Creer En Dios

“Absolutizarse o inmolarse”. Estos dos son los extremos que se presentan en el hombre, al abandonar a Dios, llega a ser incomprensible para sí mismo y esto se expresa en los sentimientos que mencionamos anteriormente y como consecuencia fundamental, pierde la oportunidad de conocerse a sí mismo, como ser. Esto corresponde a la primera definición que se conoce por medio de la revelación, a saber, el hombre es imagen de Dios.

Esta primera manifestación de abandono a Dios, se materializó con el pecado original, segunda definición, donde el hombre se negó a seguir siendo un retrato de Dios, más bien quiso hacerse sabio y poderoso, igual a Dios, como consecuencia de esto el hombre perdió su relación con Dios y surgió el hombre perdido. Actualmente, esto se evidencia en la educación de una forma tajante. Hoy en día se pone en práctica el llamado “naturalismo pedagógico” el cual se contrapone directamente con la revelación que Dios manifestó. Hoy muchos docentes que se basan en este tipo de naturalismo, excluyen la formación sobrenatural cristiana, más bien se apela a una libertad y autonomía ilimitada del niño. Sin embargo, las consecuencias de esto son nefastas: se educa a un niño esclavo de su orgullo y desordenadas pasiones, se suprime la obra del educador y por ende, se califica la educación cristiana como pasiva y fuera de lugar.

En consecuencia, al abandonar a Dios, el hombre no comprende el propósito de la vida, el porqué está aquí y hacia dónde va.

En tercer lugar, se hace manifiesta la revelación y redención, que se plasma en Cristo, por un lado a través de la revelación se comunicó al hombre quien es él y quien es Dios, a partir de estos conocimientos, se volvió a conformar un todo, como unidad y por ende, se recuperó la imagen. Cristo, por otro lado, refleja al padre esto de acuerdo a sus palabras descritas en la Palabra de Dios, la Biblia en Juan:14, 9 “el que me ve a mí, ve también al Padre”, haciendo alusión a estas palabras, indica que por medio de Jesús, le es posible al hombre volver a entenderse y encontrar su verdad por medio del encuentro con Dios y por

medio de reconocer la interioridad de Él, conoce la suya. Siguiendo en la misma temática, la ciencia actual, no es capaz de notar lo fundamental, a

saber, el encuentro que ocurre entre el hombre y Dios, a pesar de tener datos, no capta la unión que existe entre ambos, sino, se enfoca en otras aristas, que no conciernen a lo que enseña la formación cristiana, propiamente tal. La encíclica, comenta con respecto a esto, que la educación no es completa si no es cristiana, así es que la ciencia al no tomar en cuenta principios cristianos, le sería imposible llegar al trasfondo relacionado con principios piadosos que guíen la vida de los educandos y por ende la hagan piadosa, esto hace que el hombre nuevamente se aparte de la revelación, dando auge a otras temáticas que interesaron al hombre, por ejemplo, lo económico, artístico y en consecuencia, el hombre volvió a olvidar quien es y cual era su obrar y propósito aquí en la Tierra. Se creyó un ser autónomo y autosuficiente y que podría dirigir sus pasos sin ayuda del Creador.

Por último, con respecto a la cuarta definición con respecto a la revelación, se entiende que el hombre, se mantiene en una constante lucha constante, y quien da fé de esto es quien está muy comprometido con la revelación misma; Pablo.

Él menciona, que existe un “hombre viejo” y uno “nuevo”, carnal y espiritual, respectivamente. La carne, corresponde a un hombre viejo con cuerpo y alma, y el espiritú es un hombre, igualmente con cuerpo y alma, pero salvado. Entre ambos, ocurre una incesante lucha, en donde la existencia forma parte de la lucha, donde se presentan momentos y situaciones en los cuales surge y emerge el hombre “nuevo, dónde no se cede ante las tentaciones

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