El Metodo
powerslave29 de Enero de 2015
3.376 Palabras (14 Páginas)212 Visitas
La empresa no puede ser sin trabajadores. La sociedad no puede ser sin ciudadanos. La vida no puede ser sin seres vivos, sin personas. Recursos humanos sí o sí, pero ¿Cómo? Esa es la cuestión.
En la película “El Método” asistimos a una verdadera simbiosis entre estos tres conceptos. Trabajadores, técnicos y preparados, veloces de mente y enormemente profesionales, que actúan como seres sociales, relacionándose, según les dicta la cultura y las normas de una sociedad y un entorno que oprime a unos y sonríe a otros, pero que, en el fondo, cuando se enfrentan a lo inesperado, a lo más sensible, a aquello que su cerebro no llegue a sistematizar, vemos que son animales mamíferos, seres humanos como el resto, que crecen, se reproducen y morirán, viviendo entre actos reflejos y pensamientos instintivos. Sobre este elemento previo a todo lo demás, la persona, pretendo iniciar este ensayo.
Son las personas las que crean vida, sociedades y empresas. Sus actuaciones, modifican, hacen crecer o destruyen estos entes. Pero es, sobre todo, la forma en que las personas interactúan y se relacionan lo que hace que una sociedad o una empresa tome rumbo a lo que la cultura considera el éxito, o que navegue a la más profunda de las derivas, cual pirata sin bandera.
En la película que analizamos comenzamos en entornos familiares, con desayunos servidos en la mesa de la cocina, tal vez en la barra de un bar. A ellos asisten los candidatos a trabajar en una empresa de altas esferas, Dekia, mientras la sociedad anda levantada en armas, en protesta por la incipiente globalización que cambia el curso de la sociedad mundial a pasos agigantados. Cuando los candidatos, altos ejecutivos, asisten a la oficina de la empresa, no saben que les espera un proceso de selección que sacará lo mejor y lo peor de cada uno de ellos como trabajadores, pero también como seres sociales y como personas.
Sin duda, en un proceso de selección de personal para una empresa no hay que olvidar que los candidatos son sujetos con una careta, que la sociedad, el entorno en el que han habitado y el mérito de su pasado profesional ha contribuido a crear, pero que también son personas y en los momentos críticos o inesperados de la compañía actuarán conforme a su aspecto real, sin caretas. El proceso de selección adecuado deberá evaluar todas las vertientes existentes, con objeto de seleccionar al trabajador más adecuado para el fomento del devenir de la empresa y de modo que, conociendo sus aspectos internos y externos, se pueda llevar a cabo una gestión del desempeño actualizada en el tiempo y a medida del trabajador.
En ese sentido, el Método Gronholm se muestra como un proceso que evalúa al candidato de manera completa, dura y exhaustiva. Se pone a prueba la ética empresarial, la capacidad de liderazgo personal y profesional, el complejo de inferioridad mujer-hombre, la capacidad de tomar decisiones inesperadas en centésimas de segundo, el ego del poder, la avaricia, la codicia y el espíritu de supervivencia, en un entorno de protestas ante una globalización que se desarrolla a un ritmo vertiginoso.
Precisamente, tras esta reflexión sobre el trabajador como ser social y ser humano, pilar básico presente en todos los temas, la globalización es el aspecto que analizaré en mayor medida y que utilizaré como cauce para ir englobando a otros, tales como la ética empresarial, las desigualdades de sexo, el liderazgo y el espíritu de supervivencia en el puesto de trabajo y todo lo que el mismo conlleva.
La globalización es uno de los factores dinámicos de esta sociedad, probablemente el acontecimiento más determinante y cambiante del mundo y de su cultura en las últimas décadas, generador de alabanzas y controversias, como observamos en las revueltas de los jóvenes anti-sistema de la película. La globalización, inseparable del capitalismo, se entiende rápidamente cuando observamos a un conjunto de compañías que operan sin fronteras, que descentralizan sus actividades a lo largo de sedes en todas partes del mundo, que crean macrocampañas de marketing para todos los continentes, sin excepción. Empresas y marcas transoceánicas, como Nike, McDonalds o Microsoft se convierten en fenómenos de masas a nivel mundial, que dominan el mercado de su sector, que tienen un poder adquisitivo mayor que el de tantos y tantos países, sobre todo de África, en un mundo de contrastes como el que vivimos. Pero esta globalización no es solo predicable de grandes compañías, que son las que han hecho uso de ella en su máximo esplendor y probablemente también hayan contribuido a crearla; la globalización es una realidad patente, algo que convive con nosotros. Supone un mercado unificado y mundial, unas comunicaciones que discurren a velocidad de vértigo y un planeta sin fronteras en el aspecto económico, político, social y tecnológico y en de las relaciones humanas de todo tipo. Sin duda, la globalización se trata de un tema altamente controvertido, ya que es definitorio de la sociedad tal y como la entendemos actualmente, impidiendo otros modelos políticos, económicos y sociales. Es por ello, fuente de ventajas y oportunidades, pero también de desventajas, injusticias y riesgos, que iré analizando junto con la exposición y reflexión sobre las diferentes dimensiones que posee el fenómeno de la globalización.
Desde un punto de vista económico, podríamos decir que es la integración de los países, resultado de la enorme disminución de los costes de transporte y comunicación, y la caída de las barreras artificiales que bloqueaban los flujos de bienes, servicios capitales, conocimientos y personas a través de las fronteras. La idea de la mano invisible que provoca flujos de actividad eficientes en el mercado, promovida por Adam Smith, supone el inicio de una ideología de libre mercado, llevada a su extremo en países como USA, más oculta en países como Venezuela o Cuba, e inexistente en otros de África.
De algún modo, la globalización es una ventana al emprendimiento, permite operar en diversos entornos con unas restricciones escasas y más o menos comunes. Una idea comercial surgida de la nada y bien estructurada, puede esparcirse como la espuma por países, legislaciones, trabajadores y consumidores de los 5 continentes, siempre y cuando haya aceite para mover el engranaje del sistema, el dinero. Como contraparte, ese mismo dinero y la búsqueda de las economías de escala se convierte en generador de injusticias, de codicia, de competencia extrema y de aprovechamiento de los más débiles, burlando las sociedades y legislaciones más jóvenes y débiles para explotar a niños y personas de los países menos desarrollados a cambio de un sueldo miserable. Y aquí es donde entran en juego dos elementos inseparables de la globalización: el capitalismo y la ética empresarial.
Capitalismo y globalización deben entenderse como fenómenos correlativos. Es el capitalismo elevado a su máxima expresión el que da como resultado la globalización empresarial en sentido amplio y las malas prácticas que con asiduidad se dan por las empresas para maximizar beneficios. Eso sí, dentro de no mucho este capitalismo feroz cederá, al comenzar a reclamar derechos y condiciones los trabajadores de los países asiáticos (China, Taiwán, Indonesia…), los más explotados en la actualidad, y seguramente la actividad se traslade a países como Somalia, en África, pero con seguridad también acabará el capitalismo viéndose frenado allí, pues una sociedad no puede estar permanentemente tolerando unas condiciones de vida y de trabajo deleznables.
La ética determinará la agresividad de las acciones globalizadoras de una empresa, principalmente en las formas, por encima del fondo. Es decir, los resultados se pueden conseguir por distintos medios, uno no ético, más rápido y aparentemente efectivo, y uno ético, menos atractivo de entrada pero a la larga más satisfactorio para la compañía. Parece evidente que, pagando salarios mínimos, otorgando unas condiciones laborales mínimas, e incumpliendo la ley de los países emergentes se pueden lograr resultados más rápidos y eficientes. La productividad es más alta, con los mismos medios económicos se puede contratar a más empleados, se responde menos por sus riesgos al no exigirlo la ley, y se ocultan en cierto modo las injusticias que puedan sufrir los trabajadores, al haber unas comunicaciones escasas en dichos países. La eficiencia, al menos a medio plazo, es también mayor; con muchos menos recursos, tanto económicos como materiales, se sustentan una actividad y unos márgenes de ganancias brutales. La eficacia es totalmente positiva, se consigue el resultado esperado, pero ¿El fin justifica los medios? Es una de las cuestiones a plantearse.
El hecho por el que considero que la falta de ética empresarial no es positiva en ningún ámbito de la empresa, al menos a largo plazo, es, no solo una cuestión de “buenismo” o de justicia, de que no todo vale para lograr los objetivos y de que hay que tratar de manera adecuada al entorno y a los elementos personales de la compañía, que también. Estoy absolutamente convencido de que una estructura empresarial ética, a largo plazo, proporciona mayor rentabilidad para la empresa, por varios motivos. En primer lugar, aunque a corto plazo los costes de producción serán mayores, el hecho de utilizar una contratación de recursos humanos legal y justa, proporcionará una mayor estabilidad a la compañía, evitando cambios de legislación radicales o revueltas que hagan variar la estructura con violencia. Por otro lado, es evidente que el aspecto motivacional del trabajador crecerá, logrando un mayor rendimiento. La gestión del desempeño del trabajador estará más controlada por recursos humanos, al tener un criterio homogéneo
...