Era Del Lenguaje
porchis5 de Marzo de 2013
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Lo primero que nos encontramos como elemento de la realidad humana, del que tal vez podría ocuparse la ética, es una forma específica de lenguaje, expresado en términos de “deber” ser, “deber” hacer; de “bueno” o “malo”; de “conveniente” o “inconveniente”, etc. Toda esa manera de hablar, que llena una parte considerable de nuestra vida cotidiana, la denominamos lenguaje moral. Es algo específico, con características peculiares, y va a ser objeto de consideración de la ética o filosofía moral. De hecho una cuestión obligada, e incluso de una importancia primordial, en la actual problemática ética es la que se refiere al lenguaje moral. Hasta el punto de que, durante cierto tiempo, se generalizo en algunos ambientes la idea de que, en el análisis del lenguaje moral se agota el quehacer de la ética, al menos de la ética que quiera presentarse como “científica”. Parece que hoy, incluso en estos ambientes, esta forma simplista de ver va siendo abandonada, al reconocerse que semejante modo de limitar el contenido y cometido de la ética la lleva a agotarse en una estéril vuelta a la noria de un pozo seco. Por eso, se tiende a ver en el análisis del lenguaje moral, en cuento primer dato o “hecho” moral, un momento inicial o, si se quiere, un primer objeto, en la búsqueda de una realidad moral plena, y en la consiguiente formulación de una disciplina ética que cubra la totalidad de sus contenidos. Desde ese punto de vista, el análisis del lenguaje moral puede aparecer como un adecuado método ético, y creo que podremos dejar un claro qué va a ser decisivo en orden a determinar si la filosofía moral tiene que quedar reducida a simple meta ética o más bien puede desarrollarse en una ética en sentido pleno. En cualquiera de los casos, lo que parece evidente es que, al tratar de elaborar una disciplina ética, lo primero de que hay que ocuparse es del lenguaje moral, bien sea para concluir que él es el objeto único en el que tiene que quedar clausurada y limitada la filosofía moral, o bien que se vislumbre la posibilidad o tal vez necesidad de pasar desde el a una realidad subyacente, a un hecho moral especifico, que sería de algún modo asequible
En el segundo supuesto, el lenguaje moral aparecerá como un objeto de la consideración ética, pero no como el único posible. Habrá que intentar ir más allá del lenguaje, hasta el problema ético fundamental, a través precisamente de este camino de acceso a él, que puede proporcionar el análisis del lenguaje moral constituirá, en el sentido riguroso, en el método en profundidad de la disciplina ética. Por descontado que el hecho de asignarle un enlace metodológico al análisis del lenguaje moral no significa, por ello, que se estime la importancia secundaria este planteamiento de la ética. Todo lo contrario: adquiere de ese modo todo su enlace condicionante del desarrollo, de las posibilidades y de los límites del prestación de elaborar ese saber especial que denominamos ética o filosofía moral. No es casual, ni mucho menos, que una de las corrientes de pensamiento más poderosas en los últimos tiempos, haya enfocado el problema ético desde este ángulo del análisis del lenguaje.
El punto de partida de los desarrollos que iban a tener lugar en torno al análisis del lenguaje moral, hay que encuadrarlo en el contexto más amplio de lo que, con el tiempo, se llamaría la “FILOSOFIA ANALITICA”, y tendría una doble vinculación. Por un lado, y de forma inmediata, estarían conectados con el idealismo de Bradley, contra el que iba a significar una reacción la filosofía analítica. Por otra parte, de manera más mediata, pero no menos determinante, se asentaran en el terreno común del empirismo ingles, tal como quedo formulado por D. Hume. De este doble enraizamiento recibe todo su vigor la línea de pensamiento que vamos a seguir.
En primer término, para delimitar el contexto
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