenido. Para esto hay que tener tiempo para uno mismo y honestidad, humildad y entereza para aceptarse. Es muy difícil ser sincero consigo mismo sin caer en el masoquismo o en la conmiseración. El sentido de realidad es tan discutible que se hace difícil ser realista. Sin embargo es evidente que a las personas de éxito no les dejan el tiempo necesario los que los rodean, porque ellos necesitan ese tiempo para adularlos y eso hace que las personas de éxito, envueltas en ese mismo suceso que tienen, tiendan a disimular sus errores, confirmando de esta manera aquella afirmación de que el éxito es una de las antesalas del fracaso. Quienes tienen dificultades tienden a no querer mirarse o aprender de lo que esta pasando o ha ocurrido, porque es duro mirarse con franqueza cuando las cosas no andan bien. En nuestra sociedad occidental una de las cosas que ocurren es que tendemos a ser desvalorizados y esto hace que por fin nos desvalorizamos aun nosotros mismos. En estas condiciones es doloroso mirarse y aprender. Es también difícil recurrir a terceros, porque nuestros amigos tienen una cierta visión de la vida y de nosotros y eso es lo que proyectan. Si esto pudiera ser transmitido con neutralidad sería positivo y ese es seguramente el éxito del 360 como elemento de desarrollo. Pero siempre el otro tiene una carga positiva y negativa acerca de nosotros que lo hace ser parcial y eso no nos ayuda. En las organizaciones no se miran los fracasos porque cada uno trata de explicarlos como éxitos. Un ser humano, por definición, es imperfecto. Uno puede asumir que hace la mitad de las cosas bien y que en la otra mitad se debe equivocar en alguna medida. Y sin embargo los criterios empresarios parten de la base de que el hombre es un ser perfecto y que por lo tanto no hace cosas mal, no comete errores. La reacción razonable a esta presunción absurda, es hacerse hábil en presentar los fracasos como éxitos y los éxitos como sucesos nacionales. Para hacerlo se pueden usar estadísticas aplicadas a nuestro caso, hacer notar la falta de eficacia de ese otro sector que no llegó con el producto o el servicio a tiempo, la competencia, esa forma de ser Argentina, etc. Esto es razonable que se haga para defenderse. Lo malo de esto es que no permite ver la realidad y por lo tanto nos dificulta corregir errores, errores propios y errores organizacionales. El resultado es que las cosas se siguen haciendo igual hasta el próximo error. Las condiciones del cambio no son ningún secreto: hay que estudiarlas o asesorarse y actuar en consecuencia. Pero ya hemos aprendido que el cambio es uno de los fenómenos más difíciles que existe, aunque se lo presente como algo que hacemos todos los días con gran facilidad. El 80 por ciento de los emprendimientos fracasan, de acuerdo con las cifras de EEUU y un porcentaje similar de procesos de cambio empresario no tiene éxito. ¿Porque no miramos esos procesos? Seria interesante y muy conveniente asumir los fracasos

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