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Ensayo Sobre Autoestima


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  2.063 Palabras (9 Páginas)  •  523 Visitas

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¡Conozcámonos un poco ¡

(Ensayo sobre autoestima)

Ferriz Salinas Ma. Teresa

Grupo: 1104

Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía

16 de diciembre de 1997

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INTRODUCCIÓN.

¡Qué difícil es escoger un tema para escribir! Estamos acostumbrados o mejor dicho mal acostumbrados a que nos den todo digerido o medio masticado. ¡Que flojera pensar en algo interesante que además debe reunir ciertas características!

Es curioso, pero en el lapso de una semana, cambie de opinión siete veces (una por día), sobre el tema que iba a desarrollar. Todos me parecían interesantes, todos me iban a aportar algo, sin embargo, quería como la mayoría de los estudiantes, matar dos pájaros con la misma pedrada. Quería que éste trabajo sirviera (debo ser honesta), para dos materias a la vez. Una vez decidí aceptar el consejo de una profesora que me dijo que mejor cerrara la boca y me dedicara a escribir. Creo que funcionó, porque de ahí saque mi tema.

Brinque la primera barrera (pensar un tema), la siguiente es darle un enfoque epistemológico. No estoy muy segura de que me haya quedado muy claro este asunto de la epistemología, y a riesgo de desilusionar a la maestra, se trata de hacer un ensayo epistemológico a partir de mis observaciones personales sobre todo lo que ha sucedido en el grupo durante estos meses de clases. La tirada es hacer un ensayo sobre autoestima, algo que nos deberían de meter hasta la médula desde que llegamos a este mundo y que sin embrago, casi todos adolecemos de ello.

El objetivo de este trabajo, es analizar un poco, desde el punto de vista más imparcial del que se pueda hacer acopio y con toda la honradez que me sea posible, cómo nos comportamos los estudiantes en un día normal de clases y cómo reaccionamos ante determinadas situaciones, obviamente con la finalidad de encontrar una mejora a nuestras vidas; por ello, y aún cuando este 1104 tiene muchos aspectos positivos, solamente me enfocaré a la parte negativa.

¿Qué fue lo que me hizo decidir a escribir sobre algo tan complejo? Quizá el estar de repente rodeada de tantos jóvenes que de una u otra manera me han permitido vivir muy de cerca sus problemas e inquietudes; o posiblemente la necesidad de hacer un examen de conciencia, al que me han empujado dos profesores de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA). Pero por el motivo que sea, quiero compartir con quien lea estas líneas, lo mucho o poco que me han iluminado algunos escritores sobre el tema. Y aún cuando no lo lea nadie, me ha servido para reflexionar sobre mi persona, la cual requiere y seguramente requerirá toda la vida, muchas pulidas.

CONOZCÁMONOS UN POCO

Analizaré un día de clases cualquiera. Cuatro o cinco alumnos cuando mucho, llegan antes que el profesor de la primera clase. El resto de los compañeros vamos llegando en el transcurso de la misma, no tenemos ningún empacho en interrumpirla con nuestros escándalos (nos tropezamos con el bote de la basura, arrastramos la silla, etc.), la mitad de los que estaban adentro se distraen con el recién llegado y pierden el hilo de la clase.

¡Bendita educación! ¿Dónde esta el respeto al profesor? ¿Dónde el que debemos a nuestros compañeros? ¿Dónde el que nos debemos a nosotros mismos?

Continúa la mañana. Si el profesor hace un dictado, nuestro mundo se limita a estar preguntando una y otra vez “¿Qué dijo?” una interrupción tras otra ¿acaso no tenemos capacidad de retención? O quizá nos importa tan poco lo que se dice, que otorgamos nuestra atención a medias y por eso no escuchamos bien; posiblemente porque la voz del profesor se mezcla con los cuchicheos de los compañeros y ya no alcanzamos a oír.

No hay que olvidar cuando nuestros “queridos cuates” de otros grupos van a tocar a media clase para pedir que alguien salga, nos sentimos realizados de ser tan populares, ¡no pueden esperar que termine la clase!

No falta quien esté mascando un chicle por ahí y en el colmo de la aberración truene una bomba, situación que obviamente es festejada por todos, e interrumpiéndose desde luego la clase.

O porque no, llevar el desayuno al salón y devorarlo cuando más aburridos nos sentimos. Pero eso sí, no nos pregunte nada el profesor, porque o nos agarra con la boca llena, o no sabemos ni de que esta hablando, porque nos distrajimos eliminando la semilla de la fruta o acomodándole el chile al emparedado.

Si alguien pasa a exponer, debemos reconocer que las exposiciones son malísimas, porque no nos tomamos la molestia de prepararlas. Quien expone, se limita a leer sobre su tema, con la voz más monótona de la que somos capaces de emitir, de unas hojas fotocopiadas y subrayadas porque ni siguiera fuimos capaces de hacer un resumen. Y ¿qué es lo que sucede? Que el profesor es el único que esta prestando atención, porque lo que es los compañeros, algunos dormitamos, otros hacemos las tareas de otras clases y unos más hacemos como que escuchamos, cuando realmente estamos pensando en la inmortalidad del cangrejo; finalmente, otros más salen y entran del salón como si no hubiera nadie. La verdad es que nos importa un soberano cacahuate lo que está diciendo el de enfrente.

Y claro que cuando preguntan si hay dudas, no las hay. ¡Cómo la va a haber si sólo estábamos de cuerpo presente calentando el asiento?

Algo similar sucede cuando los maestros hablan; como no nos tomamos la molestia de darle siquiera una leída al tema por tratar, se nos dificulta seguir el hilo de lo que están diciendo y nos perdemos fácilmente en la inmensidad de nuestras ensoñaciones. Y que ni esperen que participemos ¿Con qué elementos? También nos hemos convertido con el paso de los años en expertos dibujantes de cuaderno, claro, mientras habla el profesor. Es una costumbre muy arraigada que traemos desde la infancia. ¿Por qué no mejor aprender a tomar notas? ¿Nos gusta que nos traten así cuando nosotros hablamos? Yo creo que no, pero necesitamos mucha disciplina y decencia para aprender a escuchar.

Cuando hay que mover sillas para alguna clase, al terminar la misma, si no tenemos nada más que hacer en la escuela, así se queda el mobiliario. Que importa quien lo tenga que arreglar después,

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