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El Hombre Medieval


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  1.282 Palabras (6 Páginas)  •  388 Visitas

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El Hombre Medieval (Ensayo)

El hombre medieval es un sujeto histórico; determinado por su estudio en el espacio y tiempo en el cual existió. El hombre medieval es el resultado de un proceso cuyo punto de referencia es la caída del Imperio Otomano de Occidente. Una serie de sucesos, como la invasión bárbara, afecta a un colectivo en todos sus ámbitos. Altera sus instituciones, modifica la forma de vida y su idiosincrasia; también se crea el modelo económico feudal representativo de la etapa.

El hombre del Medievo vive dentro de un ambiente violento en donde los grupos del norte invaden territorios del mediterráneo y desestabilizan la estructura social. En la conformación de límites en constante cambio, el hombre medieval experimenta una nueva concepción en su actuar y pensar. Nuevas monarquías se establecen en territorios que ofertan protección contra los invasores nórdicos a cambio; a cambio los siervos deben servicio y obediencia. Para que estas dos actitudes se manifiesten será imprescindible un auxiliar religioso encargado de sensibilizar el espíritu de la comunidad.

El Cristianismo en la Edad Media se enfrentó a otras equivalentes; pues, en sus inicios tuvo que ganar terreno a otras corrientes religiosas. La herejía fue por tanto, el antagónico siempre presente entre los sectores de la población cuyos oficios eran rechazados por la iglesia cristiana. Fungió como mediador entre la élite y los siervos. El cristianismo tenía como principio encausar a los hombres en los ideales de las sagradas escrituras pero este objetivo se encontraba intrínsecamente ligado a las alianzas monárquicas. Este lazo se debe al principio de cristiandad universal; el cual, necesitaba de la expansión de imperios cristianos para expandirse.

En otro momento, la iglesia equipararía su poder a la monarquía, gracias al control dogmático en el que mantenía a la población. Hasta llegar a este punto la iglesia fue capaz de legitimar reinados; a través de, lazos matrimoniales entre reinos y convirtiendo a lideres visigodos en monarcas cristianos. El objetivo de todo hombre medieval cristiano consistía en la salvación de su espíritu; para ello se valía de diversos medios: la oración, el ayuno, el castigo corporal, dadivosidad, el auto-despojo de bienes, la exclusión.

Todos estos actos debieron crear en el hombre medieval una psique débil y maleable favorable para inculcar temor hacia la suposición del estado del alma en el infierno. Esta superposición del estado consiente más allá de la muerte condujo a la población cristiana a un período de sumisión. Mientras las ciudades ofrecían protección de invasores extranjeros, la religión cristiana de occidente ofrecía protección divina.

Es notable que el hombre medieval se encontrara invadido espacialmente, corporalmente y psicológicamente (o espiritualmente). Resguardado en ciudades amuralladas y gremios; también se le amaestraba en la doctrina como otra opción de supervivencia. Otro aspecto ratifica el control eclesiástico: la conformación de elite cultivada y monopolista de las letras amparan una ventaja a cualquier otro estrato social. La circunstancia de debilidad mental se encuentra regido por la ignorancia y derivado de esto el gran poder de la iglesia. Esta debilidad a su vez es la consecuencia de la insatisfacción de las necesidades básicas de un hombre como el alimento material y cultural.

El integrante clerical obtiene educación, protección, alimento y vestido, además de salvación eterna. Es por ello que se encuentra en la cima de la pirámide social. Muchos de los considerados santos debían su título a consecuencia de haber renunciado a sus necesidades básicas. De alguna manera, habían declinado su posición privilegiada y la masa menesterosa se identificaba en estos aspectos; mientras que, encontraban el vínculo que intercedía por sus almas con la divinidad.

Así mismo, la preocupación por purificar el espíritu adelantándose a la muerte incrementó la comunión y con ello el control moral de las masas. Reforzando esta mentalidad, el hombre medieval asegura a sí mismo estar frente al “fin del mundo”. Esta idea se debe a los copiosos y constantes peligros a los que se enfrenta; tanto físicos como las guerras, asaltos, asesinatos y espirituales como la omnipresencia

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