Conocimiento Moral
josmaryale31 de Marzo de 2014
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Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico Rural "El Macaro"
Centro de Atención Altagracia de Orituco
Estado Guárico
Facilitadora: Integrantes:
Antonia Magallanes Martínez Josmary
Martínez Josimar
Infante Demairys
Tenería Ramón
Especialidad: Matemática 2012-2.
Marzo 2014.
Introducción
El conocimiento del valor, la moral y su desarrollo.
El Valor del Conocimiento, es aportar al ser humano, las respuestas necesarias para su comprensión en el mundo, el sentido de su vida, y hacia dónde se dirige. Entonces podemos inferir, que los sentidos nos vinculan al mundo externo, lo conceptual debe servir para re-crear pensamientos, no conceptos estancos. Para ello hace falta incluir holísticamente la facultad del hombre, como es comprensión intelectual, intuición, y gnosis, que lleva a la inteligencia. La Inteligencia como Universalidad, no como atributo solo del Hombre, sino como Totalidad, que también direcciona hacia la Verdad. Ese es mi punto de vista acerca del Valor del Conocimiento, que propende en definitiva a la Sabiduría.
El conocimiento de los valores morales encierra ya de suyo un valor moral. Es ya un acto moral, una decisión radicalmente buena, el abrirse a la luz exigente de la verdad, el no rechazar sus desagradables exigencias. El conocimiento del bien es expresión y manifestación de la bondad de la persona—mas no hablamos de un mero conocimiento abstracto y teorético del bien. Mostramos que somos buenos y que amamos a Dios no sólo por las obras morales, sino también por un conocimiento moral claro y profundo. Quien no guarda los mandamientos, no ama a Dios ni puede decir tampoco que lo "conoce”, "Quien afirma que anda en la luz y al mismo tiempo odia a su hermano, está aún en las tinieblas”. (Por luz no ha de entenderse únicamente la luz cíe la razón, sino la irradiación de la gracia que procede del conocimiento por el Verbo.) Una vida pecadora es inconcebible con un "conocimiento" real de Dios y del bien. "Mas quien peca, ni le ha visto ni conocido". Así, la observancia de los mandamientos es la contraseña no sólo de que amamos a Dios, sino también de que lo conocemos: "Sabemos que le hemos conocido si guardamos sus mandamientos. El que afirma que lo conoce y al mismo tiempo quebranta sus preceptos, miente". Más ¿no hay aquí contradicción? Por una parte decimos: no se puede amar lo que no se conoce; no podernos obrar el bien antes de conocerlo. Por otra parte, afirmamos: no podemos conocer lo que no amamos ya. Por una parte, tenemos que conocer el bien para ejecutarlo, de otra manera el omitirlo no sería culpable; y por otra, el que conoce el bien lo ejecuta.
Estas aparentes contradicciones se resuelven examinando las diversas maneras y grados del conocimiento moral.
Modos diversos del conocimiento moral.
Conocimiento de la ley y experiencia de los valores: Hay enorme diferencia entre un conocimiento teórico, abstracto, aunque preciso, del bien y una percepción práctica experimental e intuitiva del mismo. Respecto del conocimiento moral, la más profunda diferencia está entre el mero conocimiento de la ley que ordena o prohíbe alguna acción, y el conocimiento de los valores que la fundamentan.
El conocimiento de los valores, en cuanto distinto del conocimiento de la ley, presenta diversos grados y modos:
1. ° Entender abstractamente, por un conocimiento lógico, que alguna cosa es buena, viendo el porqué de su bondad. Este conocimiento es, en cierto modo, frío, pálido, no despierta el interés de la persona, mientras no caiga bajo la intuición v la percepción directa.
2. ° Ver prácticamente los valores: se ven los valores con cierta claridad e intuición y al mismo tiempo se percibe su dignidad y sus exigencias concretas.
3. ° Sentir los valores 1 : no sólo se intuyen claramente en toda su hermosura y elevación, sino que conquistan todo el ser. Este sentir los valores sólo es perfecto cuando la conducta deja traslucir los nobles rasgos de la virtud. El alma percibe el lenguaje cautivador del bien y se va tras él. La esencia misma del bien constituye en última instancia este lenguaje que cautiva.
4. ° Conocimiento de los valores por íntima afinidad con el bien. No sólo se ven y experimentan los valores en determinada situación concreta, sino que se mantiene con ellos un constante contacto y amor en virtud de una íntima afinidad. Este conocimiento es perfectamente posible aun en ausencia del conocimiento abstracto y filosófico.
En estos dos últimos grados de conocimiento experimental se realiza exactamente la frase de SCHELER: "Son más numerosos los hombres que conocen a Dios por el amor que los que lo conciben por la inteligencia".
El conocimiento de los valores es posible para una persona moralmente inferior, el conocimiento propiamente experimental de la virtud y del bien exige una conducta profundamente moral. "La condición sine qua non de la plena experiencia de los valores es el verlos realizados. Mas esto no basta para garantizarla; para que el encuentro y la experiencia sean posibles es preciso que el sujeto los introduzca en su vida" 37. Sin duda que una cosa es conocer los valores y otra el que la voluntad los abrace. Pero precisamente el auténtico conocimiento de los valores por experiencia y afinidad se caracteriza por el amor que despierta en la voluntad.
Sócrates decía: basta conocer el bien para realizarlo. Mas para llegar a este conocimiento se requiere antes haber realizado el bien en fuerza del incipiente conocimiento que ya se posee. Y esto Sócrates no lo vio.
Profundidad en el conocimiento de los valores
Ante todo se ha de distinguir tina doble profundidad en el conocimiento de los valores: la propia de los valores concretos y la profundidad moral de la persona misma. De esta última profundidad hemos tratado en lo que precede.
Así como la fuerza de voluntad de un principiante no es igual a la de un héroe de la Santidad, así tampoco lo es su conocimiento moral. (Aunque no se ha cíe creer que ambos aspectos se correspondan exactamente.) Por parte del sujeto, la profundidad depende esencialmente de la seriedad cíe la intención fundamental. Cuando no se obra el bien a impulsos de una voluntad absoluta de realizarlo siempre y bajo cualquier condición, la acción buena no alcanza la debida profundidad. Y a esta falta de hondura corresponde un conocimiento defectuoso, en virtud del cual un valor particular o tipos enteros de valor discrepan del valor fundamental ya conocido.
Competencia
Desarrollo de la competencia motriz a través de experiencias positivas de aprendizaje dotadas de sentido para los alumnos
Es preciso que los alumnos progresen en el desarrollo de capacidades motrices, cognitivas, afectivas y sociales que les permitan desenvolverse en las situaciones-problema de índole motriz que se le plantean tanto en las clases de Educación Física como en sus otros ámbitos de actuación.
Pero, para que se produzca dicho progreso, es importante que el niño afronte la práctica motriz con posibilidades de éxito, lo que lleva implícita la necesidad de individualizar los aprendizajes, de modo que no se intente que todos los alumnos alcancen simultáneamente unas metas previamente fijadas. Se trata de proveer ambientes educativos para la exploración creativa y para la ampliación y diversificación de las propias capacidades en relación con la motricidad y de que, en última instancia, cada alumno tenga la oportunidad de encontrar actividades que le proporcionen experiencias positivas.
Por otra parte, las prácticas motrices que proponemos a nuestros alumnos han de tener sentido para ellos. Y para que esto ocurra, no sólo deben promover el movimiento evidenciado y la reflexión sobre la propia acción motriz, sino que, además, han de poseer elementos que las vinculen con la actividad locomotriz del niño fuera del contexto escolar y, especialmente, en su tiempo de ocio. Las capacidades desarrolladas han de estar dotadas, en última instancia, de funcionalidad dentro de la vida del niño.
Cooperación
Pretendemos, en última instancia, promover la cooperación no sólo como una estrategia de actuación, sino también como un hecho en el que confluyen la diversión y la alegría, el buen clima afectivo, las relaciones sociales positivas, la colaboración recíproca para alcanzar logros individuales y grupales, la asunción de normas que constituyen un pacto respetado por todos y la promoción de valores para la convivencia.
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