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Tragedia griega. Origen del teatro

Van ArtResumen15 de Abril de 2020

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Tragedia griega

Origen del teatro

El fenómeno teatral tiene su origen en la noche de los tiempos, cuando el ser humano se explica el mundo utilizando de mitos que representa en rituales.

En estos rituales se dan la mano la danza, la música y la palabra: en general las ceremonias rituales representan la hazaña de un héroe que por ejemplo dio muerte a un gran animal y se realiza siguiendo lo que hoy diríamos una coreografía de movimientos acompañado por música instrumental o vocal y muchas veces incluye algunas palabras a las que se les adjudica un valor mágico. Allí tenemos presentes los elementos escénicos: ciertos desplazamientos de lo que luego llamaremos actores y el guión o texto dramático en los cantos y palabras pronunciadas. Respecto a la palabra diremos que la creencia en el carácter mágico o encantatorio de esta garantizaba que la repetición fuera exacta, puesto que no decirlas en el orden y entonación correcta afectaría al rito. Por lo tanto en el origen existe un fuerte vínculo con lo sagrado. Posteriormente, con el correr de los siglos se produce el pasaje del pensamiento mágico al lógico y se pierde el carácter sacro se va perdiendo y al mismo tiempo se incorporan nuevas historias.

Si lo pensamos hasta el día de hoy, el teatro mantiene algo de ritual en el sentido de que se produce en un determinado espacio (el escénico, que puede ser en un teatro o no), por un determinado tiempo, en ciertas condiciones (por ejemplo se suele iluminar solo la escena), lo ejecutan ciertas personas (los actores) y lo hacen para una comunidad (el público) que debe comportarse de determinada manera (se hace silencio, en general está delimitado cual es el espacio que no debe transgredir).

En el caso de la tragedia griega que alcanza su punto de mayor esplendor en el siglo V a.C, el origen está vinculado al mito de Dionisos.

Antes de entrar en el mito de Dionisos veamos algunas características de la religión griega.

Religión griega

Los dioses en el arte

Tanto Heródoto (484-425 a.C) como Platón (427-347 a.C) señalaron que los griegos conocieron el origen de los distintos dioses gracias a Homero (siglo VIII a.C) y Hesíodo (siglo VIII o VII a.C). Esto habla ya de la fuerte interrelación de lo que podríamos llamar la poesía, la historia, el culto, el mito y la religión convirtiendo a la religión griega en un producto cultural bien complejo y diferente de religiones que nos son culturalmente más cercanas como la cristiana.

Por qué Homero fue tan importante, se podrán preguntar. La respuesta tiene que ver con la gran difusión que alcanzaron sus epopeyas, tanto la Ilíada como la Odisea fueron utilizadas como textos de enseñanza, siendo aprendidos de memoria largos pasajes. Si bien Homero se basa en la creencia ya existente de dioses es la descripción que él hace de ellos y su organización la que se impone en el imaginario colectivo.

Es Homero quien creó el Estado de los dioses bajo la soberanía del dios supremo, Zeus. Zeus es el rey y los otros dioses sus vasallos a quienes eventualmente convoca a su palacio, ubicado en el monte Olimpo, y con quienes delibera en los banquetes. Todos los dioses se presentan como caprichosos, pero en última instancia se impone la voluntad de Zeus.

Hesíodo en la Teogonía intenta modernizar esta concepción autoritaria de Zeus, haciendo que los dioses lo eligieran rey después de su victoria sobre los Titanes. También Hesíodo ordena la cantidad de dioses en un árbol genealógico que comienza con el nacimiento del mundo donde existía el Caos, es decir la primera materia sin ordenar que una vez ordenada será llamada Cosmos. Del Caos surgieron Gea (la Tierra), el Tártaro y Eros, el instinto de la reproducción, que puede ser considerado como el motor de la evolución. Del Caos nacieron Erebos y la Noche, que engendraron al Éter y al Día; Gea parió a Urano (el Cielo), a las Montañas y al Ponto (el Mar), y de Urano engendró al Océano ya los Titanes. Luego continúa con el linaje de los dioses.

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Como vemos este es el comienzo de una especulación cosmológica que, transformada luego en filosofía naturalista, siguió empleando durante mucho tiempo nombres mitológicos para sus principios.

Los dioses homéricos eran patrimonio común de los griegos; pero también, independientemente de Homero, estos dioses recibían culto en todas partes. Zeus habitaba en la cumbre de cualquier montaña coronada de nubes. Con Artemis y sus Ninfas podía uno encontrarse en el bosque y en el campo; las fiestas de Deméter eran celebradas dondequiera que habitasen griegos. Pero aunque estos dioses fuesen comunes, en lo referente al culto estaban vinculados a un lugar determinado. Atenea en Atenas era distinta que en Esparta o en Tebas.

Religiosidad popular

Hasta ahora vimos el espacio que tenían los dioses en la literatura , pero ¿qué aspecto tenían en la vida cotidiana de los griegos? ¿cuál era su importancia?

En Grecia faltó una clase sacerdotal: los sacerdotes eran los ciudadanos que junto a sus otras ocupaciones en la ciudad tenían la misión de cuidar del culto de un dios y de custodiar el templo. Esto tiene grandes implicancias, como por ejemplo que no hubo un único grupo social que fuera el que tuviera acceso a este saber. El culto doméstico tuvo una gran importancia, su centro era el hogar, al que arrojaban las primicias de la comida y se echaban unas gotas de vino al terminarla. La despensa tenía sus dioses protectores y el corral cercado estaba bajo el amparo de Zeus Herkeios. Ante la puerta estaban el pilar de Apolo Agyieus y la imagen de Hécate, que alejaba todo mal.

Politeísmo. De lo anterior se desprende la creencia en varios dioses.

Antropomorfismo: los dioses griegos tenían forma humana, si bien se diferenciaban de los hombres por su poder e inmortalidad también compartían con estos otros aspectos como ser movidos por sus pasiones, caprichos e intereses.

Ausencia de dogma: no se trata de una religión revelada donde se establecen las reglas del culto, la adhesión al culto se sustenta en la tradición y las costumbres.

El culto de los antepasados muertos ligaba a los miembros vivos y muertos de los gene (linaje). Un deber sagrado ordenaba ofrecer sacrificios, libaciones y manjares sobre las tumbas, si bien se había debilitado la vieja idea de que estos sacrificios eran necesarios para la vida del muerto en la sepultura. Pero en caso de negligencia el muerto tomaba venganza. Igual de categórico era el deber de enterrar a un muerto y arrojar al menos tres puñados de tierra sobre el cadáver. Muchas prácticas, ritos de purificación y ciertas comidas habían de celebrarse durante el luto. Las familias (gene) celebraban el entierro de un familiar con gran lujo para demostrar el orgullo familiar y personal.

Cada genos hacía arrancar su árbol genealógico de un héroe y cuando Clístenes llevó a cabo en Atenas su reforma democrática, a cada una de las diez nuevas tribus en las que fue dividida la población se le asignó un héroe ático como su fundador imaginario.

La religión estaba indisolublemente ligada a la sociedad y a sus elementos constitutivos: polis, genos, familia. El individuo valía solo en cuanto eslabón del genos, solo en cuanto ciudadano de una polis; la expulsión del genos y de la polis era, después de la pena de muerte, el castigo más grave que podía afectar a cualquiera: quedaba sin patria y fuera de la ley. Cada cual era deudor de adoración para con los dioses y tenía que cumplir sus mandatos, ya que una falta en este sentido era castigada no solo en la persona del delincuente, sino también en el genos y en la polis. No cumplir los deberes del culto a los dioses era un delito, pues ello ponía en peligro el favor que los dioses dispensaban al genos y a la polis.

Lugares  y prácticas de culto. Los dioses grandes y menores estaban asociados a determinados lugares en lo referente al culto. Mientras que nosotros hacemos sagrado un lugar cuando edificamos un santuario, en la antigüedad la santidad era inherente al lugar, y si se edificaba un templo era porque dicho lugar era sagrado. Zeus lleva el nombre de la cumbre de la montaña en torno a la cual acumula las nubes; las Ninfas eran adoradas en las grutas y al borde de los manantiales. El templo griego no era el lugar donde se reunían los creyentes, sino que era la morada del dios, el a que se encontraba su imagen y era custodiada su propiedad. Los grandes templos como el Partenón se construyeron en época de Pericles y fue una gran obra pública que también sirvió para embellecer la ciudad, proporcionar trabajo y engrandecer la figura de este gobernante. Muchos de los templos pequeños y pobres estaban más próximos a sentir de la gente; la estatua de Atenea de Fidias en el interior del Partenón era una reproducción: la verdadera diosa protectora de Atenas era la imagen de madera de olivo guardada en el «viejo templo» del Erecteon, que se decía había caído del cielo.

Muchos lugares de culto no contaban con ninguna edificación y la estatua del dios estaba a la intemperie, lo que no faltaba era un sencillo altar de piedras o de tablas. Los árboles que crecían en el recinto sagrado estaban bajo la protección del dios y no podían ser talados. En un país tan pobre en arbolado un bosque era frecuentemente un lugar de culto.

Nunca faltaba un altar, pues el sacrificio animal era el rito central de la religión griega. Sobre el altar se quemaban los pedazos de la ofrenda que correspondían a dios y en el fuego cada oferente asaba su porción. El banquete sacrificial era en cierto modo una comunión entre el dios y los hombres. El estado costeaba sacrificios en masa para proporcionar una comida de carne y un día de fiesta a sus ciudadanos. Las ceremonias eran largas: una gran procesión, el sacrificio, coros que cantaban himnos y que bailaban en honor del dios; juegos, competiciones deportivas y espectáculos estaban ligados a determinadas fiestas.

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