Ayudad al éxito de Dios

¡Ayudad al éxito de Dios!

La importancia de la labor médica se debe a la relación que ésta guarda con el propósito de Dios. El texto declara que una de las mejores maneras de alabar a Dios es a través de alabar al hombre mismo, situación que no suele darse con frecuencia.

Si un médico ejerce su profesión de forma adecuada, los resultados se verán reflejados en su paciente. En múltiples casos, el medico supone que la trascendencia de su profesión es debido a la modernidad que trae consigo los nuevos aportes o descubrimientos de la ciencia médica; no obstante, es gracias a la antigüedad la trascendencia que posee hoy en día.

Se dice que la medicina es algo sagrado y aquellos que la desempeñan son grandes a razón de que en el ser humano hay patologías que aún no han sido reveladas y a que es más grande aquello de lo que se ignora sobre de lo que se tiene conocimiento.

Menospreciar al hombre es menospreciar a la profesión médica, una de las formas de hacerlo es cuando se afirma que el médico no está emparentado con Dios y, por el contrario, aseguran que no es más que un antropoide superior.

El alma, al igual que el dolor no es perceptible ante los ojos, pero eso no niega su existencia de modo que hace al cuerpo precioso y a la medicina sublime; no obstante, el alma queda en el olvido, siendo el cuerpo el principal interés para el médico.  

Un principio que nos rige es aquel en el que se proclama que la vida procede de la vida y solo puede deberse a Dios, lo cual nos indicaría, tal como lo afirma la filosofía, que los médicos no pueden ser ateos y que el sencillo de pensar equivale a creer en Dios. Creer en Dios equivale a creer en el cuerpo místico, los médicos no solo trabajan con el cuerpo o lo material, sino que además lo hacen con lo místico; las personas humanas son, de hecho, o en potencia, miembros místicos de la segunda persona divina.

La ignorancia se ha reducido a ser vista como una cosa mala, pero sin reparar en que es esta lo que hace fascinante a la medicina y no el conocimiento en ciertas circunstancias ya que, si durante una cirugía se supiera exactamente lo que se encontrara cada vez, se podrían hacer exhibiciones quirúrgicas. Es por ello que, nuestra entrada al Reino de Dios depende de nuestra conducta en el quirófano.

Al leer el título del libro generalmente uno se cuestiona el cómo unos simples mortales que a menudo cometen errores podrían ayudar al éxito de Dios. Dios no crea “inutilidades”, por lo tanto, no menospreciéis las labores del hombre ni os extrañéis cuando se diga que él nos necesita, puesto a que la salvación es un asunto que requiere de cooperación. El ser consciente de este hecho cambia por completo nuestra perspectiva de la vida, ya que, en ocasiones, la vida pareciese no tener sentido alguno, sumándose el hecho de que el conseguir las cosas siempre desilusiona dado a que nunca son lo que se esperaba y no nos llegan a satisfacer por lo que nos cuestionamos si el fin justifica al esfuerzo, pero, no es hasta que comprendemos lo que es una colaboración con el Divino Médico que nos damos cuenta lo que es exactamente la vida.

Sobre la limitación de la natalidad, el médico debe ante todo evitarla y en cambio, fomentar los nacimientos, o bien, en otras palabras, llenar los cielos con almas inmaculadas y, ante todo, evitar los denominados abortos místicos que no hacen más que llevar a la muerte de la familia, del Estado y de la nación.  Si un recién nacido se encuentra en trance de muerte y no hay ningún sacerdote a la mano, nuestro deber y privilegio como médicos es el de bautizar a todos los seres que nazcan para otorgarle la vida eterna, aun así, sus padres no sean creyentes o en el caso de que la criatura sea producto de un aborto o que tenga malformaciones, lo único que se requerirá es un poco de agua y pronunciar las siguientes palabras: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Para los médicos católicos que laboren en clínicas no católicas es importante considerar que el bautismo dentro de la membrana interior no es válido dado a que forma parte del organismo materno. Un médico debe tener presente ante todo su teología moral.

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