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El Politico Y El Cientifico


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2013  •  2.487 Palabras (10 Páginas)  •  935 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Sin duda, Max Wber ejerció una enorme influencia sobre el desarrollo de las ciencias sociales en Europa. Los trabajos que componen éste volumen, fueron recogidos de las conferencias repartidas por Weber durante el dramático invierno de 1919. Son el análisis y la reflexión sobre el quehacer político en contraposición al trabajo del hombre de ciencia. El primero defiende intereses de grupo o clase social y su arma teórica es la ideología, y el segundo defiende integralidades conceptuales de la humanidad y su arma teorica es la ciencia.

Max Weber nació en Erfurt, Prusia, en 1864. Fue profesor de economía política en las universidades de Friburgo y Heidelberg. Desde 1904 dirigió la prestigiosa revista Archiv fur Sozialwissenchaft und Sozialpolitik, en la que publicó numerosos ensayos sobre el método sociológico.

Sus trabajos sobre las conexiones existentes entre los ámbitos económico, político y religioso, abrieron nuevos caminos a la investigación sociológica y su pensamiento en general.

El Político y el científico

El libro empieza diciendo, que por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado.

Dicho estado sólo es definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física.

La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, por sí es su medio específico. Hoy, precisamente intíma la relación del Estado con la violencia.

Max Weber también define el estado como aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio ( el territorio es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del derecho a la violencia.

Existen tres tipos de justificaciones internas, de fundamentos de la legitimidad de una dominación. En primer lugar, la legitimidad del “eterno ayer” de la costumbre. En segundo término, la autoridad de la gracia (Carisma) personal y extraordinaria, y por último tenemos, una legitimidad basada en la “legalidad”, en la creencia en la calidez de preceptos legales y en la “competencia” objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas,

Max Weber se centra principalmente en el segundo de estos tipos: la dominación producida por al entrega de los sometidos al “carisma” puramente personal del “caudillo”. En ella arraiga, la idea de vocación. Esta figura es vista como la de alguien que está internamente “ llamado” a ser conductor de hombres, los cuales no le prestan obediencia porque lo mande la costumbre o una norma legal, sino porque creen en él.

Max Weber, también habla de todas las organizaciones estatales y las clasifica en dos grandes categorías según el principio a que obedezcan. En unas, el equipo humano posee en propiedad los medios de administración, en otras, el cuadro administrativo está “separado” de los medios de administración, en el mismo sentido en que hoy en día el proletario o el empleado “están” separados de los medios materiales de producción dentro de la empresa capitalista.

En el Estado moderno se realiza, pues, al máximo la “separación” entre el cuadro administrativo ( empleados y obreros administrativos) y los medios materiales de la administración.

Max Weber en su estudio define al Estado moderno como una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas.

Max Weber también hace una distinción entre políticos ocasionales y políticos semiprofesionales.

Políticos “ocasionales” lo somos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o protestamos en una reunión “política”, hacemos un discurso “político” o realizamos cualquier otra manifestación de voluntad de género análogo. Políticos “semiprofesionales” son hoy, todos esos delegados y directivos de asociaciones políticas que, por lo general, sólo desempeñan estas actividades en caso de necesidad, sin “vivir” principalmente de ellas y para ellas, ni en lo material ni en lo espiritual.

Max Weber también nos define las comunidades libres, que no son libres en el sentido de toda dominación violenta, sino en el de que en ellas no existía como fuente única de autoridad el poder del príncipe, legitimado por la tradición y, consagrado a la religión.

Según dicho sociólogo hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política.

La política según el pensamiento de nuestro sociólogo puede ser “honorario”, y entonces estará regida por personas que llamaríamos “independientes”, es decir, ricas, y sobre todo por rentistas; pero si la dirección política es accesible a personas carentes de patrimonio, éstas han de ser un puro” prebendado” o un “funcionario” a sueldo.

Para Max es importante la evolución del funcionario moderno, que se va convirtiendo en un conjunto de trabajadores intelectuales altamente especializados mediante una larga preparación y con un honor estamental muy desarrollado, cuyo valor supremo es la integridad.

La evolución se inicia en las ciudades y señorías italianas y , entre las monarquías, en los Estados creados por los conquistadores normandos.

Pero la cuestión que ahora nos interesa es la de cuál es la figura típica del político profesional, tanto la del “Caudillo” como la de sus seguidores. En el pasado los políticos profesionales estaban al servicio del príncipe en su lucha frente a los estamentos.

Una segunda capa del mismo género era la de los literatos con formación humanística. Hubo un tiempo en que se aprendía a componer discursos latinos y versos griegos para llegar a ser consejero político y, sobre todo, historiógrafo político de un príncipe. Una vez que consiguieron desposeer a la nobleza de su poder político estamental, los príncipes la atrajeron a la Corte y la emplearon en el servicio

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