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El estado de naturaleza de Hobbes en Macbeth de Shakespeare.


Enviado por   •  12 de Julio de 2016  •  Resúmenes  •  1.989 Palabras (8 Páginas)  •  507 Visitas

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El estado de naturaleza de Hobbes en Macbeth de Shakespeare.

El estado de naturaleza de Hobbes es realmente anárquico. Se caracteriza por la ausencia de un bien mayor, la igual vulnerabilidad de cada ser humano ante la muerte violenta y la libertad de perseguir los deseos de cada uno.

La condición existencial en Macbeth, es decir, la ausencia de una moral gobernante, la violencia omnipresente y el tiempo fracturado, como así también el número de participantes y sus posiblidades, refleja la caracterización de Hobbes del estado de naturaleza. La forma en que la obra de Shakespeare está compuesta, el ambiente en el que tiene lugar, el caos con el que se desarrolla y el circunscrito rango de actividades disponible a los personajes, todo ello ilustra de forma dramática el terror de la vida en estado de naturaleza.

La inexistencia de un bien mayor y la ambigüedad de lugares.

La primera semejanza entre el estado de naturaleza de Hobbes y el ambiente existencial de Macbeth es la ausencia de un principio de moralidad gobernante o ley natural. Nuestros sentidos, la imaginación y las pasiones nos dicen qué es bueno, y Hobbes asegura que los deseos del hombre son “en sí mismos no so  pecado… hasta que conocen una ley que los prohíbe” (Lev. Xiii, 10). También, “las nociones de bien y mal, justicia e injusticia, no tienen lugar. Donde no hay poder común, no hay ley” (Lev., xiii, 13). Asimismo, en el estado de naturaleza no hay propiedad, dominio, no se distingue entre mío y tuyo, solamente se ve lo que cada hombre pueda obtener y en cuanto tiempo pueda mantenerlo. (Lev., xiii, 13).

Este último punto está señalado al principio de la obra, cuando Macbeth obtiene el título del depuesto Thane de Cawdor y Duncan lo decreta: “Macbeth goce desde hoy lo que Cawdor perdió”. (I. iii. 70).

Dungey señala que el ambiente existencial de Macbeth está más allá del maniqueísmo, porque desde el comienzo la obra se encuentra en una condición en la que la moral ha sido suspendida. Para nosotros Macbeth hace el mal, pero en el contexto de la obra no hay una moral que señale lo que está bien y lo que está mal.

En el estado de naturaleza de Hobbes y en el ambiente existencial de Macbeth, el deseo del protagonista por el poder y su ambición no es ni bueno ni malo. Como dicen las brujas al principio de la obra, “el mal es bien y el bien es mal” (v.v.11) y eso es un signo de que no hay distinciones estables entre el bien y el mal. (Dungey 17)

Otra semejanza entre la obra de Shakespeare y el estado de naturaleza de Hobbes es la ambigüedad de lugar. El primer sentido de ambigüedad lo encontramos en que no se sabe el lugar en donde transcurre la obra. Se alude a Escocia, pero no a un lugar definido. Como en el estado de naturaleza, no hay una locación exacta en Macbeth. Similar a lo que Hobbes muestra en el estado de naturaleza, los individuos nunca saben realmente donde se encuentran. ¿Cómo podrían? Si no hay acuerdos estables de territorio y lugar. Hobbes, según Dungey, utiliza esta fragilidad espacial para recordarnos acerca de la fragilidad de la vida y la necesidad del contrato social.

Violencia, tiempo y muerte.

En el estado de naturaleza de Hobbes y en Macbeth, los individuos están expuestos a una violencia siempre acechante.

Esa violencia demuestra que todos los hombres son iguales ante la muerte, y esta llega, como Hobbes nos recuerda y como Duncan experimenta, a manos de nuestros semejantes.

Las observaciones de Hobbes acerca de la ubicuidad de la violencia y la igualdad de los hombres ante la muerte en el estado de naturaleza están omnipresentes en el universo de la obra. Esta arranca con una batalla sangrienta y se ve claramente marcada por el asesinato del rey Duncan. Una vez que Duncan muere, no hay vuelta atrás. La negociación, el compromiso y las promesas que podrían hacer posible la paz son imposibles. Para asegurar y proteger lo que ha ganado, Macbeth debe continuar matando.

Como asegura Hobbes, “en primer lugar, toda la humanidad tiene una inclinación general, un perpetuo e incansable deseo de poder, que únicamente cesa en la muerte” (Lev., xi, 2). Macbeth se percata de que, para asegurar el poder, debe hacerlo a través de las armas, y por eso todos se convierten en una víctima potencial de la necesidad de Macbeth de acumular poder. Luego de la muerte de Duncan, Macbeth ordena el asesinato de Banquo y de su hijo, Fleance; sin embargo, Fleance logra sobrevivir.

La conexión entre la nerviosa imaginación de Macbeth y la necesidad de seguir matando se demuestra en la segunda visita del nuevo rey a las brujas. Ellas lo alertan acerca de Macduff, y le aconsejan asesinar a su esposa y a sus hijos. Dicho y hecho.

Macbeth encarna lo dicho por Hobbes, “ningún humano puede acumular suficiente poder físico para trascender la inestabilidad y la vulnerabilidad del estado de naturaleza”. La igualdad de morir violentamente que nivela a todos los humanos se representa brutalmente mientras la obra avanza rápidamente hacia su final sangriento.

En el estado de naturaleza y en la obra de Shakespeare, la ubicuidad de la violencia y el miedo a morir gobiernan al personaje y hacen que el tiempo se haga breve y frágil. Para Hobbes, el movimiento crea y caracteriza al tiempo. Hay una conexión directa entre nuestra mente, los movimientos físicos y la forma de vivir el tiempo. Si los movimientos de la mente son temerosos y caóticos, esto determinará como se experimenta el tiempo. En el estado de naturaleza y en Macbeth, el tiempo es corto y malo. Hobbes describe al tiempo en el estado de naturaleza comparándolo con el mal clima y sugiere que lo que hace al mal tiempo no es uno o dos días de lluvia, sino que la inclinación a varios días de lluvia. Y no es accidental que adscriba la analogía del mal tiempo a la guerra, porque en la condición de guerra el tiempo no existe en la forma típica de horas, minutos y días; el tiempo es una tormenta de nerviosismo y ansiedad.

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