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Etica Civica

zergio20006 de Mayo de 2013

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2.2 La ética cívica es laica, pero no laicista

Conforme a lo expuesto, el núcleo de valores compartidos que configuran la

ética cívica puede ser considerado como el precipitado ético en el que coinciden

diversas éticas comprensivas que aceptan convivir pacíficamente, a pesar de su

rivalidad, en una misma sociedad pluralista. Por tanto, una característica que

corresponde a ese núcleo de valores es el respeto a las diversas creencias, tanto

religiosas como agnósticas y ateas, siempre que tales creencias se expresen

pacíficamente en el marco de libertades de la propia ética cívica. Ahora bien, eso

implica que la propia ética cívica no debe ser considerada una ética creyente, pero

tampoco contraria a la religión. La ética cívica es una ética laica, puesto que no

favorece a ningún credo metafísico –creyente o no creyente- en particular. Pero no

es una ética laicista, esto es, no aboga por la eliminación de las religiones, no es en

absoluto contraria a la libre y pública expresión de las creencias religiosas. Sólo es Emilio MARTÍNEZ NAVARRO: La ética cívica como núcleo de la educación moral 15

contraria a la imposición de cualesquiera creencias –religiosas o filosóficas- y a su

difusión por medios ilícitos, manipuladores y sectarios.

La ética cívica no lleva consigo una total privatización de las creencias

religiosas o filosóficas de las personas y grupos que conforman la sociedad

pluralista. De hecho, la libertad de culto y la libertad de expresión forman parte del

núcleo central de la propia ética cívica, de modo que cualquier persona o grupo

puede difundir libremente su credo y tratar de atraer a las demás personas a que lo

compartan. Pero el marco de ética cívica compartida exige que las instituciones

sociales compartidas, como el Estado, la Escuela o los Tribunales de Justicia, sean

instituciones no confesionales. Eso no significa que sean laicistas, es decir, hostiles

a la religión. Significa, sencillamente, que tales instituciones se comprometen a

operar con criterios que resultan razonablemente aceptables para toda la población,

con independencia de las creencias concretas que tenga cada grupo social

particular.

2.3 Ética profesional y ética cívica

La ética cívica compartida es, como se ha dicho, una ética incompleta pero

necesaria para la gestión del pluralismo en las sociedades modernas. El

compromiso común en torno a los valores básicos de convivencia pacífica se

manifiesta en que todos los grupos ideológicos presentes en la sociedad se toman

en serio dichos valores. En consecuencia, también desde las diversas profesiones,

como instituciones sociales que prestan sus respectivos servicios a la sociedad, se

han de tomar en serio los valores de la ética cívica. El ejercicio de una profesión es

un compromiso con el público en general, y no con un grupo ideológico en particular.

Un profesional de la enseñanza, o de la medicina, o de la judicatura, etc., puede

pertenecer a uno de los diversos grupos sociales que tienen como propia una ética

comprensiva determinada, pero eso no le autoriza a ejercer la profesión como si

todos los beneficiarios de la misma –alumnos, pacientes, procesados, etc.- fuesen

también miembros del mismo grupo ideológico.

En una sociedad plural, las profesiones han de ser ejercidas con cierta

imparcialidad ideológica, ateniéndose al marco general de valores expresados por la

ética cívica compartida. Porque, de lo contrario, el ejercicio de la profesión se

convertiría en un mecanismo de proselitismo

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