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DIÁLOGO CON EL MITO PLATÓNICO DE LA LINGÜÍSTICA

BOR77UT02900170Tesis14 de Mayo de 2014

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CRÁTILO: DIÁLOGO CON EL MITO PLATÓNICO DE LA LINGÜÍSTICA

Xavier Laborda Gil

(Universidad de Barcelona)

Resumen

El diálogo platónico Crátilo ocupa un lugar destacado en la historia de la lingüística. Es una obra fundacional de un gran filósofo. Plantea un debate sobre la naturalidad o convencionalidad de las palabras, en el que interviene Sócrates como árbitro de la cuestión. La historia de la lingüística ha apreciado en esta obra un antecedente de la teoría del signo lingüístico. Pero ha tenido dificultades para interpretarla porque la intención del diálogo excede el ámbito del lenguaje. El Crátilo es un emblema ambivalente de la historia de la lingüística, que suscita preguntas no sólo sobre su sentido sino sobre el papel de la historiografía y sus mitos.

Palabras clave.– Platón, Crátilo, historia de la lingüística, historiografía, mito, paradigma.

Abstract

Plato's dialogue Cratylus is in a prominent place in the history of linguistics. It is a foundational work of a great philosopher. It raises a debate about the naturalness or conventionality of words, in which Socrates intervenes as arbiter of the issue. The history of linguistics has been noted in this book a history of the linguistic sign theory. But it has struggled to interpret it because the intention of the dialogue goes beyond language. The Cratylus is an ambivalent emblem of the history of linguistics, because it raises questions not only about its meaning but also about the role of historiography and its myths.

Keywords. – Plato, Cratylus, history of linguistics, historiography, myth, paradigm.

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Fundación de la disciplina

Desde la fundación de la historia de la lingüística como disciplina, el diálogo platónico Crátilo (Κρατυλος) ha recibido la atención de todos los historiadores. Es con seguridad una de las obras más analizadas en monografías. Y también es una de las más glosadas en manuales y escritos de divulgación. Los méritos de la obra justifican el éxito de su recepción. El Crátilo es la primera obra de la historia sobre lenguaje. Su autor, Platón, encabeza la relación de pensadores más influyentes de todos los tiempos. Y despierta un vivo interés su asunto, que es la capacidad de los nombres para designar y conocer las cosas. La forma dialogada del texto da amenidad a un debate erudito y prolijo. Y finalmente, por si no fueran suficientes los alicientes anteriores, la intervención del personaje de Sócrates recrea un trasfondo teatral y mítico.

La historiografía, es decir, la tradición que ha interpretado el Crátilo considera esta obra como una reflexión fundamental sobre el lenguaje. De manera general se ha señalado en ella el propósito de expresar el enigma del origen del lenguaje. Y de un modo más específico es manifiesto que trata de las relaciones de las palabras y sus significados (Robins 1967:28). En un pasaje que aparece al final del diálogo se plantea con claridad el asunto del diálogo del siguiente modo (435d).

Sócrates.- Pero dime a continuación todavía una cosa: ¿cuál es, para nosotros, la función que tienen los nombres y cuál decimos que es su hermoso resultado?

Crátilo.- Creo que enseñar, Sócrates. Y esto es muy simple: el que conoce los nombres, conoce también las cosas.

Estas palabras delimitan el último episodio del debate y su razón última. La razón es discernir la capacidad de los nombres para conocer la realidad. Este enunciado es diferente del que se plantea al principio del diálogo, en los conocidos términos de naturalidad o convencionalidad de los nombres (383-384c):

Hermógenes.- ¿Quieres, entonces, que hagamos partícipe a Sócrates de nuestra conversación?

Crátilo.- Si te parece bien…

Hermógenes.- Sócrates, aquí Crátilo afirma que cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza. No que sea éste el nombre que imponen algunos llegando a un acuerdo para nombrar y asignándole una fracción de su propia lengua, sino que todos los hombres, tanto griegos como bárbaros, tienen la misma exactitud en sus nombres. […] Pues bien, Sócrates, yo, pese a haber dialogado a menudo con éste y con muchos otros, no soy capaz de creerme que la exactitud de un nombre sea otra cosa que pacto y consenso.

Con éste ágil intercambio de palabras comienza el diálogo de los tres personajes, Crátilo, Hermógenes y Sócrates. Es el primer apunte de un dilatado debate sobre la naturaleza del lenguaje. Crátilo inaugura un capítulo mítico y apasionante en la historia de la lingüística. Y desarrolla con múltiples detalles los argumentos del mimetismo fonético y de la etimología. Sin embargo, el debate no lleva a ninguna conclusión clara sobre la pregunta de la justeza de los nombres. Y los participantes se despiden con el acuerdo de continuar la indagación por otras vías.

Los historiadores de la lingüística han rendido homenaje a la obra de Platón. El fruto de esa labor historiográfica es coherente con la ambigüedad del diálogo. Es decir que los juicios de los investigadores son dispares e incluso, en algunos casos, totalmente opuestos. La polémica no se ha agotado con el transcurso de siglos y acompaña a la obra como si se tratara del designio de su grandeza conceptual y de su oportunidad histórica. De ahí que los historiógrafos continúen leyendo e interpretando el texto platónico.

Para iniciar nuestro estudio, hemos consultado las opiniones de dos obras fundamentales de la historia de la lingüística. Son las de V. Thomsen y H. Arens. Vilhelm Thomsen es el fundador en 1902 de la disciplina, con Historia de la Lingüística; una exposición concisa (Laborda 2009a). En ella aporta con una redacción sucinta la matriz de etapas, obras y asuntos. E incorpora el diálogo Crátilo al programa de la disciplina. El primer tópico que recoge Thomsen de la filosofía es el debate sobre la naturaleza del signo lingüístico en el Crátilo. Reproducimos aquí la breve exposición de Thomsen sobre la obra.

Ocupaba la cuestión, según se dice, a Heráclito y a Demócrito, de los cuales pasa aquél como defensor de “fisis”, éste de “nomos”, sin que contemos con más datos sobre el particular. Parece que también tratan de ella los sofistas (Protágoras), y en tiempo de éstos era probablemente tema general de discusión.

La primera obra literaria en que se enfoca este problema es el maravilloso diálogo de Platón, «Cratilo», en el que se tratan exclusivamente cuestiones referentes a este tema. A más de Sócrates, entran en el diálogo dos personajes: Hermógenes y Cratilo. Éste defiende que cada uno de los nombres, tanto en la lengua griega como en las bárbaras, por naturaleza entraña y debe entrañar acabada correspondencia con el objeto designado, y no pasa por reconocer como nombres y palabras de la lengua cuantos acuerdan algunos emplear. Hermógenes, por el contrario, opina que no se da otra correspondencia en una denominación que el uso. (cap II, p. 20)

La elección de este debate sobre la teoría del signo ha sido un éxito. Se trata de un mérito más de Thomsen. Es un tópico que figura en todos los manuales de historia de la lingüística. Sin embargo es inusual que las obras posteriores a la de Thomsen concluyan de un modo tan crítico sobre el sentido del diálogo platónico como lo hace el maestro en sus conclusiones.

Divididas estuvieron las opiniones sobre si estas páginas de Platón-Sócrates están escritas en serio o en broma. Tiénese más bien la impresión de que se trata sólo de parodiar, de burlarse del tono que se daba a la discusión de estos problemas en general; mas en principio apenas difiere éste del que hallamos en Platón. (cap II, p. 21)

El juicio de Thomsen es una declaración de la incertidumbre que provoca la lectura del diálogo. Por sorprendente que parezca, esta apreciación es común a todas las interpretaciones posteriores, aunque difieran en el balance final. Según Thomsen, para Platón “se trata sólo de parodiar” unos razonamientos y “de burlarse del tono” con que abordaban la cuestión los sofistas.

Medio siglo más tarde de la fundación de la historia de la lingüística por Thomsen, Hans Arens publicó una compilación de textos de la lingüística (1955), que como indicaba el subtítulo cubría “desde la antigüedad hasta nuestros días”. En la presentación de fragmentos del Crátilo, Arens se muestra escéptico sobre el valor de sus razonamientos. Se pregunta con qué recursos lingüísticos se pretendía interpretar la realidad de las cosas. Se refiere a la etimología y al simbolismo fonético como instrumentos de la teoría naturalista del lenguaje. Sin conocimiento histórico, sin registros fiables, “¿cómo se podría llegar al significado real, justo, verdadero de la palabra?”, insiste Arens (1955:19). Y concluye con un juicio severo:

Este rompecabezas, que ofrecía enormes posibilidades a la fantasía y a la habilidad dialéctica, persiguiendo su finalidad, dirigida a la cabalística invención de la verdad (etimología) conducía al absurdo… (1955:19-20)

Arens se muestra tan crítico como Thomsen. Pero también distingue dos méritos de consolación en el diálogo. Son la “constatación de la complejidad” de las palabras y, al mismo tiempo, el hecho de que los personajes reconozcan implícitamente la incapacidad para distinguir sus elementos.

Cambio al paradigma axiomático

La sintonía de Thomsen y Arens responde a una afinidad más amplia, que es su participación en el paradigma histórico-comparatista. Se interesan por la evolución y la tipología de las lenguas, de ahí que en la historia

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