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Concepcion Del Hombre


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  2.796 Palabras (12 Páginas)  •  367 Visitas

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La Antropología Bíblica y Patrística

La Biblia no es un manual de antropología, pero en ella subyace indudablemente una concepción del hombre.

La Antropología Bíblica y Patrística

La Antropología Bíblica y Patrística

La aportación del cristianismo al pensamiento antropológico ha supuesto en muchos casos una revolución de insospechadas consecuencias. Por ejemplo, el lema "libertad, igualdad y fraternidad" que enarboló la Revolución francesa, no hubiera sido posible en una cultura sin sustrarto cristiano. Esta revolución arranca, en su raíz, de la cultura hebrea y de una peculiar concepción de Dios, entendido como un ser personal que es fundamento único de todos los seres. La Biblia no contiene ninguna teogonía. Sí una cosmogonía: el cosmos nace por un acto libre y creador de Dios. El hombre es criatura de Dios.

Además, Dios se ha hecho más accesible al hombre por la revelación, obrada por amor con obras y palabras a lo largo de la historia. La plenitud de la revelación es Cristo. Dios ha hecho a los hombres cooperadores de su providencia para que perfeccionen la obra de la creación. El pecado, tanto el original como el personal, es el apartarse el hombre de la voluntad divina. La consecuencia de ese desorden conlleva un castigo eterno, a menos que medie el arrepentimiento, como conlleva premio eterno la aceptación del designio divino sobre cada quien. Ese designio no es arbitrario, pues Dios no se contradice, no realiza acciones absurdas sino perfectas. Por ello ese designio, también llamado vocación (1), es lo mejor para cada quien, y decir sí a él es la respuesta fiel y responsable del hombre que se encamina a la felicidad, a Dios mismo, porque no cabe felicidad personal al margen de Dios sino en Dios.

El Antiguo Testamento (s. IX-II a. C)

La Biblia no es un manual de antropología, pero en ella subyace indudablemente una concepción del hombre. Su tema principal es la revelación de Dios, pero como Dios se revela al hombre, se nos dicen una serie de verdades respecto de éste último. Entre las contenidas en el Antiguo Testamento cabe mencionar que el hombre es criatura de Dios (ex Deo) (2), "capaz de conocer y amar a su Creador"; "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (3). Constituidos desde el principio varón-mujer.

La tradición del pensamiento hebreo desconoce o ignora los mitos órficos: no existe dualismo alma - cuerpo. Para ella no hay "preexistencia" de las almas; ni se puede hablar de una "caída" del alma en el cuerpo; ni hay una concepción negativa del cuerpo y de la sexualidad. En este sentido, es significativo que exista un término para designar el alma (nefesch) y otro para el cadáver, pero no existe una palabra para el cuerpo en cuanto distinto del alma. El hombre es considerado como una unidad psicosomática indisociable.

En el Génesis se relata que Dios infunde el alma (cada alma es creada por Dios directamente) sobre una materia preexistente (4). Dios forma a cada uno desde el seno materno. La naturaleza del alma humana es espiritual e inmortal. El hombre es el centro de la creación y Dios cuida de él. El alma creada a imagen de Dios fue dotada al inicio con unos dones preternaturales (5), pero esa condición primera fue rota por la primera desobediencia a Dios, llamada pecado original. Esta culpa se transmite a los descendientes de la primera pareja. La muerte es una de las consecuencias de ese caída. Usando la ironía podríamos decir que la "buena noticia" que encontramos en la Sagrada Escritura es el pecado original, pues si el hombre es culpable del pecado significa que se le supone dueño de sus actos, es decir, libre. Ante el determinismo fatalista de las culturas paganas, la Biblia aporta una idea verdaderamente novedosa y revolucionaria: el hombre es auténticamente libre (6), no está sometido a un destino fatal.

El Nuevo Testamento (s. I d. C.)

Aparece claro en el Nuevo Testamento que el hombre es radicalmente hijo de Dios. Dios es trino en Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El hombre es hijo de Dios Padre en el Hijo. Esta es la radical novedad humana del Nuevo Testamento: la filiación divina. Por lo demás, la concepción del hombre en otros aspectos, abunda y profundiza en la del Antiguo Testamento, porque todos esos asuntos son entendidos desde la filiación divina. Por ejemplo, de ahí deriva también la dignidad del cuerpo humano (7).

En los textos neotestamentarios se ve que el ser humano es compuesto de materia y espíritu, pero no existe un dualismo como en Platón, o en los gnósticos, maniqueos (8), etc. Tampoco el hombre es sólo su alma, ni sólo su cuerpo, sino alma y cuerpo. Por lo demás, en cuanto al origen, naturaleza, inmortalidad individual y juicio particular y restitución tras la muerte, etc., el Nuevo Testamento va más allá que el Antiguo, en el sentido de abundar y clarificar, pero en la misma línea

Con el cristianismo el hombre adquiere el papel hegemónico de la creación. Es la criatura central del Universo físico. Se desmitifica la visión del mundo, pues ya no se le rinde culto al cosmos, merced a la noción de creación, y ahora el hombre pasa a ocupar el centro (no geográfico, sino en importancia) de la creación visible. En efecto, no se concibe sólo al hombre como criatura sino como hijo de Dios en el Hijo de Dios, Jesús. Éste es el Dios-Hombre, no el "hombre-Dios", nombre que aparece en otras religiones o mitos. Todo lo demás está en función de éste y éste en función de Dios. De este modo, tanto el hombre como el cosmos se entienden como dependientes de Dios, y la religión se abre a la pura trascendencia del espíritu respecto de lo material (pero sin descalificarlo).

La Patrística y Agustín de Hipona (354-430)

El periodo de la Patrística alcanza su esplendor en los años que median entre el Concilio de Nicea (325) y el ocaso del Imperio Romano (476). La cumbre de todo este periodo es sin duda San Agustín. En cuanto al problema del alma, la influencia de Platón en esta época es clara. Las verdades básicas defendidas por todos los autores son la existencia del alma, su creación por Dios, la espiritualidad, (aunque no tan pura como la divina), la inmortalidad, la vida futura, etc. Se duda, en cambio, respecto del modo cómo se origina el alma y cómo será inmortal tras la muerte del cuerpo.

SAN AGUSTÍN de Hipona (354-430) es reunión y cumbre de la patrística.

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