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Elías Díaz


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2014  •  1.968 Palabras (8 Páginas)  •  188 Visitas

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El término que con más acierto define la personalidad de Elías Díaz es, sin duda, el de demócrata. Tanto su producción intelectual, como su biografía personal, atestiguan que la lucha por la democracia ha sido en él una pasión arraigada y permanente. Y ello tanto contra las dictaduras de uno y otro signo, como contra el riesgo de un individualismo extremo, propenso a inmunizar excesivamente al individuo contra el poder de decisión de las mayorías. Y decimos la democracia más que el socialismo porque el socialismo, para Elías Díaz, es impensable sin la democracia. Más aún, el socialismo bien entendido resulta a la poste, idéntico con la democracia, siempre que ésta no sea vaciada de significado al hacerla coincidir con unos mínimos procedimientos formales de decisión sin los imprescindibles referentes económico-sociales.

Ha sido suya una pasión contra el franquismo. Él es uno de los que supieron defender con los mejores argumentos filosófico-jurídicos el Estado democrático en nuestro país en tiempos de la dictadura. Su libro “Estado de derecho y sociedad democrática (Madrid 1966) ha inspirado la teoría y la práctica de varias generaciones de españoles.

Comentario de los prólogos de las ediciones novena, octava y séptima.

Antes de pasar al análisis del contenido y aspectos principales de esta obra de Elías Díaz, debemos analizar brevemente los aspectos más destacados que presentan los diferentes prólogos llevados a cabo por este autor, nos centraremos de esta manera en el prólogo más reciente de 1998 a la novena edición, seguidamente el del año 1981 a la octava edición y por último el de 1978 a la séptima edición.

Prólogo a la novena edición (1998)

Elías Díaz comienza recalcando la idea central de su obra escrita por primera vez en 1966, es decir, el Estado de Derecho debe vincularse de modo necesario a la democracia, por lo que las exigencias éticas y políticas de la misma, deben trasladarse de modo coherente al marco jurídico, institucional y normativo del Estado de Derecho. A pesar de ser la novena edición, Elías Díaz mantiene prácticamente intocado el viejo texto original. El mundo, señala nuestro autor, ha cambiado significativamente desde aquellos años en los que salió a la luz su primera edición: indudablemente, el paso de la dictadura a la democracia, así como el hundimiento espectacular de los regímenes comunistas y los diversos problemas y obstáculos surgidos para el Welfare State en los sistemas democráticos, sobre todo desde la crisis económica de los setenta. Todos estos problemas se han agravado por la falsa salida impuesta por el neoliberalismo conservador, aunque también con renovadas esperanzas de la reciente recuperación de la socialdemocracia en la dirección de importantes gobiernos y en ámbitos culturales pluralistas y de progreso radicalmente opuestos del denominado “pensamiento único”.

El autor señala en este prólogo que el Estado de Derecho es el imperio de la ley, exigiendo por tanto la subordinación de todos los poderes del Estado y no estatales, sociales, económicos y demás, y de todos los ciudadanos por supuesto. El Estado de Derecho, señala Elías Díaz, no puede reducirse sin más, a cualquier imperio de la ley. Para ello, utiliza el ejemplo de las dictaduras modernas y los regímenes totalitarios, los cuales podrían alegar el imperio de la ley sirviéndose del miedo, del terror, de la mentira y de la falta de libertad para convertir sus leyes en decisiones y prioridades. Esto sería lo que las diferenciaría de manera radical con el Estado de Derecho en su concepción de “imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”. Por ello, podemos afirmar que si la ley, y en general, el ordenamiento jurídico, no poseen ese origen democrático, podrá existir imperio de la ley, pero nunca Estado de Derecho, pues en la raíz del mismo está precisamente el valor de la libertad personal, de la autonomía moral y de todo aquello que lo hace más real y universal.

En línea con lo expuesto anteriormente, Elías Díaz afirma que todo Estado de Derecho es Estado constitucional, legislativo y hasta judicial de Derecho, y en él, claro está, la Constitución es la norma fundamental, encontrando en la norma legal su primera y principal interpretación, concreción y realización. Imprescindible resulta en este contexto, la crítica y autocrítica para la siempre abierta revisión y transformación de tal Derecho positivo y la necesaria reforma de las instituciones jurídico-políticas de la democracia participativa y representativa.

Los derechos fundamentales son la razón de ser del Estado de Derecho, su finalidad principal, el objetivo y el criterio que da sentido a los mecanismos jurídicos y políticos que componen aquel. Esta exigencia de protección de los derechos fundamentales comienza especialmente con la protección de los mismos para ciertos sectores sociales más poderosos, sin embargo, tanto la mínima coherencia interna de éstas como las luchas y presiones externas deben conducir a la universalización de estos derechos fundamentales.

Elías Díaz, como hemos dicho al inicio de esta exposición, habla de socialismo democrático, es decir, de socialdemocracia, y desde ahí propugna un muy consecuente Estado democrático de Derecho. Aunque este autor pretende que sus argumentaciones sean de carácter general, incluso de utopía, sin reducirse a ningún régimen o país alguno, a nuestro autor le resulta imposible no dirigirse a los años del franquismo anteriores a 1966 en para que el contenido de su obra se entienda mejor. Aquí se encuentra la motivación originaria de esta obra, pues la intención del autor no es otra que clarificar al máximo el concepto, los caracteres y las exigencias del Estado de Derecho para establecer un contraste negativo con un dominante “no Estado de Derecho” que sin libertades y por medio de la confusión y la manipulación ideológica, pretendía presentarse y legitimarse como tal.

Finalmente en el final de este prólogo nuestro autor condena “la mala razón de Estado” y el “terrorismo de Estado” (Gal y demás), mencionando a una persona que siempre luchó contra estos aspectos, Francisco Tomás y Valiente.

Todos estos aspectos y cuestiones que acabamos de analizar, dice Elías Díaz, son cuestiones sobre los que hay que volver una y otra vez, sin llegar nunca a un perfecto

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