Crítica al pesimismo utópico de Slaymen Bonilla

Crítica al pesimismo utópico de Slaymen Bonilla

El texto ensayístico "Prolegómenos al pesimismo utópico", tal como refleja su título, tiene por objetivo delimitar y presentar las bases de aquello que su autor, Slaymen Bonilla, ha llamado pesimismo utópico. Dicha propuesta se basa en la dependencia que existe entre sufrimiento y utopía, y desarrolla su propia vía de redención, su versión de cómo liberarnos del sufrimiento que invade nuestro mundo. [pic 1]

Para llegar a comprender la teoría que nos presenta el autor, es necesario también entender una de las principales dificultades, si no la que más, que se encontró en su recorrido en busca de definir ese concepto que vislumbró en un primer momento. Este obstáculo es la aparente contradicción con la que chocamos al hablar de pesimismo y utopía; ¿se puede lograr la harmonía entre ambos términos y, de esta forma, darle un significado al pesimismo utópico aún desde la paradoja? Para terminar de darle forma a su tesis, el autor utiliza la Teoría de los complementos, formulada por Da Jandra. En primer lugar, debemos entender el sufrimiento y la utopía como conceptos sin naturaleza intrínseca; uno no puede existir sin que exista el otro o, mejor dicho, uno es en tanto en que es el otro, así como sucede con izquierda y derecha, con arriba y abajo, con frío y caliente. Pensarlos por separado es una mera ilusión, pues uno no es sin el otro. Así pues, para superar el sufrimiento y poder alcanzar la utopía es necesario sufrir. El autor utiliza el siguiente símil: las utopías son como las estrellas, nos es imposible observarlas sin que el manto cósmico esté oscuro (refiriéndose al sufrimiento). En palabras de Albert Camus, “no hay alegría de vivir sin desesperación de vivir”.

Seguidamente, y tras haber analizado la naturaleza del pesimismo y la utopía, Slaymen defiende la existencia de diversas vías de salvación; no hay una sola, pero no cualquiera que se nos pueda ocurrir será una utopía viable. A pesar del horror del mundo (desesperación de vivir), los humanos tenemos la capacidad de crear utopías (alegría de vivir), y en eso radica la “voluntad de soñar” que formula el autor.  Además, no solo se trata de soñar las utopías, sino que a ese deseo de cambio debe sobrevenir el compromiso de llevar a cabo esa utopía.

En su ensayo, Slaymen Bonilla se esfuerza en remarcar la relación que existe entre la corriente de pensamiento del pesimismo y la filosofía budista, relación que se basa en las 2 primeras verdades del budismo: la existencia del sufrimiento y la causa de este. Tal como se explica en la 3ª y 4ª verdad del budismo, este sufrimiento puede ser erradicado si se elimina su causa, el deseo, y es precisamente eso lo que cada autor pesimista trata de encontrar: un camino de redención que pueda deshacernos del sufrimiento. Sin embargo, en estos prolegómenos encontramos una falta de descripción del concepto "sufrimiento". Si bien es cierto que se niega su naturaleza intrínseca, el mismo autor aclara que, pese a tratarse de una ilusión, el sufrimiento existe, es sentido por los seres vivos, por lo que debería explicar más en profundidad a qué nos estamos enfrentando y cómo su método puede combatirlo.  

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