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El Origen De La Tragedia

m00ya27 de Mayo de 2013

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El nacimiento de la tragedia

Tras la tensión entre el mesurado Apolo: la escultura, la proporción; y de Dionisio: la música, la embriaguez, desmesurado; de la mezcla de ambos surge la tragedia: el héroe que vive en la mesura de su mundo que se torna amarga tragedia cuando descubre la verdad tras correr el velo de la realidad del mundo, de su crueldad y brutalidad, siempre amenizada por la apolínea estética de la obra.

El fragmento en el que debo poner atención habla precisamente del fin de esa tragedia, a manos de Eurípides. “¿Tiene lo dionisíaco derecho a subsistir? ¿No se lo ha de extirpar del suelo griego por la violencia? ” . Intentando apartar a Dionisio Eurípides empezó, a lomos de una tendencia racionalista socrática, a fundar el drama en lo no-dionisíaco. Nace un drama de la antítesis entre lo dionisíaco y lo socrático. Pero al negar a Dionisio le abandona también Apolo, al buscar la esencia atravesando la apariencia, la belleza estética desaparece dejando paso a la incompatible tendencia socrática. No dispone de los estimulantes como el resultado apolíneo de la epopeya y también se ha liberado de los elementos dionisiacos, por tanto el recurso que le queda es seguir con esa tendencia socrática con pensamientos que no dejan de ser fríos y realistas.

La belleza se puso en manos del saber y abandono así las pasiones de la mezcolanza de Apolo y Dionisio. “saca a todas las pasiones de su escondrijo y enciérralas en tu círculo, afila y aguza una dialéctica sofística para los discursos de tus héroes, - también tus héroes tienen unas pasiones sólo remedadas y simuladas y pronuncian únicamente discursos remedados y simulados” .

Las tesis socráticas: “la virtud es el saber; se peca sólo por ignorancia; el virtuoso es el feliz”; son, para Nietzsche, optimistas, y ese optimismo es el que mata a la tragedia. Pues ahora el héroe virtuoso tiene que ser un dialéctico, ahora tiene que existir un lazo necesario y visible entre la virtud y el saber, entre la fe y la moral. La dialéctica le quita protagonismo en esta nueva tragedia a la música, con lo que, de nuevo, elimina la esencia de la tragedia.

“Debemos darnos cuenta de que todo lo que nace tiene que estar dispuesto a un ocaso doloroso, nos vemos forzados a penetrar con la mirada en los horrores de la existencia individual - y, sin embargo, no debemos quedar helados de espanto: un consuelo metafísico nos arranca momentáneamente del engranaje de las figuras mudables.”

Aportación crítica

Sócrates es el prototipo del optimismo teórico que concede al saber y al conocimiento la fuerza de una medicina universal, y ve en el error el mal en sí al entrar en el sí de las cosas establecer una separación entre el conocimiento verdadero, la apariencia y el error.

Desde Sócrates existía la creencia de que con la perseverancia se alcanzaría la sabiduría máxima, se entendería el Ser, y no sólo eso, se podría incluso corregir el Ser. Esto ha arraigado en nuestro pensamiento.

Pero no se debe dar por sentada la desaparición de la tragedia, quizá la tragedia de nuestro pensamiento sea la idea de que no podemos abarcarlo todo ni conocerlo todo, llevándonos quizá hasta el punto de perturbarnos. El optimismo del pensamiento socrático transmitido hasta la actualidad entra en tensión con la necesidad actual del arte.

La generalización, la globalización, hace perder los matices de la individualidad, y por lo tanto, la ciencia, lo socrático, mostraba una apariencia pobre de la realidad, mientras que con la música dionisíaca la apariencia individual se enriquece y se amplifica hasta convertirse en imagen del mundo.

Así, las artes acaban convirtiéndose en mero entretenimiento, en motivo de expectación, en música para el recuerdo. Pero Nietzsche considera que lo más afectado es el final de la obra trágica:

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