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Etica Juridica


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2014  •  6.042 Palabras (25 Páginas)  •  144 Visitas

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Etica jurica:

Unidad 2:

Principio de la autodeterminación moral.

La Autodeterminación es un derecho ingénito que se sustenta en el Libre Albedrío que Eón -Lo Dios- concedió a todos los seres creados.

Autor: Shikry Gama Fecha: Pucallpa, 21/09/1988 1.-La magnánima Omnisapiencia de Eón de Inteligencia Eterna predeterminó que todos los seres humanos fuésemos imagen y semejanza de esa esencia de Su Inteligencia y que fuésemos también libres, con la potestad de obrar y no obrar, según nuestro libre albedrío. Asumiendo la responsabilidad de todo lo que hiciéramos. Obligándonos a responder por sí mismos ante las leyes humanas y ante las divinas, con la misión de realizarnos en el conocimiento, en el amor y en el servicio a Eón personificado en cada ser viviente, como una ofrenda de filialidad al Dios Padre de nuestras creencias. 2.-Este albedrío fue la chispa volitiva que impelió a la inobediencia del imperio de los bajos instintos que aprisionaba a los seres humanos a la condición irracional de las demás especies. Esta potestad de obrar por autodeterminación, ejerciendo el derecho ingénito concedido por Eón -a través del libre albedrío- hizo a los humanos responsables de su destino, de su historia y de las consecuencias de sus vidas, diferenciándolos del destino de las demás especies irracionales. 2.1.-Ese derecho de determinar lo que cada cual deseaba y buscaba en su vida fue incomprensiblemente interpretada como la “desobediencia del paraíso terrenal”. Si admitimos que: “sin la voluntad de Eón –Dios Padre- nada podría suceder”, tenemos que concluir en que la desobediencia de Adán y de Eva fue predeterminada por Su Omnipotencia y Su Omnisapiencia. 2.2.-Los hechos de la historia demuestran que la inobediencia y la rebeldía, como todas las actitudes, fueron impregnadas en el alma de los humanos por la voluntad de Eón, para dotar al hombre y a la mujer de los conocimientos necesarios para que, en uso de su libre albedrío, transformara su destino apartándose de la irracionalidad de las especies inferiores y no, como nos han hecho creer, que Dios expulsó del paraíso a sus primeras creaciones humanas, porque desobedecieron la prohibición de que se alimentaran del árbol del conocimiento. 3.-El árbol, en el sentido más amplio, representó la vida del cosmos, su nacimiento, crecimiento, proliferación, generación y regeneración en la inagotable e inmortal transformación de todas las formas vivientes. El árbol simbolizó la relación de la vida terrenal con el cielo. En el cristianismo se le ha reconocido la significación esencial de ser el eje entre los dos mundos: el material y el espiritual. 3.1.-El “árbol del conocimiento” significó desde el pasado que el conocimiento era la única alternativa que los humanos teníamos para liberarnos del imperio de la ignorancia, de los instintos y de los sufrimientos. Una libertad que nos hacía responsables de optar por lo bueno o por lo malo, por la veracidad o por la falsedad, por el acierto o por el error, para premiarse o castigarse a sí mismos, según fuera la intencionalidad de sus actos, ejerciendo su individualidad con plena libertad de albedrío, para que Eón pudiera dictaminar Su Divina Justicia con la más absoluta imparcialidad, puesto que los actos constituían las pruebas de los cargos y/o descargos de la responsabilidad humana. 4.-Los humanos hemos comprendido que el ejercicio irresponsable del derecho de la autodeterminación es nocivo tanto para la convivencia social como para el ser mismo, porque somos conscientes de nuestra proclividad al error y al atropello de los derechos de nuestros semejantes. Por ello la sociedad ha venido adoptando normas y principios arbítrales que reglamenten nuestras relaciones y que prevengan, repriman y sancionen nuestras faltas, tanto para con nuestros semejantes como para con Eón. 4.1.-Los dirigentes espirituales, los educadores y los gobiernos tienen el deber de instruir y advertir a los seres humanos de las conveniencias e inconveniencias en el ejercicio recto de la autodeterminación. Tienen el deber de aconsejar qué es lo correcto y qué es lo incorrecto. De discernir sobre el bien y sobre el mal de la manera que crean conveniente, para que quienes abracen los conceptos religiosos o políticos se comprometan por autodeterminación al responsable cumplimiento de todos los preceptos doctrinales que el ser elija practicar en cumplimiento de su filiación doctrinal. 4.2.-No constituye ningún deber para el ser humano abrazar doctrinas con las que no comulga, que no sean concordantes con el conocimiento racional, con las normas de bien vivir, con la civística y con la fraternidad de quienes saben que todos somos iguales ante Eón, sin distingos de razas, de credos o de condiciones sociales. Con una solidaridad basada en la búsqueda del conocimiento que la modernidad reclama. Y es que, al habérsenos concedido el libre albedrío, Eón transfirió a los seres humanos la responsabilidad de todas las consecuencias de sus deseos, elecciones, decisiones y acciones, obligándose al deber de no atentar contra las libertades concedidas en lo que con el paso de los milenios se constituyó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 5.-En la correspondencia de las leyes de la naturaleza, la autodeterminación preestableció también el imperio de la causalidad ética y moral. La intencionalidad de todo acto constituye la causa que inevitablemente precipitará como consecuencia, la responsabilidad y/o culpabilidad de las acciones humanas. 6.-En lo jurídico, pese a que la libertad de los pueblos deviene implícitamente del ejercicio del libre albedrío, la autodeterminación ha sido reconocida solamente como la capacidad de decisión de los pobladores de una unidad territorial acerca de su futuro político. Este sagrado derecho de la autodeterminación, injustamente sigue negándose a los ciudadanos del mundo. 7.-En lo político, los humanos hemos entendido y reconocido que con el privilegio del libre albedrío se nos concedió también todos los derechos inherentes a la persona humana, para definir el destino de nuestras vidas con una autodeterminación que sólo atañe a nuestra individualidad y que involucra nuestros derechos y deberes, porque hemos comprendido que los derechos son hijos del deber cumplido. Que estos derechos no se concederán a quienes no cumplan con sus deberes elementales ante la familia, la sociedad, la nación y ante Dios mismo. 7.1.-Efectivamente, cuando se elige al partido o al caudillo que debe administrar las rentas fiscales y dirigir el gobierno de nuestras naciones, sucede que se sorprende a la ciudadanía -desconocedora de sus derechos- haciéndoles creer que, conjuntamente con la elección del gobierno político, el pueblo está también

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