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Ensayo Del Dolor


Enviado por   •  9 de Octubre de 2011  •  1.797 Palabras (8 Páginas)  •  1.682 Visitas

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Para vencer a un enemigo lo primero es conocerlo. El dolor no es un enemigo sino que deberíamos hablar de dolores, en función de su morfología. Hace poco leí un resumen de una conferencia de un superviviente del famoso accidente aéreo de los Andes; resumía: no existe éxito sin dolor. Sin embargo, existe, en una primera clasificación el dolor físico y el dolor emocional. El ser humano atiende en ambos casos a su propia experiencia y no puede recurrir a mediciones directas: cada uno siente el dolor de distinta forma.

El dolor emocional puede provenir, sin entrar en matices, o su conjunción con otros sentimientos o patologías, de una pérdida -muerte, desamor...- o de un sentimiento existencial -duele la vida, duele el dolor ajeno-; en este sentido el dolor sería estrictamente el antónimo de la felicidad, entendida ésta como el estado normal de la vida, o sinónimo de infelicidad.

El dolor físico, en cambio, responde a un proceso neurológico. Un tenista después de una partida de 5 horas puede sentir el dolor muscular del cansancio, así como el de alguna llaga o herida -amén del dolor de la pérdida, si no hubiese ganado-; el primer dolor dependerá de su capacidad de resistencia y de recuperación, el segundo de la profundidad de la herida o llaga. No son mesurables pero nos son familiares. De hecho, tanto estos como los emocionales de pérdida dependen de haber pasado por una experiencia similar: quién no ha sufrido el dolor de un desengaño amoroso o de una muerte, quién no ha tenido un corte o un golpe, quién no ha sentido dolor muscular por un esfuerzo prolongado? El dolor no imaginable es el que no se experimenta si no es en casos excepcionales.

El dolor existencial, que bien puede ser consecuencia de una depresión o de un estado innato del ser, no es común y dependerá de cada persona que lo sufra su grado y profundidad: ¿cómo se transmite esa congoja, como se mide?

Luego está el dolor agudo, la hiperalgia, proveniente de una patología más o menos grave. La fibromialgia produce dolores en todo el cuerpo y a los que lo padecen pocos lo creen ni disponen de tratamiento farmacológico; con el dolor del que sufre un proceso oncológico en fase terminal ocurre algo similar; los procesos que dependen del sistema nervioso pueden a veces ser atajados por la cirugía pero antes de ella y después en algunos casos no existe apenas alivio; el dolor de unas quemaduras de tercer grado debe ser inexplicable.

Dos ejemplos que pueden resultar cercanos. Un dolor de la muela del juicio nos tiene dos o tres días sin dormir y no sabemos donde meternos. Un dolor de lumbago nos deja postrados cuatro o cinco días sin dormir y en un sinvivir. En ese momento pensamos que no puede haber nada peor, que no soportaríamos más dolor. Pero el ser humano lo soporta todo o casi todo. Multipliquemos por diez ese dolor y seguiremos vivos.

No nos moriremos de dolor, aunque ya no vivamos como el resto de los sanos. Es más, el 'pequeño' dolor de muelas, aun acompañándonos todos los días, en esas situaciones de dolor crónico y agudo, serían como una simple molestia. El problema surge cuando llega el otro dolor, el que te impide vivir y pensar. Ese dolor que va contra la filosofía de este mundo, porque en el fondo seguimos, a pesar de todo lo que pensamos que somos de inteligentes y evolucionados, rigiéndonos por los patrones genéticos de supervivencia, el mismo instinto que margina de la manada al león herido hasta su muerte. De repente, el mundo desaparece: nos encontramos con un dolor insoportable y con nadie o casi nadie que lo comprenda y con el mencionado vacío social. Si es por una enfermedad irreversible el dolor aumentará hasta que nos muramos y al cabo, liberados, diremos: así no sufrirá más; y nosotros, también liberados, pensaremos: así no sufriré más y no seré mayor molestia. Si se trata de un dolor crónico pero consecuencia de una enfermedad no mortal, en este mundo en el que están prohibidos el suicidio y la eutanasia, todo comienza a empeorar.

Nos convertimos en un lastre, nuestro cerebro no entiende el dolor ni la soledad ni la incomprensión, queremos ser independientes pero no podemos, queremos huir pero no podemos ni nos atrevemos... El dolor crónico, y esta aparente divagación tiene su significado, conlleva también o agrupa, el resto de los dolores. El dolor crónico es una guerra contra la humanidad -y no contra los humanos, ni el mundo ni la vida o la muerte-, contra el primitivo instinto de la manada. El delito de la vida: marginamos a los lisiados, a los locos, a los minusválidos, a los extranjeros, a los mendigos, tenemos miedo de lo diferente, de lo que nos incómoda, de lo que nos recuerda que podemos acabar igual, de que no estamos libres del infortunio y de que no somos eternos.

Pero, qué es el dolor crónico, como se explica? Decíamos diez veces más que un simple dolor de muelas o un lumbago y decíamos las 24 horas del día, todos los días del año. Si sólo un mes lo sufriéramos todos -a pesar de que luego olvidamos muy rápido-, lo entenderíamos. El dolor crónico, por otra parte, te priva de una vida normal: el trabajo se pierde, la vida social se pierde, la

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