Ensayo Sobre Olores

Ensayo final: Los Olores de Mi Vida

A lo largo de nuestra vida percibimos ciertos olores, los que nos invaden sin que nosotros podamos protegernos de ellos, pues percibirlos no es trabajo de nuestra voluntad, sino de nuestro cuerpo. ¿Pero pueden estos olores causar que recordemos, que denominemos lo malo o lo bueno, que despreciemos o apreciemos al otro, o que seamos considerados civilizados o salvajes?

Haciendo un recorrido por Cali, percibí olores que iguales o completamente diferentes a los de mis compañeros, evocaron recuerdos más que cualquier otra cosa como: una percepción moral del olor, gusto o disgusto, aprendizaje, etc. Desde mi perspectiva aprendemos a distinguir y a nombrar olores que no se pueden imaginar, pero que de acuerdo al contexto en el que los olamos, pueden evocar sensaciones, aprendizajes, gustos o disgustos para que señalemos lo malo desde lo hediondo, o lo bueno desde un aroma agradable. Pero de todas formas todo esto queda en un momento determinado, que después viene a ser una memoria que queda en nuestra mente para ser revivida por el mismo olor que la hizo nacer.

En primera instancia quiero describir los olores que alcance a distinguir del barrio San Antonio. No obstante mi capacidad del olfato está, al parecer, por debajo de lo normal ya que solo distingo olores de comidas, pues no tuve un entrenamiento para distinguir otros olores y en el lugar donde me crié (Barrio Abajo - Barranquilla, Colombia), lo único que importaba era la comida. Estando en la iglesia de San Antonio percibí olores como de algo mojado mejor dicho de piedras mojadas, y también percibí lo que podría decirse un olor a vegetación que podía percibirlo por la brisa que golpeaba las hojas y como estaban mojadas su olor llegaba hasta mi (para mi olor a vegetación es una combinación de los diferentes olores de las plantas). Pero siguiendo el recorrido por el barrio San Antonio pude oler cosas que a mi parecer son más importantes, pues hay olores que no marcan trascendencia porque hacen parte del diario vivir, y el diario vivir es costumbre y a las costumbres propias no les doy importancia porque son parte natural de mí no me causa extrañeza; oler cosas como: pan recién hecho, heces fecales (esto lo tome como hediondez), y el olor que más percibía era a piedras mojadas, pues había llovido y las casas pues son de fachada mineral, es decir, de cemento o piedra.

Siguiendo el recorrido por el barrio San Antonio, seguí oliendo como me lo requería esta interesante actividad y pude oler cosas como: café, pan, panela y cosas como estas me hicieron recordar mi barrio pues este está rodeado de panaderías, había una fábrica de café, también habían tiendas, y una ferretería, diferentes sitios que le daban cierto aroma especial y similar al del lugar donde me crié.

Los olores del maní, arepa y varias cosas a la venta en el puente, me recordaron a Barranquilla y los “paseos” que hacía con mi mamá al supermercado. Ella no tenía tantos recursos como ahora y ya que yo vivía en un barrio de muchos recursos mis paseos eran al supermercado y pasando por las afueras de él percibía olores similares a los que habían en ese puente.

Continué caminando, me solicitaron entrar unas casas y percibí buenos aromas que eran una combinación de la vegetación que había en estas casas, los olores de los cuartos bien aseados, las sabanas, las cortinas, en una de ellas olí

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