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El Politico Y El Cientifico


Enviado por   •  8 de Agosto de 2014  •  2.456 Palabras (10 Páginas)  •  259 Visitas

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El libró está dividido en dos partes bien diferenciadas. Por un lado “La política como vocación”, y por el otro, “La ciencia como vocación”. En ambas, lejos de adentrarse en la problemática contemporánea, pretende constantemente, alcanzar una abstracción asentada sobre sus teorías, que perduren con el paso del tiempo. A modo de conferencia presenta un libro moderadamente ameno y con grandes dosis de su innegable elocuencia. Posiblemente como toda exposición oral, la densidad conceptual está lejos de ser la apropiada para comprender su pensamiento y menos aún al hombre. Pese a las limitaciones formales de la obra, puede funcionar en todo caso, como introducción al pensamiento y vocabulario básico que la comprensión de un estudio posterior requiere.

En “La política como vocación”, indaga sobre los conceptos de la política en sus más amplias vertientes comenzando por las definiciones básicas. La política como acción de un gobierno es, en esencia, el tema al que constantemente apunta. Iniciando por lo primordial; la legitimidad en la que se asienta una dominación estatal, puede basarse principalmente en la costumbre, el carisma y la legalidad. Como costumbre, entendemos la inmemorial validez de unos principios provenientes de antaño. Como carisma imagina una gracia personal, que condiciona una entrega absoluta de la confianza, asentada en las cualidades genuinas de un caudillo. Por último, como legalidad concibe la creencia en la validez de las pautas legales objetivas, creadas sobre normas racionales de autoridad.

Toda “empresa de dominación” que requiera de una administración permanente necesita, según Weber, una doble vertiente de actividad humana. Por un lado exige una obediencia hacia los poseedores del poder legítimo, y por otro el poder de manipular ocasionalmente los bienes necesarios, y los medios materiales que se requieran. Weber manifiesta continuamente su intención de atenerse a las pautas meramente conceptuales; lo que no supone una exclusión de la experiencia en su discurso, pues se asienta constantemente en ejemplos reales de su época o pretéritas.

Como definición conceptual, la del estado moderno resulta especialmente esclarecedora; “asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado con éxito de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación, y que a este fin ha reunido todos los medios materiales en mano de su dirigente, y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas”.

El concepto de “político profesional” se desarrolla partiendo de su origen inicial para concluir en la actualidad observando a un sujeto fielmente asentado sobre las bases de Bismarck y Maquiavelo. La secularización masiva, y la burocratización general, ha incrementado enormemente el ya de por si creciente número de cargos y su apetencia por ellos. Los partidos, participantes exclusivos del poder de coacción, aparecen como el único medio eficaz de conseguir un cargo de estas características. No obstante en la actualidad, afirma Weber, está surgiendo un funcionariado que en oposición a este, se caracteriza por un alto nivel de intelectualidad especializada y cuyo más alto valor es la integridad.

Todo parece indicar, que sin la existencia de este funcionariado, el colapso del aparato estatal sería una realidad inequívoca, riesgo que se incrementa ante la tecnificación del sistema y su creciente influencia en la vertiente económica, esencial en una sociedad. La necesaria especialización de un funcionariado forzosamente vitalicio, se adapta ya, a las ineludibles cuestiones técnicas que surgen en la evolución inexorable de la sociedad. Una escueta pero concisa perspectiva de la evolución del aparato burocrático a lo largo de la historia Europea, nos muestra a unos príncipes incapaces de hacer frente a toda una serie de estamentos, sin la ayuda de un funcionariado sobre el que recaía gran parte del poder que dicho príncipe conseguir ir asumiendo. Los conflictos bélicos (profesionalización) y el desarrollo de un jurista competente, resultaron a la par esenciales en el progreso de todo el conjunto estatal.

En toda Europa se produjo la pugna por el control, entre la autocracia y el funcionariado profesional. Característica general de la sociología y particular de Max Weber, la transculturalidad se nos presenta como una virtud de primer orden a la hora de analizar elementos de especial relevancia. En este sentido, la supeditación tardía o temprana del pensamiento teológico a la jurídica racional, se cita tanto en la cultura hindú, como en la musulmana o en la occidental gracias al influjo del derecho romano. Otro aspecto, al que dedica una extensión considerable, es el de la tipología de la que surge un político profesional. Tradicionalmente cercano al ámbito del derecho, Weber plantea como circunstancia esencial, una lógica independencia económica que otorgue una seguridad suficiente como para resistir los envites del futuro.

La del periodista, es sin embargo una situación peculiar, pues sin poseer una independencia tal que permita la total despreocupación, existe una creciente dedicación a la política. La relación de la política con la prensa, necesaria y arriesgada, se nos presenta como un tema trascendente, que podría dar fruto a una reflexión más detallada. Por otra parte, la empresa política queda a sus ojos completamente desmitificada de sus supuestos objetivos históricos, para presentarse como una agrupación de interesados. De interesados que reclutan, se presentan y trabajan para conseguir su objetivo electoral, económico y popular. En ocasiones limita su discurso para no descarriarse de las pautas de la conferencia, poniendo así ciertas cotas a su intuición y retórica natural. Intenta alejarse de la diatriba de los partidos y esquemas de poderes, para ahondar en la problemática del político como persona y ser humano.

Es este sujeto, el que a través de los órganos que menciona, asciende por las ramas de un sistema y sus pormenores electorales. Originariamente, parece que los partidos, a modo de meros sequitos de un candidato, podían oscilar dependiendo de la condición de su adalid. Posteriormente como modestos clubes políticos, fueron popularizándose para asumir en sus filas a las clases, primero de la burguesía, y luego del proletariado. En este estadio histórico de la formación de los partidos, el único político profesional es el periodista, y el único órgano permanente su periódico. Brevemente después, la consolidación de los partidos en manos de los notables que sustentaban su economía, consiguió su pleno funcionamiento, manteniendo un esquema

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