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Epidemia De Colera

mirella15156 de Julio de 2011

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Se sugiere que la sintomatología del amor es muy parecida a la del cólera. El cólera es una infección intestinal causada por el Vibrio cholerae toxigénico grupo O-1 o grupo O-139. Dicha bacteria ingresa al organismo con el agua o los alimentos, en especial los mariscos crudos, contaminados con materia fecal de personas infectadas. Si consigue atravesar la acidez del estómago (primera gran barrera), coloniza el intestino delgado y comienza a producir una toxina que estimula la secreción intestinal, desencadenando una gran pérdida de líquidos con alto contenido de bilis, ideal para el crecimiento del Vibrio cholerae. Este microorganismo no coloniza otro tejido u órgano del organismo que no sea el intestino, desde donde estimula la eliminación de agua y sales, que proliferaba debido a las condiciones sanitarias tan deplorables al comienzo del siglo XX. En Colombia dejó muchos muertos. Sabemos que en 1849 se desató una epidemia de cólera en el país, que en tres meses dejó más de 20.000 muertos entre la costa atlántica y el valle del río Magdalena. La epidemia ascendió hasta la capital de la república, contradiciendo la opinión de los médicos de la época. No obstante el señor Camacho Roldán, en sus Memorias habla de por lo menos 150 muertos en Bogotá como consecuencia de esta enfermedad. Está catalogada como una enfermedad infecciosa de origen bacteriano, exactamente por bacilos gramnegativos. El cólera se transmite por ingestión de agua, pescado y otros alimentos contaminados por los excrementos de personas con infección sintomática o asintomática. En las áreas endémicas, los brotes suelen aparecer durante los meses calurosos y la incidencia es más elevada en los niños; en las zonas sin endemia previa, las epidemias pueden aparecer en cualquier época del año y afectan por igual a individuos de todas las edades. Sea este el momento de recordar que la sintomatología del cólera puede ser muy semejante al de una gastroenteritis. El cólera en el siglo XIX, fue una enfermedad tan tenebrosa como la misma viruela, para los colombianos. El cólera en el siglo XIX y principios del siglo XX era altamente letal, matando entre 30 y 50% de las personas afectadas. Sin embargo, la epidemia en América Latina en los años noventa era rural y mucho menos letal, matando a menos del 2% de los afectados. También muestra una tendencia a tornarse endémico, o quedarse en esos países, según dijo el Dr. Marlo Libel, asesor del programa de Enfermedades Transmisibles de la OPS.

"Las situaciones de desastres naturales y de desastres producidos por el hombre que dan lugar al hacinamiento, la escasez del agua potable, la eliminación inapropiada de los desechos humanos y la contaminación de los alimentos durante o después de la preparación, son factores de riesgo de la propagación de la enfermedad". Dado que el conocimiento de las causas y las vías de transmisión de la enfermedad juegan un papel esencial en la prevención, la OPS lanzó una abarcadora campaña de divulgación, parte de la cual fue un documento informativo sobre las normas a seguir para combatir y evitar el cólera en situaciones de desastre, pero que son útiles también como conocimiento general.

El regreso del cólera a las Américas en 1991 marcó el inicio de la primera epidemia de esta enfermedad en el siglo XX, con un saldo de casi 400,000 casos y 4,093 muertes en el primer año, dando el disparo de alerta en cuanto a la vigilancia para el control de esta pandemia que azotó incansablemente a la humanidad durante siglos. Como respuesta, la Organización Panamericana de la Salud, OPS, desvió recursos humanos, técnicos y financieros para la lucha contra el cólera, sobre todo, al tomar en consideración que las situaciones de desastre como huracanes, terremotos o inundaciones son ideales para la propagación de la enfermedad por el inminente deterioro de las condiciones higiénicas y preventivas. Estos esfuerzos resultaron en una curva descendente: a fines del año 2000, las cifras de casos y muertes de cólera se redujeron a 2,703 de casos y 40 muertes, en toda la región. En enero de 1991 el Vibrio cholerae 01 entró a un pueblo de la costa de Perú, encabezando la llegada de la séptima pandemia de cólera a América Latina. Para el 2000 la epidemia llegó a 21 de los 35 países de la Región de las Américas. Canadá, Uruguay y el Caribe siguen estando libres de la enfermedad. Además, durante 1999 Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Guyana Francesa, Guyana, Paraguay, Panamá y Suriname no reportaron casos. Uno de los problemas comunes estriba en el diagnóstico correcto de la enfermedad, en especial cuando se ha desatado una epidemia. Los pasos principales ante la sospecha de un caso de cólera son: evaluar si existe deshidratación, rehidratar con soluciones de sal de rehidratación oral, observar al paciente, reemplazar la cantidad de líquido perdido, administrar antibióticos orales solamente a los pacientes con deshidratación grave y alimentar al paciente. El tratamiento del cólera no requiere necesariamente un sistema de salud extremadamente sofisticado. "El líquido y la terapia sencilla de reemplazo de electrolitos producen notables resultados en la mayoría de los casos. Los casos graves pueden necesitar antibióticos (doxiciclina o la tetraciclina para los adultos; trimetoprim-sulfametoxazol, para los niños). Estas intervenciones pueden aplicarse al nivel primario". Contrario a lo que podría sugerir el sentido común, la O P S insiste en que no deben usarse vacunas en la lucha contra esta enfermedad. "La vacuna tradicional contra el cólera (basada en células enteras muertas) posee una eficacia baja y una reactogenicidad alta por lo cual no se recomienda para el control de epidemias. Se pudieran tener en consideración las vacunas orales nuevas, pero entonces ocurre una disminución en las medidas de protección por un sentido falso de la seguridad. Los recursos deben dirigirse a los métodos de control más útiles”. Lo contagioso de la enfermedad despertó inquietud internacionalmente con respecto a los viajes y al turismo hacia y desde las áreas afectadas por el cólera en América Latina, sin embargo, "las personas que siguen los itinerarios turísticos usuales y que observan las recomendaciones de inocuidad de los alimentos, prácticamente no tienen ningún riesgo cuando visitan países que han reportado casos de cólera". De hecho, no se recomiendan restricciones de los viajes y de comercio entre países o entre diferentes zonas dentro de un país, pues estos no previenen la propagación del cólera. Además de ser ineficaces, las restricciones de los viajes y del comercio promueven la supresión de información en lo referente a los brotes del cólera. La OMS modificó el Reglamento Sanitario Internacional en 1973 para que no fuera un requisito para los viajeros poseer el certificado de vacunación contra el cólera. La O P S, que también funciona como la Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud, fue establecida oficialmente en 1902 y es la organización de salud más antigua del mundo, trabaja con todos los países de las Américas para mejorar la salud y elevar los estándares de vida.

El amor en los tiempos del cólera

La historia transcurre en el pueblo caribeño de La Manga, el cual vive sumido continuas guerras civiles y la amenaza constante del cólera. Fermina Daza; de ojos almendrados, con pelo largo color miel y siempre peinada con una sola trenza. En su juventud vivió un inocente romance. Le gustaban mucho los animales y las flores. Tenía el don de reconocer el olor de cada persona en cualquier lugar. Tenía un carácter vivo, siempre toda una dama, junto a su padre, Lorenzo Daza, y su tía, Escolástica, se mudaron desde San Juan de la Ciénaga a La Manga en busca de un futuro más alentador. Una vez allí, aparece Florentino Ariza; usaba lentes porque padecía miopía y estreñimiento crónico, y su vestimenta era muy sombría y lo hacía parecer más viejo de lo que era. También le encantaba escribir, y leer poemas de amor, estaba locamente enamorado de Fermina Daza, hasta le prometió su fidelidad cuando era joven; también había prometido mantenerse virgen para Fermina Daza, pero no lo logró: en el buque donde iba lo sedujeron; el intentó averiguar el nombre de la mujer, pero sólo consiguió averiguar un nombre: Rosalba; al regresar a casa, se entera de que Fermina no volvería después de un año o más, se pone muy mal, pero su mamá (Tránsito Ariza) recibió a una vecina que había perdido la casa y ella le pedía ayuda para tener una cama para dormir, ya fuese en cualquier lado; la mamá acepta, pero le dice que en su pieza no queda espacio, le ofrece la pieza de Florentino; en el pueblo conocían a la señora como La Viuda de Nazaret, y de ella trata de enamorarse Florentino para poder olvidar a Fermina. A la cual comienza a asediar con extensas cartas de amor a las que, más tarde, Fermina corresponde. Pero, un día, Lorenzo Ariza es avisado del carteo y decide irse a pasar una temporada lejos de La Manga, puesto que él quería otro tipo de marido para su hija. Así pues, marcharon a San Juan de la Ciénaga donde Fermina,en acuerdo con su prima Hildebranda Sánchez, sigue manteniendo correspondencia con Florentino. Con el tiempo, la familia Daza vuelve a La Manga. Un día en el que Fermina va al mercado, se encuentra con Florentino, dándose cuenta, al instante, de que no está enamorada de él, y así se lo comunica. Florentino queda destrozado, pero se jura a sí mismo que tarde o temprano conseguirá el amor de Fermina. El tiempo transcurre, y un buen día en el que Fermina cae enferma, acude a hacerle una visita el médico del pueblo, Juvenal Urbino; médico que se encargó de

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