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ENSAYO DE DIALOGO EN EL INFIERNO DE MAQUIAVELO Y MONTEQUIEU


Enviado por   •  16 de Enero de 2014  •  1.858 Palabras (8 Páginas)  •  497 Visitas

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Dialogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.

Introducción.

El texto de “Dialogo en el Infierno” es una debate imaginario entre Maquiavelo Y Montestquieu en el cual la exposición de teorías políticas representa un análisis contemporáneo donde el comun denominador es el quehacer político.

En este texto observamos de manera por demás cruel que a Política esta en crisis, ha perdido su dirección y lejos ha quedado la tarea para la cual fue encomendada, la política ha perdido su brújula, el poder se ha corrompido y corrompe todo lo que toca, ya no es capaz de dar cabida a la homogeneidad y a la cohesión de sus diferentes partes, produciéndose así un clima de incertidumbre, de atomización , de polarización.

Ante la escena trágica producto del desatino político los Diálogos en el infierno es hoy una lectura obligada para el Estadista, para el hombre de Estado, para el Politólogo, así como para el político practico.

La dimensión que toma la política hoy no dista en absoluto del dialogo compartido entre Maquiavello y Montesquieau pues aun vemos como el despotismo impera en la esfera política, la tendencia del hombre en el poder se ciñe por el camino de la corruptela como consecuencia del excesivo uso de la autoridad la cual le ha sido conferida, donde el gobernante creyéndose un semi – Dios, un todopoderoso terrenal, por lo que la invitación del dialogo se centra en la impetuosa necesidad de ponerle limites a la empresa del poder de Estado.

Ideas principales

Maurice Joly, en Diálogo en el Infierno, consigue hacer debatir en el imaginario a Maquiavelo y a Montesquieu donde se vislumbra el debate clásico entre la tiranía y el despotismo, un debate, moral ético y político que hoy día aun sigue siendo motivo de reflexión, el dialogo entre estos personajes antagónicos esta situado en constante duelo del que tiene el poder y que lo desea y anhela, un debate critico que se sitúa en los ámbitos del quehacer político actual, donde constantemente se lleva a cabo la tarea de transitar de la tiranía y el despotismo hacia la democracia.

El transito constante, el anhelo comprende estaciones de paso en las que se presentan a la vez y como pasajeros aparentemente contradictorios el estado-nación y la monarquía absoluta. Una lucha, un vaivén constante, que puede rastrearse desde la secularización del poder, que se entiende como el designo divino que las autoridades ostentaban para organizar a los hombres dentro de una comunidad política.

En el dialogo de Maurice Joly resalta la importancia de Maquiavelo, pues a partir de este se da entrada a la teoría política moderna. Maquiavelo, vive la democracia de Florencia y conoce al mismo tiempo la oligarquía de Venecia y la monarquía de Nápoles. Estas formas de gobierno tan contradictorias inducen el pensamiento de Maquiavelo el cual responde a la concepción divina del poder vigente hasta ese momento no con una norma moral de la conducta del príncipe, de la política, sino con una guía empírica de cómo debe actuar éste para prevalecer.

Para Maquiavelo la teoría es la naturaleza humana, igual en todo tiempo y lugar, dicha naturaleza se caracteriza por ostentar rasgos por demás tozudos, como característica de la naturaleza humana el hombre tiene como rasgó mal sano la aspiración al dominio sobre todos los hombres, así como la atracción por el mal, el mal como acción esta presente en todo momento en la naturaleza, de ahí que el miedo y la fuerza se imponen siempre a la razón.

Por otro lado la figura de Montesquieu impugna este horizonte con el martillo de los derechos políticos, anunciando el fin del primer asalto y la derrota de la tiranía a los puntos. Montesquieu representa el paso necesario y la fe en el progreso, pugnando por una tendencia social por la igualdad. Montesquieu cree en una pasión colectiva que sea capaz de reparar la opresión que, más allá de la razón y del progreso material, comparte naturaleza con la pasión de mando que define al hombre y determina sus formas de poder.

A partir de esta contextualización de ideas y de autores el dialogo que se presenta entre estos dos personajes el debate entre ellos parte desde el momento en que Montesquieu en forma retadora y con lenguaje incisivo emplaza a Maquiavelo a explicar a partir de qué medios o con qué medios existe la posibilidad de que el príncipe puede mantener el poder absoluto dentro de sociedades políticas las cuales descansan sobre instituciones liberales y representativas de la voluntad del pueblo.

Ante la advertencia y la búsqueda de explicación por parte de Montesquieu, Maquiavelo responde de la siguiente manera: “El despotismo aparece siempre a vuestros ojos con el ropaje caduco del monarquismo oriental; yo no lo entiendo así; con sociedades nuevas es preciso emplear procedimientos nuevos. No se trata, hoy en día, para gobernar, de cometer violentas iniquidades, de decapitar a los enemigos, de despojar de sus bienes a nuestros súbditos, de prodigar los suplicios; no, la muerte, los saqueos y los tormentos físicos sólo pueden desempeñar un papel bastante secundario en la política interior de los Estados modernos.”

La respuesta de Maquiavelo es por demás severa ante lo que se refiere al Estado moderno, pues este en su creación se caracterizo por cometer violentas inequidades, la maquinaria del estado moderno no puede estar desempeñada a partir de prodigar suplicios, saqueos, tormentos y muerte, la maquinaria del estado, no es propiamente la de ser una maquina de castigo.

Diferencias entre el teorico despota y el teorico de la libetad.

A Maquiavelo le causa escozor las civilizaciones de Montesquieu, y haciendo referencia su momento de vida señala: “En nuestros tiempos se trata no tanto de violentar a los hombres como de desarmarlos, menos de combatir sus pasiones políticas que de borrarlas, menos de combatir sus instintos que de burlarlos, no simplemente de proscribir sus ideas sino de trastocarlas, apropiándose de ellas.”

Maquiavelo diagnostica de esta manera a los gobiernos del Estado moderno, empero también realiza un diagnostico preciso de la actualidad de los gobiernos, pues encuentra en la disolución del espacio público el resorte del poder y señala que:

”El secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espíritu público, hasta el punto de desinteresarlo por completo de las ideas y los principios con los que hoy se hacen las revoluciones. En todos los tiempos, los pueblos al igual que los hombres se han contentado con palabras. Casi invariablemente les basta con las apariencias; no piden más, es posible entonces crear instituciones ficticias que responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticios.”

El señalamiento por mas fatalista que sea responde de manera cabal a la falta de interés político del pueblo, que se ha vuelto apático y se contenta con tan poco, que ha dejado de interesarse por la expectativa del quehacer político real, contentándose con las pocas migajas que la elite política le arroja.

Por su parte Montesquieu esta convencido de que el progreso es capaz de revolucionar el modo en que la sociedad llega a organizarse, de esta forma y gracias al progreso se logra convertir al súbdito en ciudadano, y esto se consigue a partir de la capacidad que el ciudadano ostenta para elegir, capacidad libre y fundamentada en la voluntad, de esta forma el ciudadano pasa a ser un sujeto activo, un sujeto de derecho dejando atrás la pasividad característica de un subdito.

De esta forma la sociedad se constituirá en nuevos pueblos los cuales tienen y ostentan la debilidad de darse constituciones que son la garantia de sus derechos, y es que a partir del progreso la comunidad se ha transformado en nación y el príncipe en gobernante, pues este alcanza la cima de su civilización, por lo que al llegar a este punto es capaz de fundar el derecho público y de esta forma el Estado se dota de instituciones estables y democráticas.

La intención de Montesquieu, no parte de un imaginario, ni una propuesta utópica, la propuesta no tiene carácter ilusorio respecto a el cambio de la forma del poder, los fundamentos de Montesquieu nacen a partir de la constitución de la sociedad mediante una discusión sucesiva y constante, lo cual se inserta en el derecho y obligación que tiene el ciudadano para deliberar y votar respecto a los representantes de la nación.

Frente a esta argumentación Maquiavelo replica con un concepto pragmático de la voluntad política del ciudadano y señala que los gobernados se encuentran contentos y en armonía con el príncipe cuando éste no contraviene a sus bienes y a su honor, por lo que si se mantiene un grado de armonía, la tarea del príncipe será la de combatir a un pequeño numero de descontentos, de rebeldes, de insatisfechos cuando siempre están contentos con el príncipe cuando éste no toca ni sus bienes ni su honor, y por lo tanto sólo tiene que combatir las pretensiones de un pequeño número de descontentos, que le será fácil poner en vereda.

Ante tal argumentación Montesquieu Objeción en un tono optimista hace referencia al sentido moderno de los derecho político como bines públicos apreciados de tal suerte que son y corresponden a las características propias e individuales de cada ciudadano, pues dentro de los bines públicos también se encuentra explicito el honor de los pueblos al mantenerlos, por lo que al atentar contra ellos se atenta contra los bines de cada uno de los ciudadanos asi como contra el honor de los mismos.

Por lo que habría que hacerse la pregunta sobre qué es lo que garantiza a los ciudadanos su libertad, cuando, estos son despojados de su libertad individual, atentar contra la libertad es atentar contra el ciudadano es atentar contra el Estado y la nación.

Conclusión

Sin duda el dialogo entre estos autores es reflexivo y critico El Diálogo es una defensa del liberalismo, un liberalismo construido con principios gratos al paladar político actual: elecciones y mercado libres, contención del poder político, libertad de prensa, de asociación, de culto.

El Maquiavelo de Joly es un autor cínico, el cual no explica y mucho menos da un tratado de cómo establecer un gobierno despótico poco menos que invulnerable conforme a una estrategia basada en la manipulación de los principios de la democracia. El Maquiavelo del Diálogo es una figura con gran capacidad de transformación. Antes de ser un filósofo italiano y un conspirador judío fue nada menos que Napoleón III. Joly, contestatario a pesar de todos los riesgos y también de sus propios miedos, decidió escribir un corrosivo alegato contra el monarca, su bestia negra.

El Dialogo en el Infierno es también un manual para trepadores, una suerte de recetario para triunfar en sociedad no lejano al Príncipe maquiaveliano, en la medida en que ofrece desvelar los mecanismos que mueven la maquinaria social para que los más ambiciosos usen esa información en su accidentado camino hacia la cumbre.

En el Diálogo en el Infierno la sociedad aparece retratada como la peor enemiga del príncipe y de Maquiavelo, pues esta llega a ser seducida sin mayores esfuerzos por un tirano al que entrega mansamente sus derechos y libertades. Más alla de los fundamentos de Maquiavelo, Joly rescata que la vida social, es un estado de guerra permanente en el que el objetivo supremo puede concentrarse en unas pocas líneas: "¡Triunfar!, ¡trepar!

Joly, Maurice Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu

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