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El Valor De Educar


Enviado por   •  20 de Mayo de 2015  •  1.454 Palabras (6 Páginas)  •  136 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Dentro de los capítulos el autor hace saber que el compromiso que tiene el estado, las autoridades en la educación, instituciones educativas y principalmente el maestro, con relación a la disciplina, la enseñanza de la libertad, la universalización de la educación.

Enfatiza la idea de que debe de existir la universalización democrática de la educación, esto significa que debe haber educación para todos.

Propone un acercamiento a la naturaleza del proceso de educación en los seres humanos, su importancia en el desarrollo de la cultura y el papel fundamental que ha tenido en el devenir de la humanidad, haciendo fuerte hincapié en la esencia meramente humana que todo esto implica, y cómo la educación nos separa definitivamente de cualquier especie.

DESARROLLO

El hombre necesita de la educación para llegar a ser completamente humano, toca inmediata y certeramente uno de los puntos clave de la antropología: el estudio de la cultura. Ciertamente, a decir de los antropólogos, la cultura es la parte del mundo que construye el hombre (material o inmaterialmente), y que es transmisible gracias a la educación y el aprendizaje. Así pues, el concepto de “Neotenia” con el que comienza el primer capítulo, adquiere mucho sentido cuando lo complementa con la idea de que la enseñanza toma valor cultural cuando es impartida de persona a persona: esto es, que los conocimientos que adquirimos de los otros traen ya un antecedente histórico que se remonta al principio de los tiempos; en esto se basa el progreso de la humanidad y es también lo que nos diferencia de cualquier especie existente.

Otro punto a destacar es la conciencia que todo aquel que pretenda enseñar debe adquirir de la ignorancia ajena. Esto implica, a mi parecer, un alto grado de responsabilidad por parte de quienes se asuman capaces de emprender esta tarea de manera formal, puesto que, además de la experiencia necesaria para saberse capaces de compartirla, han de echarse a cuestas las carencias de conocimiento de los demás a fin de subsanarlas. Para el caso de la educación informal, en la que todos somos partícipes en algún momento, el compromiso está ya implícito y valiera la pena tomar conciencia plena de él.

Dado que la existencia de los seres humanos siempre está en función de su vida en la sociedad, la educación como valor intrínsecamente humano nos reviste de atributos irremplazables. Según menciona el autor de forma muy acertada, la creación de significados enriquece y da sentido a todo proceso de enseñanza: no sólo aprendemos cosas, sino lo que esas cosas significan; más aún: somos capaces de crear, a través de lo se aprende, nuevos significados para cosas ya existentes. Tal proceso es de incalculable valor y es la base misma de la riqueza cultural.

Cuando Savater habla de que “no se nace al mundo sino al tiempo” y liga tal reflexión a la enseñanza, es posible apreciar el proceso educativo como algo que trasciende al individuo, puesto que todo lo que transmitimos y nos es transmitido contiene una carga cultural que resulta de largos procesos históricos.

En lo que respecta al tiempo como legitimador del proceso educativo, el texto menciona también que dicho proceso requiere necesariamente de que quien enseña haya adquirido antes que el aprendiz el conocimiento a ser transmitido. Esto, aunque resulte obvio al principio, nos permite comprender la singular capacidad que tenemos todos para ser maestros en algún momento, capacidad que rompe cualquier barrera de edad o género.

Savater cierra este capítulo con la reflexión de que la enseñanza necesariamente debe inculcar y fortalecer modelos que fomenten el crecimiento de los individuos e incentiven los mejores valores para la sociedad en su conjunto, y que dicha sociedad necesita que la escuela se erija como una institución a través de la cual mejore día con día la colectividad.

“El Valor de Educar” toca un punto sensible al afirmar que la fortaleza de una persona se origina primordialmente en el miedo. El miedo a no ser amado, dice el autor, constituye una poderosa motivación para emprender nuestras acciones. Es ahí donde la familia juega un papel primordial en la formación del individuo, pero, contrario a lo que podría pensarse, se trata de un papel que recientemente obstaculiza el proceso de formación integral de las personas, pues actualmente nos enfrentamos a una dinámica social en la cual las familias ya no están cumpliendo las funciones socializadoras que habrán de complementarse con

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