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EL GESTO COMO HABLA SUBALTERNA


Enviado por   •  24 de Agosto de 2019  •  Ensayos  •  2.704 Palabras (11 Páginas)  •  123 Visitas

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EL GESTO COMO EXPRESIÓN SUBALTERNA

Por Oscar Ulloa Arévalo

Abstract: El presente artículo, señala las potencialidades disruptivas del “gesto”  como expresión subalterna, observando sus particularidades comunicativas en comparación con el texto. Además se sugiere el uso imbricado de texto y gesto, en acciones de Desobediencia Civil, evaluando el impacto de dicha estrategia de imbricación y las posibilidades de una articulación comunicativa que incluya ambas estrategias en luchas subalternas.

Palabras Clave:  Subversión, gesto, texto, Desobediencia Civil y habla subalterna.

Que el texto, en este caso, sea un andamio desde donde se descubre y devela lo inabarcable del gesto, un análisis, una mirada desde la mesura y equilibrio de lo textual tratando de abordar lo imprevisible del gesto. El texto como manual de instrucciones de una herramienta semántica, que en el acto y la inmediatez lo supera. El gesto es el habla subalterna, esencialmente. Allí donde los textos funcionan disciplinariamente mejor que un tanque o que una metralleta, pues su retórica funciona “naturalizando verdades”, el texto es interrumpido por el gesto subalterno, su corporalidad efímera y coyuntural interroga subversivamente las verdades hegemónicas. El gesto, si bien es universal, es por naturaleza, el último recurso de la subalternidad.

Este texto pretende ser una defensa del gesto subalterno como medio de significación disruptiva y subversiva. ¿Acaso la mujer subalterna de Spivak no protestó desde su mudez con un gesto? (Spivak, 1998)  Arrojar luz sobre ciertas cosas es, a veces,  avasallarlas, por tanto un texto apologético del gesto subalterno deberá respetar ciertos silencios y ciertos mutismos, como mirar una flor sin botarle el polen o preguntarle a un niño por Dios sin asustarlo, suponiendo que Dios no existe, claro está.

TEXTO Y GESTO

Desde la deconstrucción, la hermenéutica, la semiótica, los estudios culturales, el análisis de discurso, la historiografía, etc. toda la realidad ha comenzado a ser vista en forma de texto. Maurizio Ferraris en su “Manifiesto del Nuevo Realismo” (2012: 56) explica este defecto de textualización del mundo en manos de los posmodernos: “es justamente descuidando la diferencia entre ciencia y experiencia, que los posmodernos han podido sostener que nada existe fuera del texto”.

¿Pero es la lógica del texto la única que se puede encontrar en las dinámicas sociales? Si así fuese, estaríamos frente a la pesadilla que describe Baudrillard (1997) como metástasis, vale decir, una proliferación insana de algo en todas partes, como las células cancerígenas en el cuerpo. Si sólo existiese el texto, y todo pudiese ser reducido a realidad textual, la hipertextualización del mundo no sería más que un palimsesto confuso de discursos sin jerarquía.

El gesto no es un texto. El gesto y su humildad certera, es inclasificable en  forma de texto. Se rehúsa el gesto a ser domado como realidad textual. Irrumpe, sorprende y desestabiliza, como un caballo chúcaro, el gesto se subleva frente a su semantización como logo-texto.

El gesto funciona donde la lógica del texto no opera. Allí, donde el habla es un dardo instantáneo que interrumpe y hace tropezar a la ideología, se alza la semántica inasible del gesto.

Si bien el gesto es universalmente humano, y pertenece a todos los sujetos, es de la subalternidad su habla por defecto. Arrinconado frente al acantilado de la muerte, la subalternidad se expresa en un gesto, un gesto que no miente. Los gestos finales del condenado a muerte, son, no sólo su libertad, sino su mensaje velado y secreto para la memoria de la historia de los oprimidos. La mueca en el rostro de Joaquín Murieta (Neruda, 1967), después de ser fusilado y decapitado por sus enemigos yanquis era un mensaje demasiado profundo para ser articulado con la mesura de lo textual. La mueca, el gesto triunfal sobre la muerte, no era la gorda comodidad de las palabras bien dichas, el instante de un rostro (Murieta decapitado) enjuiciaba a sus verdugos más allá de la muerte, el gesto implicaba su no-derrota.  

El habla subalterna puede parecernos muda (Spivak, 1998), pero enfrentado a la urgencia del  misterioso grito, el habla cambia su pelaje, se desviste de sus adornos redundantes y en un proceso de refracción semiótica se convierte en gesto.

DEFINICIÓN TANGENCIAL DEL GESTO

El gesto es un acto intrínsecamente comunicativo, aunque más parecido al envío de una carta que a una conversación. El gesto prescinde de la necesidad de retroalimentación o feedback, no es un lenguaje propiamente tal, sino más bien un énfasis connotativo de un mensaje. El gesto es un signo aislado y autosuficiente, codificado por su contexto y una plasticidad total de los códigos. El gesto es como una botella lanzada al mar de la comunicación.

El gesto, es una puntuación subversiva en la diacronía del lenguaje propuesta por Saussure (1945). El contexto es su tela y el cuerpo humano, su paleta de códigos.

En palabras de Nietzsche: “El lenguaje de los gestos consta de símbolos inteligibles por todos y es producido por movimientos reflejos. Esos símbolos son visibles: el ojo que los ve transmite inmediatamente el estado que provocó el gesto y al que éste simboliza”(2009: 229) Nietzsche resalta en esta observación tres características propias del gesto: su profundo sentido democrático, su confraternidad con el cuerpo y el inconsciente, y su inmediatez y autosuficiencia semántica.

El código desde donde se construye el gesto es la suma total de una cultura compartida, todas sus posibilidades. Por eso, el gesto es profundamente democrático, tiene que serlo, pues juega a ser inconfundible en su sentido. A la vez es un signo solidario y cómplice, lúcido y a veces inconsciente e instintivo. Interrumpe la regularidad del habla condensando una opinión o una discrepancia, sin esperar, en términos generales, recompensa, ni retroalimentación. El cuerpo y el instante son su materia constitutiva, y el inconsciente y el instinto, su trasfondo ideológico.

        El gesto es cómplice o irreverente, aunque también puede ser perfectamente cómplice e irreverente, por eso puede considerarse como lengua marginal y natural de la subalternidad.

Si bien el gesto es profundamente democrático, es, por definición, el recurso comunicativo de los oprimidos, su refugio ecléctico expresivo.

TEXTO Y GESTO: COMPARACIONES TENTATIVAS

        Si bien para el desarrollo de una retórica subversiva subalterna es necesaria la confabulación tanto del texto como del gesto, es fundamental tener claras sus naturales diferencias.

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