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El Principe De Maquiavelo


Enviado por   •  27 de Octubre de 2013  •  2.293 Palabras (10 Páginas)  •  328 Visitas

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El Príncipe

De los géneros de principados y la manera en que se adquieren; los principados son hereditarios cuando en ellos impera de tiempo atrás el linaje de una familia, o son nuevos o son estados añadidos al que se recibe por heredad, como el reino de Nápoles para el rey de España.

De los principados hereditarios; en los estados hereditarios existe la costumbre del sometimiento al príncipe por el linaje; basta con el acatamiento del orden establecido por los ancestros, contemporizando con los casos que presenten novedad; de tal suerte que un príncipe de normal capacidad se mantendrá siempre en el poder, a menos que una influencia ajena y poderosa se lo impida; aun así, podría recuperar su condición, aprovechando cualquier adversidad que se le presente al usurpador.

De los principados mixtos; en el principado nuevo a los súbditos les nace la voluntad de cambiar a su señor, es en esta creencia que empuñan las armas contra su antiguo soberano, sin notar el engaño, porque la experiencia les demuestra que han perdido con el cambio. Aun cuando se tenga un ejército poderoso para tomar una provincia, es necesario contar con el favor de sus habitantes. Los territorios revelados se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez, porque el príncipe, valiéndose de la rebelión, tiene pocos miramientos para afirmarse en el poder, castigando a los delincuentes, vigilando a los sospechosos y fortificando los puntos débiles de su gobierno.

A los estados que al conquistarse se agregan a uno más antiguo, bien son de la misma provincia y lengua o no lo son. Cuando lo son es muy fácil conservarlos; para asumir el poder con toda seguridad basta con exterminar la familia que antes gobernaba. Podrá conservarlos si toma en cuenta dos cosas: una, es necesario suprimir a la familia del antiguo príncipe, y la otra es que no se deben modificar las leyes ni aumentar los tributos.

Cuando se adquieren estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes, es preciso tener mucha suerte y gran habilidad para conservarlos. Unos de los mejores y más eficaces remedios serian que la persona que los adquirió fuese a vivir en su nueva posesión, esto daría una mayor seguridad y duración al gobierno ahí establecido. El establecimiento de colonias en uno o dos lugares que sean como eslabones que unen un estado con otro, sin tener que ocupar aquellos territorios con numerosas tropas de a pie y caballería.

El príncipe que se adjudique a una provincia nueva, con lengua y costumbres diferentes a las suyas, debe convertirse en guía y defensor de los vecinos más débiles, usar su ingenio para reducir el poder de los grandes y evitar, que entre en esta provincia algún extranjero que sea tan poderoso como él. Aquel que se apoya en otros para elaborar su grandeza, obra su propia ruina.

Los principados se gobiernan de dos formas distintas: ya sea por un príncipe soberano que concede a sus siervos la gracia de ejercer algún ministerio den su presentación, ayudándole en las cosas del gobierno; o bien por el príncipe y aquellos barones que poseen títulos que no se dieron por gracia del soberano, sino por nobleza de sangre.

Hay tres maneras de conservar los estados adquiridos, cuando éstos viven bajo leyes propias y en condiciones de libertad; la primera es destruirlos, otra es habitar en ellos y la tercera es permitir que se viva bajo las leyes antiguas, cobrando un tributo y creando un gobierno leal, pero minoritario. Una ciudad acostumbrada a vivir en libertad se conserva con más facilidad si se cuenta con el apoyo de los ciudadanos, siempre que se quiera evitar su destrucción.

Quien se apodera de una ciudad acostumbrada a vivir en libertad y no la destruye, que espere a ser destruido por ella, ya que el prestigio de la libertad y las antiguas instituciones es el mayor acicate de la rebelión. El recuerdo de la antigua libertad no les permite la molicie y el descanso, por lo que el camino más seguro es destruirlas, o vivir en ellas.

Cuando se deja de ser un personaje privado y se convierte en príncipe, es de suponerse que se posee una virtud especial o una gran fortuna; muchas de las dificultades que surgen del manejo del estado se reducen si se posee una cosa o la otra; sin embargo se mantiene, mejor quien menos confía en la fortuna. De quienes llegaron al poder por virtud propia y no por fortuna encontraremos que los más excelentes son Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo; no obtuvieron de la fortuna otra cosa que la oportunidad, que les dio la materia, y ellos fueron capaces de darles una forma, según su parecer; sin ese momento de oportunidad, la virtud de su ánimo se hubiera extinguido. No hubiesen podido implantar sus leyes y mantenerlas por largo tiempo si hubiesen estado desarmados.

Aquellos que parten de ser simples ciudadanos y llegan a príncipes con la única ayuda de la fortuna, adquieren el poder con un esfuerzo mínimo; pero deben trabajar para mantenerse en él; pero una vez instalados se les presentan grandes problemas. Esto sucede a quienes adquieren un estado por medio del dinero o por la voluntad de sus antiguos señores, como sucedió en Grecia, donde Darío concedió los principados a otros para que los manejaran a su nombre para el provecho y gloria suya. Estos monarcas nuevos no saben gobernar y su posición es muy vulnerable; carecen del mando porque siguen siendo ciudadanos comunes, no tienen el ingenio ni la virtud que es propia de los grandes hombres.

Dos maneras de llegar al poder: por virtud y por fortuna. Francesco Sforza dejó de ser un hombre común y se convierto en duque de Milán por los medios correctos y apoyado en su ggran virtud, por ello mantuvo con poco esfuerzo aquello que le costó mucho trabajo conseguir. Por otro lado César Borgia adquirió el estado gracias a la fortuna de su padre y con la misma ligereza lo perdió; a pesar de haber empeñado toda su voluntad y hacer lo que todo hombre prudente y virtuoso hubiera realizado para implantar sus raíces en aquellos estados que le fueron concedidos por armas y la fortuna de otros.

De los que obtienen el principado por medio de la maldad; estos métodos consisten en llegar al principado por medios criminales o nefandos; un ejemplo antiguo de esto es el siciliano Agatocles a partir de una ínfima. Él no llegó al principado por medio de influencias o favores ajenos, sino por astucia propia y exponiéndose a grandes peligros, y luego mantuvo su poder grandes a sus audaces y arriesgadas disposiciones. Pero no se podría llamar virtuoso a un hombre que asesina a sus conciudadanos, traiciona a sus amigos, no respeta la palabra empeñada, carece de piedad y religión.

Cuando un ciudadano común llega a ser príncipe de su patria por el favor de sus conciudadanos;

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