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EL ORIGEN DE LA ETICA COMO DISCIPLINA FILOSÓFICA EN LA ÉPOCA HOMÉRICA.


Enviado por   •  6 de Agosto de 2012  •  3.767 Palabras (16 Páginas)  •  6.073 Visitas

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EL ORIGEN DE LA ETICA COMO DISCIPLINA FILOSÓFICA

EN LA ÉPOCA HOMÉRICA.

La Ética nació como disciplina filosófica con la reflexión de los sofistas en los siglos V y VI A.C., en Grecia. Pero para comprender las condiciones de su surgimiento, debemos remontarnos al estudio de los juicios de su valor de tiempos anteriores.

En Hornero, para el caso, el principal juicio de valor consistía en calificar de agathós a los hombres que reunían los requisitos de habilidad, valentía, astucia, etc.

El agathós era el hombre homérico, sin dar mayor importancia a lo que hoy entendemos por moralidad. Con el tiempo, el término "agathós" fue perdiendo su significado original.

Se transfirió el contenido original de la palabra a la estirpe de aquel a quien se calificaba antes como agathós: por eso, ahora, se daba ese epíteto a quien tenía sangre de noble.

En ese sentido, agathós se oponía a kakós, que podría traducirse como el equivalente de plebeyo.

EN LA ÉPOCA CLASICA.

A pesar de todo lo anterior, y como alguno de los herederos de los primitivos agathós no reunían las cualidades de sus antepasados, se hizo necesario, culturalmente, revisar los calificativos, empezando a popularizarse el uso de la palabra arete, que quiere decir virtud, para referirse a las cualidades que debía tener un buen agathós, pero que muchas veces no tenía.

En la práctica, la virtud, la arete ser resumía en la dikaiosyne, que es la cualidad de la justicia.

http://www.aulafacil.com/filosofia/curso/Lecc-27.htm

La palabra "ética" procede del vocablo griego ´hqoV´ (ethos), que posee dos sentidos fundamentales. Según el primero y más antiguo, ethos significaba ´residencia, morada, lugar donde se habita´. Se usaba, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, para aludir a los lugares donde se crían y encuentran, a los de sus pastos y guaridas. Después, se aplicó a los pueblos y a los hombres para referir a su país o patria. Este sentido fundamental de ethos como lugar exterior o país en que se vive pasaría a significar posteriormente, en la época aristotélica, el lugar que el hombre lleva en sí mismo, el de su actitud interior, el de su referencia a sí mismo y al mundo. El ethos sería el suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la que brotan todos los actos humanos.

La acepción más usual del vocablo ethos, según toda la tradición filosófica a partir de Aristóteles, y que atañe directamente a la ética, es la que significa ´modo de ser´ o ´carácter´. De ahí que el vocablo ethos tenga un sentido más amplio que el que hoy tiene la palabra "ética", ya que lo ético comprende las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y también lo moral. En realidad se podría traducir por ´modo´ o ´forma de vida´ en el sentido hondo de la palabra, a diferencia de la simple "manera", tal y como sostuvo Xavier Zubiri; pero "carácter" no debe ser entendido en su sentido biológico, como temperamento dado con las estructuras psicológicas, sino como modo de ser o forma de vida que se va adquiriendo, apropiando, incorporando a lo largo de la existencia. Esta apropiación de una forma de vida se logra mediante el hábito, es decir, no es como el pathos (´lo dado por la naturaleza´), sino que se adquiere mediante la repetición de actos iguales.

Lo ético se produce así en el entorno del círculo formado por las nociones de ethos, hábito y acto, en el que se resumen los dos significados usuales de ethos: el principio de los actos y el resultado de los mismos actos. Ethos es, por una parte, carácter acuñado, impreso en el alma por los hábitos; pero, por otra parte, ethos es también la fuente de donde dimanan los actos. La tensión entre ethos como carácter y ethos como fuente define el ámbito conceptual de la idea central de ética, como apuntó J. L. López Aranguren.

Todo se trata, pues, ahora, de determinar en qué consiste tal justicia; pero este es un problema serio, pues en los distintos estados griegos se veían justicias dis­tintas.

La pregunta por la justicia se.convierte en la pregunta por la posibilidad de que exista una justicia universal e incambiable, que sea fundamento de la virtud.

Alrededor de estas preguntas por la justicia, la virtud y la bondad, se estructura la Ética, que a partir de un estudio etimológico, puede definirse como "ciencia de la recta configuración del carácter del hombre" o como "ciencia de las costumbres", según la interpretación que se haga de los originales griegos.

Cuando los latinos tradujeron los sentidos de lo ético a su lengua lo hicieron con la palabra nos ("moral"), pero sin que se perdiera la riqueza de las distintas acepciones griegas, claramente perceptibles en el latín clásico. La obra moral del hombre parece consistir, al hilo de la etimología griega, en la adquisición de un modo de ser. Pero este modo de ser se logra y afirma gradualmente, por lo cual se dan diferentes niveles de apropiación: el pathos, las costumbres y el carácter. El más bajo es el nivel del pathos, el de los sentimientos, que son ciertamente míos, pero tal vez pasajeros y, de cualquier modo, escasamente dependientes de mi voluntad. Las costumbres significan ya un grado mucho más alto de posesión. Por encima de ellas, el carácter constituye una impresión de rasgos en la persona misma: el carácter es la personalidad que hemos conquistado a través de la vida, lo que hemos hecho de nosotros mismos, viviendo. Mos, en su sentido pleno, significa pues, como ethos, ´modo de ser´ o ´carácter´. Pero el carácter se adquiere por hábito, se adquiere viviendo. Por eso, mos significa también ´costumbre´. Y, en fin, puede significar ocasionalmente ´sentimiento´, porque los sentimientos constituyen una primera inclinación.

La definición no ya etimológica sino real de "ética" ofrece las mismas dificultades que otras definiciones, como las de "filosofía" y "metafísica", ya que dependen del punto de vista filosófico que se adopte. Además, con frecuencia inciden en la palabra "ética" problemas distintos, aunque estrechamente relacionados entre sí, como el problema de qué debe hacer el hombre en particular y en general, o en determinadas circunstancias, para ser o para hacerse bueno; el problema de principio sobre el fundamento y la esencia de las acciones buenas; o el problema de la reflexión crítica sobre los modos vigentes de comportamiento

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