EL PENSAMIENO POLÍICO DE SPINOZA

BARUCH SPINOZA (1632-1677), nació en Amsterdam, y fue educado en una colonia judaico-española, aunque se apartó muy pronto del dogmatismo religioso de su comunidad. En vida solo publicó su Tratado teológico político, y póstumamente fueron publicadas sus obras sobre Ética, Tratado político y Tratado sobre la reforma del entendimiento.

De todos los autores racionalistas de la época, es el único que confecciona un sistema social y político de filosofía. Intenta diferenciar la política de la moral, separando los valores privados de los gobernantes del propio estado. Las virtudes de tipo moral deben quedarse en el ámbito privado y los gobernantes no deben ser sujetos morales ni guardianes de la moralidad, puesto que lo que interesa es la garantía colectiva de la seguridad y ésta no puede depender de las virtudes de una persona ajena.

Influenciado por el pensamiento de Hobbes y justificando el absolutismo, se propone confeccionar un sistema social y político que defienda el derecho de la mayoría y que el Estado no se encuentre a merced de quienes lo administran, es decir, que no esté supeditado al buen o al mal gobierno de los dirigentes, sino que gobiernen siempre dentro de los cauces colectivos que deben asegurarse por medio de las instituciones y las leyes. Todos, gobernantes y gobernados, quieran o no, deben actuar del modo más conveniente para asegurar el bien común.

También como Hobbes, Spinoza establece una diferencia entre estado natural y estado civil o sociedad:

        - La primera situación del ser humano es el estado natural, por el cual cada uno actúa conforme a su naturaleza individual y según sus deseos y apetencias de dominio. Este dominio abarca hasta donde llega su poder.

        - Si el ser humano se dejara llevar por su estado natural, no podría conservar y desarrollar su vida. Para esto, es necesaria la sociedad y la unión con los otros humanos para convivir juntos. El hombre que se guía por la razón es más libre en el Estado, donde vive según decisión común, que en la soledad, donde se obedece a sí mismo.

Frente a la expresión de Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre, Spinoza propone otra fórmula: Nada hay más útil para el hombre que el hombre. Y prosigue: los hombres que se rigen por la razón, no apetecen nada para sí mismos que no lo deseen también  para los demás, y, por tanto, son justos, fieles y honestos, para concluir que el hombre es un dios para el hombre.

Para alcanzar el Estado civil, es necesario un acuerdo entre todos, esto es, un PACTO, que exige la armonía de acción pero no de pensamiento. Por el pacto, cada individuo pone el poder propio en el Estado, que desde ese momento ejerce un poder absoluto, cuyos mandatos deben ser obedecidos. Ese poder se otorga para que lo ejerza en beneficio del pueblo y garantice la libertad, mediante la forma política adoptada, que puede ser monarquía, aristocracia o democracia.

El poder absoluto tiene también sus límites, que son los derechos de las personas, especialmente la libertad de pensar,  de expresarse, de enseñar lo que se piensa y de filosofar: será violentísimo aquel Estado en que se niegue a cada uno la libertad de decir y enseñar lo que piensa, siendo, por el contrario, moderno aquel donde esta libertad se concede a cada uno (Tratado teológico-político).

Spinoza es un firme defensor del Estado, porque ve en él la base de la concordia civil, que no pueden proporcionar las sectas. Un pensador como él, que había sufrido la expulsión de su comunidad de fe y la persecución por causa de sus ideas, no puede olvidar la injusticia de esas situaciones y, quizá por eso, considera al Estado como único garante para poder pensar y vivir libremente.

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