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Educacion


Enviado por   •  25 de Junio de 2013  •  1.454 Palabras (6 Páginas)  •  281 Visitas

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¿De dónde venimos?

Aunque es un tema que a lo largo de los años se ha venido hablan y profundizando, no está de más volver sobre el tema: ¿de dónde venimos?, ¿Hacia a dónde vamos? Preguntas que siempre están interpelando al hombre desde sus orígenes, no obstante la teoría nos ha demostrado que procedemos de una explosión inicial, el «big bang», que dio lugar al universo. Aunque esté siendo discutida desde hace algún tiempo, esta teoría puede aportar cantidad de pruebas a su favor y ha sido admitida incluso por la Iglesia, que ve en ella puntos comunes con su propia doctrina acerca de la Creación. Sin embargo, el «big bang» también hace saltar la lógica: si, en un momento dado, todo se hallaba concentrado en un punto, ese punto era todo, lo llenaba todo, y no podía explotar por ninguna parte.

A mi punto de vista y de otro mucho vemos como la teoría del «big bang» es una explicación materialista, humana y poco espiritual del universo, incapaz de dar cuenta de la aparición de la conciencia humana. Igualmente se podría explicar el primer automóvil por la explosión de un concentrado de vapor de gasolina. Y siempre quedaría por demostrar cómo el automóvil creó al conductor.

Una vez que el hombre va encontrando respuesta lógica a esas preguntas aumente su proceso de interrogación por el simple deseo de querer saber más sobre su existencia. Desde hace siglos, haciendo referencia a Sócrates y Platón, el hombre ha tenido dudas existenciales importantes, como espinas que no dejan tranquila la mente humana, entre ellas nos encontramos con la que creo más terrible, magnifica y significativa: ¿Quién soy yo?, es sin duda una pregunta devastadora, con una o más respuestas iguales o incluso más terribles y geniales que la misma cuestión; no saber de dónde venimos, ni lo que realmente somos, estar basados en suposiciones y parados en la base de un cambiado triangulo de conocimiento. Mientras más nos alejamos del inicio del triángulo, más creemos saber y de más cosas creemos también estar seguros, pero cuando somos víctimas del irritante “juego del ¿por qué?” del curioso niño interior, nos damos cuenta de que nada sabemos y estamos sumidos en la ignorancia más terrible, incluso llegando a ignorarnos y desconocernos completamente a nosotros mismos, es difícil dar respuesta a semejante pregunta. Saber quiénes somos podría abrir puertas inmensas y develar misterios antiguos; saber de dónde venimos, o si algún comienzo tuvimos o propósito por complejo o simple que sea tiene nuestra humilde existencia; adentrémonos en el agujero del conejo querido y emprendamos un viaje al interior de lo terriblemente maravilloso, ¿podremos realmente develar quiénes somos, y para dónde vamos?, quizás consigamos algo más que indecisas tardes sin respuestas. Que al final generan angustia y desesperación por no encontrar la respuesta correcta. Llevándonos el terrible juego mental donde se trasciende cada vez más las preguntas sin dar respuestas a la ya existentes. Entre las nuevas pregunta están las siguientes: ¿seré acaso un nombre?, ¿quién soy?, ¿un número?, ¿gustos?, ¿formas? o ¿quizás una simple posibilidad?

Como vemos, la gran pregunta inicial parece no tener solo una gran respuesta universal y válida para todo ser en este mundo pues, nos encontramos con que todo ser humano por alguna extraña razón es diferente al otro, totalmente diferente, aunque todos pertenecemos a la misma especie, somos humanos todos, pero todo humano no es igual al otro y como supongo diría Platón, “todos venimos del mismo y perfecto molde más somos la masa que se corrompe al ser moldeada y cocida”. Esta idea la podemos comparar con el relato del génesis donde nos dice que Dios creo al hombre del barro y a la mujer de la costilla del homobre por ende somos de la misma naturaleza. Pero con esto no quiero decir que debemos pensar igual, caminar igual, hablar igual, etc. Al contario nuestro actuar nos demuestra que somos distinto y con manera de pensar y actuar distinto aunque tengamos cosas en común, como por ejemplo la pregunta, ¿de dónde Venimos…?

En búsqueda de leyes universales caemos en extrañas paradojas del lenguaje, si todos somos distintos, eso es universal, es una ley, pero como seres distintos unos a los otros, con personalidades distintas, rostros distintos, “esencias” distintas, ¿no

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