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El Nacimiento De La Filosofía


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2014  •  1.400 Palabras (6 Páginas)  •  267 Visitas

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El nacimiento de la filosofía.

La filosofía se crea, para Colli, por cuatro momentos. La locura, el laberinto, el enigma y la dialéctica; y nos darán un doble fruto: la retórica y, finalmente, la filosofía.

Una forma de dar con el origen de la filosofía es retomando la forma en la que Nietzche explica el origen de la tragedia, partiendo desde dos figuras principales que son Dionisio y Apolo, en esta forma, estudiando ambas figuras terminando en toda un doctrina sobre el sufgimiento hasta la caída de la tragedia griega. Ahora bien, nos encontramos con que podemos partir al igual que Nietzche, de éstas dos figuras. Apolo representa mejor que nadie a la sabiduría. El conocimiento para los griegos era lo más valiosos, dónde el verdadero poder radicaba. Otra característica griega es la importancia de la adivinación, la forma de obtener conocimiento de hechos venideros. Éste conocimiento, el hombre lo obtenía de la divinidad, en dónde un oráculo fungía como lazo de comunicación. Son palabras divinas por lo que tienen siempre una forma ambigua al ser trasmitidas y el hombre tienen que descifrar. Aquí encontramos una característica de las figuras divinas: la perversidad, entendiendo que ésta divinidad no quiere realmente que el hombre sepa sobre su futuro.

Nos topamos entonces con la locura, que Platón demonina el contrapuesto al control del sí mismo. La palabra Mantica, el culto a la adivinación, deriva de Manía. Aquí entonces, tenemos que cambiar lo creído por Nietzche, pues Apolo no es la figura de la armoniosa mesura, si no de la exaltación de la locura, cuando él cree que se le atribuye más a Dionisios.

Yéndonos aún más atrás en el tiempo, antes siquiera de que el culto a Apolo se diera en Delfos. Encontramos que la única mujer que es relacionada claramente con Dionisio es Ariadna, a quien se le atribuye un valor de mortal-divinidad. Concretamente, nos enfocamos en el mito del laberinto creado por Dédalo a orden de Minos para encerrar al fruto de la traición de su esposa Pasifae. El laberinto es una creación humana, artística, del individuo Apolíneo; pero que está al servicio de Dionisio. Podemos entender que el laberinto es el peligro, el camino en el que el hombre se embarca como consecuencia a enfrentarse a la divinidad.

El laberinto entonces, se le da como principal significado el “logos”. Que es una producción del hombre, en el que éste mismo corre el peligro de perderse o arruinarse. El dios lo crea para doblegar al hombre y devolverlo a la animalidad.

Apolo atrae al hombre así como Dionisio, para entrar al laberinto y enigma del logos. Y de éste juego sólo puede salir el héroe y el sabio.

Al morir Orfeo, después de perder a Eurídice en el Hades, reniega de Dionisio y gira su rostro hacia Apolo, ganándose la ira del primero lo que constata la polaridad entre los dos dioses.

Colli se apoya en Heráclito para criticar a Nietzsche, el sabio griego nos habla de un Apolo sin ungüentos ni ornamentos, a quien no caracteriza su apariencia si no su ambigüedad. Es representado por tener un arco en una mano y la lira en la otra, haciendo referencia a su acción hostil y benevolencia. El arco es vida pero su fin es la muerte, el arco de Apolo produce la muerte.

Platón toca dos conceptos más separándolos. Que son el adivino y el profeta. El adivino es el hombre exaltado y delirante, mientras que el profeta es quién interpreta y resuelve el enigma visto por el adivino.

La fractura metafísica, este mundo, otro mundo, tiene variadas consecuencias, pero no hay que perder de vista que, quizás, antes que cualquier otro atributo, implica hostilidad de parte del dios, y temor de los hombres.

El dios desafía al hombre mediante al enigma. Éste es la palabra de lo divino, lo oculto. Y quien falle al decifra el enigma está destinado a la perdición.

Aristóteles lo definirá cómo: “Decir cosas reales juntando cosas imposibles”. (Tomando imposible como contradicción).

El Dios impone el enigma a través de la esfinge para que un hombre lo resuelva, como consecuencia podría perder su vida o salvarla. Pero si lo que sucede es que dos adivinos pelean entre sí por un enigma, ya no interviene la divinidad, pero sí al agonismo. La lucha de

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