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EL SENTIDO DE LA ETICA


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2013  •  2.384 Palabras (10 Páginas)  •  283 Visitas

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Tal vez nunca como ahora se había hablado tanto de ética. Hasta podría pensarse que se ha puesto de moda. Resulta sintomático que en diversos órdenes de la realidad: la política, los negocios, el espectáculo, la investigación, se hagan frecuentes apelaciones ala ética. La heterogeneidad de esta llamada debe precavernos ante una probable trivialización del concepto y su significado, La frecuencia de su mención puede conducirnos a que parezca que todos sabemos cual es su significado y su función en el desarrollo de la vida social e individual.

Pero si hiciéramos un alto en nuestra agitada existencia y nos preguntáramos ¿Cuál es el lugar de la ética en nuestra vida? O ¿Para qué la ética? Seguramente muchos quedaríamos perplejos o por qué no?, desconcertados ante tan sencilla pero fundamental pregunta, puesto que concentrados como nos hallamos en la búsqueda de medios para sobrevivir en una sociedad que nos agobia con sus exigencias y nos pone a competir unos contra otros, poco espacio queda para reflexionar con sentido racional, crítico, sobre nuestro proyecto de vida y mucho menos sobre temas que no reportan beneficios materiales inmediatos.

Tradicionalmente la ética en nuestro medio se ha identificado con la religión. Nuestro país, desde la colonia, se constituyó sobre una base moral religiosa y ello perduró hasta hace poco tiempo. En ese sentido la educación nos enseñó que lo moral y lo religioso eran una misma entidad que estructuraban el orden social y político y guiaban el desarrollo de la vida individual, de manera que la moral pública era la moral religiosa; por ello cuando la iglesia, las tradiciones católicas, los educadores educaban a la población para volverlos buenos católicos, se concluía que a su vez los formaban como buenos ciudadanos. Había un ideal común de la moral y desde allí se definía el bien y el mal.

Esto no significa que en el pasado los hombres y mujeres fueran buenos o mejores que en la actualidad, ellos respetaban esquemas comunes arraigados en las tradiciones religiosas. Lo bueno y lo malo tenían un referente único: Dios. Hoy ese mundo de moral religiosa como moral pública ha entrado en crisis, se cuestiona desde diversos ámbitos y como tal tiende a desaparecer; ahora tenemos un desafío, la construcción de un mundo ético distinto, de una ética diferente, civil, que define el bien y el mal con relación al vigor de la dignidad del ser humano.

La desaparición de la ética religiosa como ética pública no debe constituirse en una tragedia irremediable ni asumirse como la causa de los males que agobian nuestro país, de hecho muchos países no tiene una referencia de ningún tipo de religión para ordenar su vida social o política y mantienen grados de civismo destacados.

Hoy es imprescindible construir en Colombia una ética civil, que llene el vacío dejado por la ética religiosa, donde converjan los intereses de la colectividad y se legitime el respeto por las diferencias con el otro. El mundo ha cambiado en los últimos años, la globalización se impone, la pluralidad de pensamiento se hace presente y los esquemas únicos de comportamiento público ya no son viables. La tarea es dejar atrás esa sociedad de la moral religiosa dominante que es altamente excluyente y apoya la estigmatización de los individuos por creencias políticas o por creencias religiosas y deja por fuera a la mujer, el indígena, el negro, el homosexual, fomentando la marginalidad. Surge entonces la necesidad de construir algo común partiendo de la tolerancia como valor fundamental para aceptar las diferencias que conviven en nuestra sociedad,

Michel Foucault en su libro “Historia de la Sexualidad” nos plantea que hay que pensar la ética como “arte de la existencia”; Fernando Savater nos la plantea como el arte de vivir, los dos autores nos dan una idea de ética como una práctica permanente en la vida del ser humano encaminada a conocernos, perfeccionarnos y transformarnos como sujeto a partir de las relaciones que establecemos con la realidad donde nos desenvolvemos.

Debemos asumir la ética entonces más allá del mero ejercicio académico que nos presenta un listado de principios de acción a los cuales supuestamente debemos acoger nuestras acciones, sin preguntarnos cómo es que los debemos asumir en nuestra vida como proyecto ético y por qué debemos establecer con ellos un vínculo que guíe nuestro comportamiento.

La ética no se enfrenta al interés personal, no es un catálogo de prohibiciones ni un conjunto de principios restrictivos u hostiles a nuestros deseos , placeres o sentimientos, no es autosacrificio o mortificación. La ética es un campo para mirar el mundo en su conjunto y el lugar que en él ocupamos y a partir de ahí buscar algo por lo qué vivir o preguntarnos si es posible vivir planteándonos intereses diferentes a los de la mera satisfacción de los nuestros.

El problema ético se debate en nuestro interior, en el interior de cada persona, ese es el territorio donde se toma la decisión entre el bien y el mal. El hombre es un ser activo para la ética, que proyecta y realiza un determinado sueño vital, que fracasa o triunfa, que cambia su conducta pasada o que confirma su actuar. La ética no se dedica a hacer un inventario de conductas, las valora, entiende que el hombre elige lo que quiere ser y que ello no es producto del azar o de la fatalidad y comprende además que hay acciones que deben ser hechas y otras evitadas y que ello se puede justificar racionalmente. Por tanto el punto de partida de la ética es la libertad y la dignidad humana.

En un mundo en el que la limitada búsqueda del interés personal es la norma, un cambio de la concepción ética en este sentido es fundamental. Pero ese cambio debe ser en el plano teórico y práctico, no se trata solo de alterar la visión del papel que la ética desempeña en nuestras vidas, sino a su vez él tiene que tener consecuencias en los campos social y político, entonces, si razonamos sobre nuestros asuntos prácticos podemos distanciarnos y adoptar una perspectiva más amplia.

Al pensar racional y críticamente sobre mi lugar en el mundo, debo ver que no soy más que un ser entre otros, con interese y deseos como los demás. Tengo una perspectiva personal del mundo y allí mis intereses son centrales, pero la razón me permite ver que otros tienen perspectivas igualmente subjetivas; en este espacio encuentro la opción de comunicarme con ellos y construir formas de progreso que nos involucren a todos conscientemente. En este proceso encontramos opciones para darle sentido a nuestras vidas, hallamos causas que valgan la pena, independientemente de nuestros deseos, así construimos una opción ética, una opción de vida con objetivos amplios, con sentido y plenitud hacia el respeto y consideración por el ser humano.

Es

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